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Transexual colombiana en espera de asilo

Jeisy estaba en la calle cuando fue acogida en el único piso que hay para refugiados LGTBI y que una ONG trata de mantener abierto por ‘crowdfunding’

Jeisy, transexual colombiana de 28 años, fotografiada este lunes en Madrid.
Jeisy, transexual colombiana de 28 años, fotografiada este lunes en Madrid.Luis de Vega
Luis de Vega

“Compórtate como un hombre, maricona”. A Jeisy Escorcia le gritaba esta y otras lindezas su jefe. La presionaban también desde el departamento de recursos humanos de su empresa. La obligaban a vestir como un hombre, a peinarse como un hombre y a que actuara como un hombre. “Me exigían este comportamiento pero mi feminidad está a flor de piel, tengo mi forma de ser, mi amaneramiento o como lo quieran llamar”, señala ella. Daba igual su curriculum de licenciada en Ingeniería de Minas.

Jeisy Escorcia es una solicitante de asilo transexual de 28 años. Dejó atrás hace tres meses el “tercer mundo” de Barranquilla (Colombia) y aterrizó en "el primer mundo" de Madrid. Del Caribe al frío. Durante unas semanas ha estado acogida en el único piso para solicitantes de protección internacional LGTBI en situación vulnerable que existía en España y que la ONG Kif Kif ha tenido que cerrar tras no lograr renovar las ayudas oficiales de la Comunidad de Madrid.

Jeisy ha sido realojada en un piso que gestiona la ONG Accem y su demanda de asilo está ya en marcha. Se muestra sin embargo sorprendida de que en este primer mundo también exista la transfobia que le llevó a escapar de su país donde con frecuencia sentía que los transexuales son “esas locas que se creen mujer”.

Y existe la transfobia, según cuenta, incluso en el propio ámbito de la comunidad LGTBI de Madrid. Acudió con unos amigos a Zarpa, un local para hombres gays de Chueca, y no le permitieron la entrada por más que uno de sus acompañantes dijo que “Jeisy había nacido como hombre aunque ahora sea mujer”. “No defienden esa bandera de colores que tenían ahí”, se queja la colombiana refiriéndose a la enseña del arcoiris. “Estas pequeñas limitaciones son también violaciones de los derechos de inclusión”.

Jeisy, víctima de violación, dejó atrás en Colombia años de discriminación laboral, violencia verbal y física y rechazo familiar. El seguro sanitario privado que tenía contratado no le sirvió de nada. En su país, comenta, existen comunidades de apoyo a la comunidad LGTBI pero se centran esencialmente en la “G”, en referencia a los gays, pero no en la “T” de los transexuales.

Por más que se repetía “tengo mis capacidades, no hago daño a nadie y puedo salir adelante”, finalmente tuvo que irse por “la falta de cultura y educación”. Primero intentó refugiarse en otros países de Latinoamérica pero finalmente tomó la decesión de viajar a España por la “defensa” de los derechos de su comunidad que se ejerce en nuestro país. Esto, entiende la ONG Kif Kif, hace que cada vez sean más las demandas de asilo en España de personas de este colectivo.

Jeisy pasó algunas noches de invierno en las calles de Madrid antes de ser acogida en el piso de Kif Kif ahora cerrado. Esta ONG lanzó este lunes la campaña de crowdfunding “S.O.S. Migrantes LGTBI” para conseguir a través de la plataforma goteo.org fondos con los que mantener abierto un recurso residencial que consideran “único y pionero” en Madrid y en el mundo que, además “está avalada por Acnur (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) como acción de buenas prácticas”.

El piso dispone de cuatro plazas y entre 2018 y 2019 ha acogido a 34 personas en situación de calle, lo que supone un total de “casi 3.000" pernoctaciones, señala la ONG en una nota. El objetivo de la campaña de financiación, en la que esperan participen personalidades de la comunidad LGTBI, es obtener 41.200 euros con los que mantener abierto el piso a lo largo de 2020. Durante el año pasado este estuvo abierto gracias a las subvenciones que la Comunidad de Madrid destina a proyectos con ayudas que provienen del 0,7 por ciento del IRPF.

La Consejería de Políticas Sociales, Familia, Igualdad y Natalidad ha otorgado a Kif Kif para 2020 ayudas por valor de 133.000 euros para seis de los 17 proyectos que presentó esta asociación. Se trata de programas de intermediación escolar con LGTBI, promoción de salud y prevención de enfermedades, LGTBI sin drogas, atención psicosocial a personas con VHS/SIDA, sensibilización de jóvenes frente a los migrantes y personas LGTBI y otro sobre mediación e intervención intercultural. El destinado a mantener abierto el piso en el que dan acogida a los demandantes de asilo LGTBI y otro con dos plazas específicas para transexuales se han quedado finalmente fuera de esas ayudas.

Más allá de las subvenciones que salen del 0,7 por ciento del IRPF, Kif Kif tiene además aprobadas otras ayudas de la Consejería por valor de 80.000 euros para dos proyectos relacionados con demandantes de asilo y población desplazada.

Esta asociación defiende la existencia de insfraestructuras específicas como el piso que se encuentra hora en stand by porque “incluso dentro del sistema de acogida”, estas personas han de convivir con las personas de las que están huyendo y sigue sufriendo “agresiones, insultos y violaciones”, explica Samir Bargachi, presidente de Kif Kif.

Esta organización atendió en 2019 a 3.228 personas de las que aproximadamente 800 se encontraban en situación activa o inminente de calle. Es necesario “atenderles en un ambiente de seguridad y libertad” y de manera “inmediata”, argumenta Javier Navarro, director de Kif Kif, durante la presentación de la campaña este lunes en la sede del Consejo de la Juventud de Madrid. Insisten en que 390 solicitantes de asilo duermen en las calles de Madrid cada noche. Y de ellos medio centenar son LGTBI, afirma Navarro. Que tengan que ejercer “la mendicidad o la prostitución, es una vulneración de sus derechos”.

Las personas LGTBI “somos delincuentes en 70 países y en 11 estamos amenazados por la pena de muerte”, advierte Samir Bargachi. “Muchos acuden a España a buscar libertad y dignidad”. Una de ellas es Jeisy.

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Sobre la firma

Luis de Vega
Ha trabajado como periodista y fotógrafo en más de 30 países durante 25 años. Llegó a la sección de Internacional de EL PAÍS tras reportear en la sección de Madrid. Antes trabajó en el diario Abc, donde entre otras cosas fue corresponsal en el norte de África. En 2024 ganó el Premio Cirilo Rodríguez para corresponsales y enviados especiales.

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