Cuánto pesa la religión a la hora de votar en Chile
La agonía de la Democracia Cristiana y las alianzas entre evangélicos y católicos de derecha abren el debate sobre la politización de la identidad religiosa
El fracaso de la lista de la centroizquierda chilena en la elección de consejeros constituyentes, donde ninguno de sus 70 candidatos salió electo, también implicó la derrota del Partido Demócrata Cristiano (DC). La formación política con más adherentes de Chile desde mediados del siglo XX obtuvo apenas un 3,7% de los votos. La falta de eco de su discurso basado en los valores del socialcristianismo y el fuerte apoyo de los municipios con concentración evangélica al Partido Republicano, de la extrema derecha, han abierto el debate sobre cuánto importa el credo a la hora de votar en un país donde casi la mitad de la población, un 48%, considera muy importante su identidad religiosa (Encuesta Bicentenario UC, 2023).
La investigadora de la Facultad de Gobierno de la Universidad de Chile Isabel Castillo explica que, a medida que han avanzado las agendas de género, diversidad sexual, aborto, un grupo de creyentes ha “politizando su identidad religiosa” para organizarse frente a estas “amenazas”. La politóloga especializada en religión descarta que el grueso de los creyentes decidan su voto en base a su fe, pero sí ve que hay un electorado descontento que está buscando dónde expresarse y que una parte lo ha captado el Partido Republicano, fundado en 2019 por José Antonio Kast. En las elecciones del 7 de mayo se convirtió en la principal fuerza política del país apelando a la autoridad, las tradiciones y defiendiendo posiciones conservadoras como el rechazo al aborto y el matrimonio entre personas del mismo sexo.
En una entrevista en EL PAIS, Noam Titelman, académico del Frente Amplio de Boric, postuló que una de las razones por las que arrasó republicanos, es porque el progresismo chileno había abandonado al sujeto popular de identidad cristiana. “La Democracia Cristiana apostó a un revivir de la identidad de centro, cuando en realidad el ambiente estaba mucho más propicio para mostrar su identidad socialcristiana. En ese sentido, la Democracia Cristiana chilena tiene una oportunidad”, sostuvo.
Castillo, investigadora del Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social, no está muy de acuerdo con ese planteamiento, pero reconoce que hay un sector conservador en lo valórico y favorable a la redistribución de la riqueza que no está ocupado. “La DC refleja bien los patrones de secularización de la sociedad chilena. En los 90 era relativamente conservadora, pero terminó apoyando muchas agendas de género y se ha ido desdibujando su identidad”, plantea. “Lo que había sido la DC o incluso el Partido Izquierda Cristiana (disuelto en 2018) obviamente se debilita por la crisis institucional de los abusos sexuales en la Iglesia Católica”, añade.
En Chile, un 48% se declara católico, un 17% evangélico y un 30% no profesa ninguna religión, según la Encuesta Bicentenario. La tendencia revela que en la última década, la fuga de feligreses católicos producto en gran parte por los escandalos de abuso sexual está directamente relacionada con el alza de los ateos o agnósticos. Eduardo Valenzuela, director de la encuesta, es tajante: “La era de los partidos cristianos ha terminado”. El académico del Instituto de Sociología UC y de la Escuela de Gobierno UC afirma que la confianza en la iglesia colapsó con los escándalos de abusos sexuales y la respuesta de las autoridades. “En ese escenario ha sido difícil recuperar credibilidad, sobre todo moral”, plantea, pero en Chile “nunca ha existido propiamente un voto católico”.
“En más de una ocasión los católicos han elegido a un presidente expresamente no creyente (sin ir más lejos, el actual presidente Boric) y cualquier obispo que sugiriera votar por tal o cual haría nada más que el ridículo”, sostiene Valenzuela. En el último sondeo del Centro de Estudios Públicos, CEP, de 18 instituciones evaluadas, las universidades son las que mayor confianza generan en la gente (55%) y los partidos políticos los que menos (4%). La Iglesia Evangélica aparece en noveno lugar con un 22% y le sigue la Católica con 21%.
