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La Agencia Espacial Europea retrasa dos años su misión para buscar vida en Marte

La imposibilidad de realizar a tiempo todos los tests necesarios para asegurar un aterrizaje seguro pospone hasta 2022 la misión ‘ExoMars’, en la que también colabora la agencia espacial rusa

Recreación artística del robot explorador de 'ExoMars'.
Recreación artística del robot explorador de 'ExoMars'.AOES medialab M.Thiebaut (ESA-PRODUCTION AOES medialab)

La Agencia Espacial Europea (ESA) y la Agencia Espacial Rusa (Roscosmos) han anunciado hoy que retrasan el lanzamiento a Marte de la misión ExoMars 2020, previsto para este año. No consiguieron integrar todas las partes de la misión y los responsables del proyecto han preferido esperar a la siguiente oportunidad de lanzamiento, en 2022. Aunque los ingenieros no necesitarán tanto tiempo para realizar las mejoras necesarias, la demora será imprescindible porque tendrán que esperar al momento en que las órbitas de Marte y la Tierra vuelvan a estar próximas, algo que sucede cada dos años.

El director general de la ESA, Jan Wörner, reconoció que pese a los esfuerzos de los últimos meses para llegar a la fecha prevista no fue posible. “Es una gran decepción para todos”, ha reconocido, “pero después de las experiencias del Beagle [un módulo de aterrizaje que se dio por perdido sobre Marte en 2004] y Schiaparelli [un módulo experimental de aterrizaje estrellado en 2016] hemos decidido que no podíamos tomar atajos, porque lanzar ahora significaría sacrificar algunos tests esenciales”.

Francesco Spoto, responsable de la ESA para la misión ExoMars, apuntó que además de realizar algunas pruebas de seguridad para los paracaídas que ayudarán a frenar ExoMars a su llegada a Marte, había equipos electrónicos en el módulo de descenso que también se debían poner a prueba y, además, después será necesario reunir todos esos equipos y probar que son compatibles y funcionan juntos. Por último, recordó la importancia de las condiciones de almacenamiento de todos los equipos durante los dos años de espera que para muchos de ellos quedan por delante. “La limpieza tiene que ser extrema si pensamos descubrir trazas de vida”, ha añadido.

“Es una gran decepción para todos”, ha reconocido el director general de la ESA

La ambiciosa misión, que tiene como objetivo principal buscar evidencias de vida presente o pasada en el planeta rojo, ya tuvo un encontronazo con la superficie marciana cuando en 2016, la sonda Schiaparelli, creada para probar la tecnología de aterrizaje, se estrelló contra el suelo.

El objetivo de aquella avanzadilla era precisamente evitar el destino que suele acompañar a casi todas las misiones que llegan a Marte, sobre todo si no son estadounidenses. Aunque las sondas Viking ya se posaron íntegras sobre el planeta en 1976, desde entonces, la mitad de las misiones que han intentado hacer lo mismo no lo han conseguido. Aterrizar en Marte requiere una compleja maniobra para frenar los más de 20.000 kilómetros por hora a los que llegan las naves hasta la detención en siete minutos. Además, eso se debe conseguir en una atmósfera muy fina y a merced de condiciones climáticas que pueden malograr las previsiones de los ingenieros.

En 2016, Schiaparelli fue golpeada por una ráfaga de viento durante su descenso que confundió a sus sensores y apagaron los retrocohetes. La idea es que aquel aprendizaje servirá para que en el siguiente intento no se produzcan errores similares. “Aterrizar en Marte no es tan fácil como alguna gente cree”, repetía durante la conferencia de este jueves Wörner.

ExoMars es una misión que ya ha comenzado en Marte. En 2016, junto a Schiaparelli, llegó ExoMars Trace Gas Orbiter (TGO), que necesitó año y medio para ir frenando y llegar a su órbita definitiva, a unos 400 kilómetros de altitud. Desde allí, fotografía cada dos horas puestas de Sol para buscar en el contraluz gases poco abundantes. Uno de los aspectos más interesantes de la misión era averiguar si había metano en la atmósfera, un gas que puede tener su origen en procesos geológicos, pero también puede ser una señal de la existencia de vida. Las observaciones de la misión permitieron concluir a los científicos el año pasado que no hay metano en Marte ni lo ha habido en los últimos 350 años y TGO sigue recogiendo información.

El principal objetivo de la misión es determinar si en algún momento hubo vida en Marte y comprender mejor la historia del agua en el planeta. El robot explorador de ExoMars, bautizado Rosalind Franklin, incluye un taladro para acceder al subsuelo marciano y un laboratorio miniaturizado de búsqueda de vida dentro de una zona ultralimpia. Este robot saldrá del módulo de aterrizaje ruso Kazachok. El lugar de aterrizaje será la misma llanura del norte de Marte donde estaba previsto.

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