¿Política pendular? A propósito de los resultados en las elecciones chilenas
En los análisis se omite el impacto que tuvo la ampliación del número de votantes como consecuencia del paso del voto voluntario al voto obligatorio
Desde los comicios parlamentarios y presidenciales de 2017 hasta las elecciones del Consejo Constitucional realizadas en el pasado mes de mayo, se observan importantes diferencias en los resultados de cada uno de los eventos electorales. El plebiscito constitucional de septiembre de 2022, y luego la reciente elección del Consejo Constitucional del mes de mayo, contrastan con los resultados obtenidos por sectores de izquierda en las elecciones de 2017— al irrumpir en ellas el Frente Amplio—, en las de mayo de 2021 —con un inesperado desempeño de la Lista del Pueblo—, y las parlamentarias y presidenciales de noviembre y diciembre del mismo año, que le dieron un holgado triunfo en segunda vuelta al candidato Gabriel Boric. A su vez, los resultados de los últimos dos eventos electorales, efectuados el 4 septiembre de 2022 y el 7 mayo de 2023 respectivamente, difieren de manera significativa de las preferencias manifestadas por los electores en el plebiscito de entrada del 25 de octubre de 2020.
A raíz de estas diferencias, ha sido un lugar común entre los analistas afirmar que se estaría ante una política pendular, dado que ha fluctuado desde la izquierda a la derecha en los procesos de votación realizados desde el año 2020. Una primera explicación sobre este fenómeno alude a la derechización de una parte del electorado y la crítica del proceso iniciado con la elección de los convencionales constituyentes. Otra segunda explicación da cuenta de la precariedad institucional, expresada en el debilitamiento y la excesiva fragmentación de los partidos, con lo cual se genera un escenario cada vez más volátil desde el punto de vista de las preferencias electorales.
En ambas explicaciones se omite el impacto que tuvo la ampliación del número de votantes, como consecuencia del paso del voto voluntario al voto obligatorio. Es cierto que, desde antes de las elecciones de 2017, se venía produciendo un aumento de la volatilidad, que a partir del plebiscito de salida se acentúa con el ingreso de un contingente de nuevos electores, muchos de ellos no concurrentes en elecciones anteriores.
Como es sabido, el voto voluntario se estableció a inicios de 2012 al mismo tiempo que entraba a regir la inscripción automática, que permitió ampliar y renovar el padrón electoral. El voto voluntario estuvo vigente hasta antes del plebiscito de salida, efectuado el 4 de septiembre de 2022, trayendo consigo una importante segmentación del electorado. Mucho antes, en 2016, se había aprobado el cambio del sistema binominal, que hizo posible ampliar la representación hacia otras fuerzas políticas alternativas a los dos bloques predominantes hasta aquel entonces.
Tomando en cuenta lo anterior, resulta relevante indagar si los drásticos cambios en los resultados de los últimos procesos electorales responden exclusivamente al advenimiento de la obligatoriedad del voto, o bien, a un carácter pendular en el comportamiento del electorado. Con esta finalidad incluimos a continuación evidencia obtenida mediante algoritmos de estimación con datos comunales (vottrans).
Al contrastar los resultados de la elección de consejeros constitucionales con los del plebiscito de salida de septiembre de 2022, se observa que del 60% de quienes aprobaron en 2022 votaron por candidatos de Unidad para Chile en la elección de mayo de 2023, mientras que un 25% se abstuvo (gráfico 1). Cuatro de cada 10 personas que rechazaron en el plebiscito de salida, en mayo de 2023 votaron por candidatos del Partido Republicano, un 25% por Chile Seguro y otro 25% se abstuvo (nulo, blanco o no acude a votar). Además, la totalidad de quienes se abstuvieron en 2022 hicieron lo mismo en la elección de 2023.
Igualmente notorio es lo que ocurre entre la elección de convencionales constituyentes y la de consejeros constitucionales, ocurridas en el mes de mayo de 2021 y de 2023 respectivamente. De acuerdo a lo que muestra el gráfico 2, el 85% aproximadamente de la votación de la Lista del Pueblo se transfirió hacia el pacto Unidad para Chile, que en la última elección estuvo conformado por el Partido Comunista, el Frente Amplio, el Partido Socialista y el Partido Liberal. También se observa que de la votación de Apruebo Dignidad, y la lista de centroizquierda, en 2021, más de la mitad se va para Unidad para Chile, un 15% a Todo por Chile (PDC, PPD y Partido Radical), en tanto que un 20% se habría desplazado hacia opciones de derecha, 12% al Partido Republicano y el 8% a Chile Seguro (RN, UDI y Evopoli).
Respecto a la votación de la derecha, el gráfico 2 indica que de la votación de 2021, un 37% lo habría hecho por el Partido Republicano y el 63% por Chile Seguro. La votación de la derecha, se queda dentro de la derecha, no se traslada a ninguna de las otras preferencias. A su vez, la mitad de los votantes abstencionistas (nulo, blanco, no concurre a votar) en la elección de convencionales constituyentes en 2021, realizada con la vigencia del voto voluntario, se abstuvieron también en la elección de consejeros –efectuada con voto obligatorio–, un 26% apoyó a candidatos del Partido Republicano y un 11% a los de Chile Seguro.
Los resultados anteriores permiten concluir que la votación entre los bloques políticos configurados entre 2017 y 2021, se mantiene estable. La variación no es en las preferencias de los electores sino, más bien, debido al porcentaje de nuevos votantes que debuta con el establecimiento del voto obligatorio en el plebiscito de salida de septiembre de 2022, y que se reafirma en la elección de consejeros constitucionales de mayo de 2023. Más que una política pendular, las variaciones en los resultados de los últimos eventos se relaciona a la ampliación del padrón y la presencia de votantes que han carecido de una socialización política previa.
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