El analista político Pepe Auth explica que la DC fue cediendo paso a los partidos laicos de la Concertación y que el electorado también fue evolucionando. Recuerda sondeos sobre el aborto en tres causales o el divorcio, y la mayoría de la sociedad, incluido el mundo católico, estaba de acuerdo. “Cuando la diferencia frente a los hechos terrenales desaparece, deja de tener mucho sentido. La DC a los ojos de su electorado tampoco expresa una superioridad moral ni valórica. El poco electorado conservador que tenía lo perdió y lo perdió hacia la derecha”, afirma. Sobre los votantes que definen su voto en base a su credo, Auth postula que son una especie en extinción, pero que los evangélicos puede que tiendan un poco más a eso. “La idea de formar acción política desde un credo va siendo cada vez menos eficiente. Cada vez que los evangélicos han intentado formar un partido han fracasado estrepitosamente”.
En las elecciones parlamentarias de 2021, los republicanos pactaron con el Partido Conservador Cristiano, de extrema derecha, vinculado a grupos de la iglesia evangélica. Duró dos años. Hoy el Partido Social Cristiano, con una representante parlamentaria, ha asumido su posta. Abraham Paulsen, académico del Centro de Estudios Religiosos de la Universidad Católica, cree que los evangélicos han tocado techo en Chile, a menos que los migrantes centroamericanos los ayuden a aumentar su porcentaje.
“¿Por qué los evangélicos no aprovechan la crisis católica?”, se pregunta Valenzuela, de la encuesta Bicentenario. “Porque el impacto de la crisis se produce sobre todo en las clases altas y medias donde el pentecostalismo no constituye una alternativa religiosa plausible. Recién está surgiendo un evangelismo de clase media, pero el grueso se mantiene vivo entre los más pobres”, asegura.
Los evangélicos fueron invisibles para el mundo político hasta los años ochenta y el mundo pentecostal se caracterizaba por anular el voto, explica Paulsen. Cuando retornó la democracia, votaban por lo que les decía el pastor. Las nuevas generaciones, sin embargo, más educadas que sus ancestros, toman sus propias decisiones. El autor de Ciudad y Fe: Una introducción al estudio de la geografía de las religiones de Santiago de Chile (1541-2018) aclara que el voto del evangélico es diverso y que, en base a sus investigaciones, se divide así: entre los 20 y 30 años hay votantes de izquierda y derecha, entre los 30 y 50 se produce un distanciamiento con la derecha, y en los mayores de 50 se concentra el voto conservador.
“El votante evangélico está muy atento al testimonio. Por lo mismo, es muy permeable a los populismos”, señala Paulsen. El 20% de los evangélicos chilenos, por ejemplo, considera que un Gobierno autoritario es preferible a uno democrático en algunas circunstancias, según el Latinobarómetro 2020. En el mundo católico, el 13%. “Los evangélicos creen menos en la democracia que los católicos y un menor porcentaje de ellos considera que la solución para combatir la delincuencia es entregar más recursos a las policías. Son un terreno fértil para alguien que ofrece una solución distinta a lo que enfrenta el país”, sostiene Cristóbal Hunneus, director de la plataforma de análisis electoral DecideChile.
Auth descarta que la sociedad chilena esté ante un renacer de la adscripción del voto por religioso. El triunfo de Luis Silva, el numerario republicano que obtuvo 700.000 votos en la Región Metropolitana, más que todos los conseguidos por el Partido Socialista a nivel nacional, lo achaca al discurso de la mano dura contra la delincuencia. “Sacó los votos que sacó a pesar de no ir al cine y el celibato”, agrega. “¿Hay un renacer de los valores conservadores? Bajo ningún punto de vista. No es lo que uno ve ni en el avances de las leyes y las leyes van por detrás de la sociedad”, concluye Auth.
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