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Julia Toro: “El tema de mis fotografías, que era la vida misma, no le interesaba a la élite intelectual”

A sus 91 años, la destacada fotógrafa chilena, reconocida por sus capturas de la vida doméstica, conversa con EL PAÍS sobre el oficio que la ha acompañado por cinco décadas: “Cuando tomo fotos, aún siento campanadas en el corazón”, dice

Julia Toro en su casa en Santiago, Chile, el 30 de enero de 2025.
Julia Toro en su casa en Santiago, Chile, el 30 de enero de 2025.SOFIA YANJARI
María Victoria Agouborde

Julia Toro (91 años, Talca) recibe a EL PAÍS una mañana de verano en lo que llama su “confesionario”, la sala de estar de su casa en la comuna de Providencia, un municipio en la zona oriente de Santiago de Chile, donde la destacada fotógrafa, quien lleva 50 años en el oficio, recibe a mujeres y hombres para ser retratados por sus ojos atentos. “La persona se sienta ahí (apunta una silla), comenzamos a conversar y se produce un diálogo muy entretenido y una intimidad nueva (…) Es como ir a un psiquiatra o donde un cura”, dice sobre Culto al ego, el nombre de sus sesiones fotográficas que comenzó a realizar en julio de 2023. Ella, menuda, pícara, lúcida y sencilla, todo eso a la vez, dice que sigue disparando con la cámara porque así es como se siente plena: “La fotografía es una forma de vida y cuando tomo fotos aún siento campanadas en el corazón”, señala Toro, quien acaba de ser distinguida con el Premio Plagio a la creatividad artística. También recibió en 2024 el premio Antonio Quintana a la trayectoria en fotografía, otorgado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

La autora de libros de fotografía como Amor x Chile (Ocho libros, 2011) e Hijos (La visita, 2018), que expondrá parte de su obra en PHotoEspaña durante 2025, comenta que en sus inicios ella tomaba “fotitos”. Eran imágenes de la vida de todos los días: las ollas de la cocina, sus cuatros hijos y el hombre al que amó. Esa mirada cuidada de lo doméstico y lo cotidiano es un distintivo de su trabajo, pero no se agota ahí. Detrás de su lente también capturó la escena cultural de Chile durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), retrató a Raúl Zurita, Diamela Eltit, Jorge Teillier e inmortalizó las performances de Pedro Lemebel, Carlos Leppe, Nelly Richard y Juan Dávila. También exploró los desnudos femeninos y masculinos. Además, por sus ojos pasaron viajeros de trenes, monjas en un convento de clausura, los transeúntes de las calles de Santiago, obreros y los visitantes de peluquerías y bares.

Esas capturas en blanco y negro le valieron un puesto dentro de la fotografía chilena, pero, acota, es un reconocimiento que llegó muy tarde. “El tema mío, que era la vida misma, parece que no interesaba a la élite intelectual”, dice. Sin embargo, aunque se tardaron, los últimos premios que recibió la dejaron contenta: “El corazón, metafóricamente, se me salía por todos lados”, dice. Y agrega: “Lo encuentro justo, además. Me siento merecedora de los premios, porque mi vida no ha sido otra que estar metida en el arte”.

La primera vez que la artista chilena tomó una cámara tenía 38 años.
La primera vez que la artista chilena tomó una cámara tenía 38 años.JULIA TORO

Ese arte que le ha consumido los años le vino de herencia. Su madre, Olga Donoso, era pianista. Además, Toro vivió desde los tres años en la casa acomodada de sus abuelos en Santiago, donde estuvo expuesta constantemente al mundo de la cultura y, entre sus primos, se encuentra el escritor José Donoso (1924-1996).

Tras terminar el colegio, se casó a los 19 años con un compañero de clase, Patrick Garreud, y nacieron Patrick, Julia y Bernardita. En el intertanto, mientras ejercía como profesora de inglés, estudió dibujo y pintura con Adolfo Couve, Carmen Silva y Thomas Daskam. Además, la escritura de diarios personales la ha acompañado durante largas temporadas y en 2022 publicó Diarios (Lumen), una compilación de sus escritos entre 1983 y 2019.

A pesar de todas esas aficiones, fue la fotografía la que le robó la vida y ese oficio llegó a través de un corazón enamorado. Tras separarse de Patrick Garreud, conoció a Jaime Goycolea, un fotógrafo que fue su pareja por 17 años y se convirtió en el padre de su cuarto hijo, Mateo Goycolea, quien nació en 1973.

El actor Alfredo Castro a través del lente de Julia Toro, en una fotografía sin datar.
El actor Alfredo Castro a través del lente de Julia Toro, en una fotografía sin datar. JULIA TORO

A sus 38 años, ya como una “mujer madura”, tomó su primera fotografía a una escena que la cautivó: su hija Julia, con alrededor de siete meses de embarazo, desvistiéndose delicadamente. “Cuando vi eso, corrí donde Jaime (Goycolea) y le dije: ‘Ven a tomar esta foto’, pero él me pasó la cámara y fue como si me hubiese ungido con ella. Yo disparé y nunca más solté la cámara. Había descubierto que el mundo a través del rectángulo era la cosa más linda que había, me enamoré de todo”, recuerda. Quedó prendada del oficio, comenta: “La cámara pasó a ser un apéndice para mí. Donde iba, sacaba fotos. Mis fotografías son lo que es mi vida”, señala.

“Descubrí una forma de mirar que me identificaba”, enfatiza. Su aprendizaje fue autodidacta y nunca quiso hacer estudios de fotografía. “Mi hermana, que me encontraba tan loca, quería que yo tomara un curso, pero yo le dije: ‘Por ningún motivo, eso sería lo último que haría porque van a tratar de imponerme una mirada y me gusta como yo miro”, explica.

Al ver lo que ha sido su carrera, dice con un orgullo sutil: “Me encanta, encuentro que es un estupendo recorrido”. Y a sus 91 años le quedan proyectos por hacer, tiene dos o tres exposiciones en su cabeza, pero no quiere relatar su contenido y, advierte, que los suyos son unos ojos a los que aún les queda por mirar: “Sigo tomando fotos porque quiero seguir viva”.

El trabajo de Julia Toro captura desde lo doméstico y hogareño hasta  la resistencia en la dictadura, con retratos a personajes fundamentales de la cultura chilena.
El trabajo de Julia Toro captura desde lo doméstico y hogareño hasta la resistencia en la dictadura, con retratos a personajes fundamentales de la cultura chilena. JULIA TORO

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