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Un dron para salvar los delfines māui

La industria pesquera de Nueva Zelanda se compromete a utilizar la información obtenida para proteger los delfines, en grave peligro de extinción

Imagen de un grupo de delfines māui.
Imagen de un grupo de delfines māui.Universidad de Auckland y Departamento de Conservación.

El delfín māui toma su nombre de la palabra maorí para la isla norte de Nueva Zelanda, de donde son endémicos. Según las últimas estimaciones, solo quedan 63 ejemplares adultos de esta subespecie de cetáceos, que está considerado como el más singular del mundo por varias razones: es el más pequeño entre todos los delfines (mide alrededor de 1,7 metros), tiene unas marcas distintivas de color negro, blanco y gris, y una aleta dorsal redondeada que se diferencia de las aletas triangulares más comunes.

El número de delfines Māui se empezó a reducir considerablemente a partir de 1960 cuando la pesca comercial y recreativa adoptó las redes de enmalle en las zonas costeras. Según Livia Esterhazy, la directora en Nueva Zelanda del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), la actividad humana es la principal razón por la que queda menos del 5% de la población original de estos mamíferos: “Las amenazas humanas son nuestra gran preocupación. Esto incluye la actividad pesquera, pues los delfines quedan atrapados en redes y se convierten en captura accesoria. Otras actividades que les perturban en su hábitat son las exploraciones petrolíferas y la minería en el fondo marino. Además, hay enfermedades que les afectan, como la toxoplasmosis, y por supuesto el cambio climático, aún no sabemos cómo las variaciones en el mar afectarán a los delfines”.

Responsables del proyecto, con el dron que van a utilizar.
Responsables del proyecto, con el dron que van a utilizar.Proyecto dron Maui.

Durante las últimas décadas, organizaciones de protección de la naturaleza como WWF han librado batalla tras batalla con el gobierno y la industria pesquera para determinar cuál es la mejor forma de proteger a los delfines. Pero estas barreras parecen haberse superado con la última iniciativa que la primera ministra de Nueva Zelanda, Jacinda Ardern, ha anunciado para salvarlos de la extinción. “Necesitamos que todos los implicados apoyen el proyecto”, dijo Ardern en la rueda de prensa donde presentó un sofisticado dron capaz de localizar a los delfines y seguirlos durante hasta seis horas de vuelo a 100 metros de altitud (para no interferir con su comportamiento natural). La organización sin ánimo de lucro Maui63 ha desarrollado este proyecto durante los últimos 18 meses, programando el dron con inteligencia artificial para que sea capaz de distinguir a los ejemplares Māui de los otros delfines. El líder técnico del proyecto, Tane van der Boon, explica como el dron permitirá obtener la cantidad de información más abundante y fiable sobre los delfines jamás obtenida. Hasta ahora los cetáceos solo se estudiaban a través de expediciones científicas de tres semanas que ocurren cada cinco años. “Queremos volar regularmente y durante todas las estaciones, verano e invierno, en vez de una vez cada cinco años, porque es muy difícil elaborar modelos predictivos rigurosos con tan poca información. Asumimos que los animales son bastante regulares así que una vez tengamos 1 o 2 años de información, podemos empezar a generar modelos predictivos que nos indicarán donde están los delfines”.

Según los maoríes, estos bellos e inteligentes animales son espíritus del agua, y su folklore está repleto de leyendas con delfines

El área de protección marina que estableció el gobierno de Nueva Zelanda en 2008 para prohibir la pesca en el hábitat de los delfines está basada en información limitada que, por ejemplo, no incluye donde van los cetáceos en invierno. El dron proporcionará datos a tiempo real sobre sus movimientos y es por esto por lo que las principales compañías pesqueras del país, Sanford y Moana, apoyan públicamente el proyecto. Rochelle Constantine es la investigadora líder de Maui63, con 25 años de experiencia en el estudio de delfines y ballenas. Está muy satisfecha que la industria pesquera se haya comprometido a no pescar en las zonas que el dron identifique como áreas de los delfines. “Llevamos tantos años discutiendo la gravedad del problema y cuál es la mejor solución según el nivel de gravedad; necesitamos un proceso social donde todos los implicados se unan por el bien común. A partir de ahora las decisiones que se tomen estarán basadas en datos científicos y, por tanto, obtendrán muchos mejores resultados que si solo se trata del gobierno diciendo a todo el mundo lo que tiene que hacer”.

Los neozelandeses tienen una relación muy especial con los delfines. Durante el verano, cada día botes recreativos salen al mar con pasajeros que desean avistar a estos mamíferos en libertad. Los delfines están tan acostumbrados que siguen los barcos y juegan y saltan alrededor suyo, para deleite de sus admiradores. Según los maoríes, estos bellos e inteligentes animales son espíritus del agua, y su folklore está repleto de leyendas con delfines que ayudan a viajeros a atravesar aguas peligrosas. Es por esto por lo que el gobierno neozelandés no ha tenido ningún reparo en invertir 350 mil dólares neozelandeses (210 mil euros) para costear el dron, para impedir que los ejemplares Māui desaparezcan para siempre. En la última expedición para seguir los delfines se descubrieron cinco crías, un dato muy esperanzador pues se trata de una subespecie con una tasa de reproducción muy lenta (las hembras tienen una cría cada 2-4 años). La comunidad científica confía que las nuevas medidas de protección que se adopten gracias al dron permitan que la población de māuis siga creciendo, por fin libres de las mayores amenazas humanas.

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