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Más conservador y valora menos la democracia: el nuevo sufragista chileno tras la vuelta al voto obligatorio

El Centro de Estudios Públicos (CEP) revela los primeros análisis del perfil de quienes fueron obligados a acudir a las urnas en los últimos dos procesos constitucionales de Chile

Antonia Laborde
Reforma electoral por el voto obligatorio en Chile
Un hombre deposita su voto en una de las urnas en el colegio electoral en el Estadio Nacional, en Santiago.sofia yanjari (El País)

Las dos últimas elecciones en Chile, vinculadas a sus procesos constitucionales, han tenido una particularidad: la inscripción automática y el voto obligatorio. El comportamiento de más de cuatro millones y medio de votantes, casi un tercio del electorado, era una incógnita. Hasta ahora, solo se sabía que el bolsón de votos extra había favorecido, mayormente, a la derecha (en 2022 el 62% rechazó la propuesta para enterrar la Carta Magna heredada de la dictadura de Pinochet y en mayo de 2023 el Partido Republicano arrasó en las segundas elecciones de constituyentes). Pero los primeros análisis del perfil del nuevo sufragista chileno, divulgados este jueves por el Centro de Estudios Públicos (CEP), arrojan las grandes diferencias que existen en comparación al votante que no se perdía ni una cita a las urnas: tiene un nivel educacional significativamente más bajo, valora menos la democracia y es más conservador en lo valórico.

En base a la participación en los tres últimos sufragios previos a la obligatoriedad del voto en 2022, el CEP identificó diversos perfiles: el votante duro (participó en las últimas tres), el habitual (en dos de las últimas tres) y el ocasional (en una de las últimas tres). El análisis del centro de estudio devela que las desemejanzas más profundas no se presentan entre los que votaban voluntariamente y los que lo han hecho por obligación, sino entre el votante duro y el resto de los perfiles, incluido el nuevo.

Aunque los resultados tras el restablecimiento del voto obligatorio han favorecido a las opciones de la derecha, el grueso del nuevo votante se define de centro (55%) o no sabe (28%). Apenas un 10% se identifica con la derecha y un 7% con la izquierda. “Es un votante menos interesado en la política, bastante similar a los que participaban a veces, a los que entraban y salían del padrón electoral. Guían su voto en base a los temas relevantes de la contingencia y el contexto de la elección. Lo que hacen es aumentar la incertidumbre de los resultados porque se suman a un grupo importante que no sabemos qué va a votar”, apunta Carmen Le Foulon, coordinadora del CEP.

Los encuestados que afirmaron haber votado en los últimos tres elecciones antes de que fuese obligatorio, muestran una preferencia marcadamente mayor por la democracia, con 61%, 20 puntos más que el resto de los perfiles de votantes. El porcentaje que considera que en algunas circunstancias es preferible un gobierno autoritario es similar en todos los votantes, en torno al 20%, pero liderado por los abstencionistas duros. Un 35% de los nuevos votantes considera que da lo mismo un gobierno autoritario que uno democrático.

El votante duro es el más liberal de los perfiles. Por ejemplo, cerca de un 50% apoya el aborto en cualquier caso, mientras que el grueso está a favor de que exista en casos especiales. El más conservador de todos es el abstencionista duro, aquel que no fue a votar, incluso, cuando era obligación y arriesgaba una multa si no lo hacía. Un 36% está por prohibir siempre la interrupción del embarazo. Un 23% de los nuevos votantes creen lo mismo, un 20% los habituales y ocasionales y 14% de los votantes duros.

“Con el surgimiento del Frente Amplio [la coalición del presidente Gabriel Boric, fundada en 2017] ha adquirido mayor importancia la dimensión ideológica vinculada a la moral. Para un mundo social cristiano es mucho más amenazante, sobre todo temas valóricos. Una de las cosas que más distingue es el aborto”, explicaba el sociólogo e investigador del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), Matías Bargsted, en la presentación del estudio. Ahí mismo se preguntaba cuánto espacio hay para el votante social cristiano, una interrogante que resonó con fuerza tras las elecciones de consejeros constitucionales de mayo, cuando la centroizquierda no consiguió ningún escaño.

El próximo diciembre se plebiscitará la segunda propuesta constitucional. Esta vez, el órgano redactor está fuertemente inclinado a la derecha y comienza de un texto base aprobado por una comisión experta de 24 integrantes de lado a lado del espectro político. Sin embargo, la marcada desconfianza y desinterés de los chilenos con que arrancó el proceso, continúa. Y los ciudadanos que quieren rechazar el texto, van al alza. “Creo que el próximo plebiscito tiene una lógica un poco distinta a una elección por lista. Hay un clivaje izquierda-derecha, pero también este clivaje fuerte de arriba-abajo, contra las élites”, planteó la investigadora de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile, Isabel Castillo. “Yo creo que la próxima elección está más a favor, estructuralmente, hacia la derecha, pero habrá que ver si logran canalizar eso”, añadió Bargsted.

Desde el CEP estiman que los nuevos votantes, ya convertidos en habituales, no se quedarán en casa y acudirán a las urnas en el próximo diciembre cuando se vote el nuevo texto constitucional “¿Cuánto se va a lograr mantener el tiempo el triunfo republicano? Es una duda de cara a las próximas elecciones. Ellos representaron el rechazo a la propuesta constitucional y al proceso. Pero se votaron por muchas razones en la elección de consejeros. La incertidumbre de cómo votarán los sufragistas que se sumaron por ley al padrón electoral continúa”, sostiene Le Foulon.

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Sobre la firma

Antonia Laborde
Periodista en Chile desde 2022, antes estuvo cuatro años como corresponsal en la oficina de Washington. Ha trabajado en Telemundo (España), en el periódico económico Pulso (Chile) y en el medio online El Definido (Chile). Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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