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Núria Espert en el Romea: “Este teatro me hizo actriz”

La intérprete, que no actuaba en la sala desde hace 35 años, vuelve al escenario de su debut con ‘Romancero gitano’ y dirigida por Lluís Pasqual

Jacinto Antón
Núria Espert, el martes en el vestíbulo del teatro Romea.
Núria Espert, el martes en el vestíbulo del teatro Romea. CARLES RIBAS

Núria Espert (L'Hospitalet, 1935) se ha encontrado este mediodía con recuerdos y fantasmas de su vida actoral. Mientras la retrataban en las escaleras del Romea y se reflejaba en los espejos del vestíbulo del centenario teatro barcelonés, la actriz parecía husmear como una pantera la atmósfera del lugar, deleitándose en la memoria. La Espert regresa al Romea, donde debutó a los 13 años, y después de 35 años de ausencia (no actuaba en la sala desde 1985), para ofrecer desde el 8 al 26 de enero su aplaudidísimo Romancero gitano,un espectáculo unipersonal sobre la obra de Lorca con dirección de Lluís Pasqual.

"Estoy emocionadísima de estar aquí", ha explicado en rueda de prensa después de que el director del Romea, Josep Maria Pou, le hiciera de telonero, se declarara su incondicional admirador y pidiera que se la nombrara "referente del teatro del país”, como se ha hecho en Gran Bretaña con sir Ian McKellen.

"Ayer hablé con Julieta Serrano", ha proseguido Espert, "y lo primero que haré ahora es buscar el camerino del segundo piso en que estábamos las dos, éramos dos nenas y fuimos muy felices. Aquí aprendimos teatro, entramos como aficionadas y salimos verdaderas actrices". La intérprete ha recalcado emocionada: "Este teatro me convirtió en actriz".

"Federico te abre todas las puertas, basta dejarse llevar por el Duende", afirma

La Espert ha rememorado cuando recitaba de niña en los cafés populares con escenario, donde sus progenitores tomaban café con leche y ella un danzón (bebida dulce, exquisita, decía la publicidad), "y un señor fue a la mesa de mis padres y les pidió que yo hiciera una prueba para un cuento infantil en el Romea, Lali, en el que les faltaba alguien para el papel de gato". Acudieron a la prueba "y yo dije La pubilleta, de Pitarra, mi plato fuerte, con la que hacía llorar y yo misma lloraba". Le dieron el papel. La niña Núria, entonces, "no tenía vocación teatral, yo quería ser bailarina y estudiaba ballet, pero en el Romea, aquí, cambió mi vida, hice papeles minúsculos infantiles y luego bocadillos, frases, en funciones de adultos". Al segundo año, "miraba las funciones entre bastidores y me las aprendía de memoria, y al cuarto, ya sabía que era actriz".

El último montaje en que había actuado Espert en el Romea fue en La tempestad ,de Jorge Laveli, “y ahora vuelvo con el Romancero que no es un espectáculo, no es un recital, no es memorias, y a la vez lo es todo; además de los versos inmutables de Federico está mi vida y el amor de Pasqual y mío por Lorca, un amor que nos ha llevado por caminos diferentes mientras hemos hecho todo su teatro: Lluís comprende más el Lorca difuso, espiritual, Comedia sin título, El público, yo más el de carne y hueso, Yerma, Doña Rosita, La casa de Bernarda Alba —que también he dirigido—”. La actriz ha recordado que ha hecho “recitales a miles” con pasqual, por todo el mundo, ante los más diferentes auditorios y ha reflexionado que “Federico te abre todas las puertas, basta dejarse llevar por el Duende, no hace falta la inteligencia ni la mirada crítica; lo oye y lo entiende todo el mundo”. Ha dicho que se siente muy ligada a Lorca, “siento que él está de acuerdo en esto que hacemos, con la formade decir y escenificar sus poemas”. Para Espert, que, genio y figura, se lamentó de la foto de la portada del programa del espectáculo -¿habéis visto qué mala es la gente?: ¡estoy horrorosa!"-,  cada poema del Romancero contiene suficiente para convertirse en una obra de teatro completa. “Tienes la sensación de que no se agotan, de que nunca seremos capaces de sacar a la luz todo lo que contienen, siempre te llevan por caminos nuevos. Te transportan a otro mundo”. La actriz ha subrayado que lo que hace en escena no es leerlos, “es hablarlos y actuarlos”. En el escenario, Espert habla en castellano y catalán. “Utilizo mi lengua y la de él; cuando hablo de mí, lo digo en la lengua de mi madre que es la mía”.

En el espectáculo, de una hora solo, “pero tan intensa, tan cambiante”, figuran 18 poemas del Romancero gitano. Espert ha dicho que el público responde de manera especial a Muerte de Antoñito el Camborio y en ocasiones “saltan de entusiasmo como leones”. ¿Su propio favorito? “Todos y cada uno”, ha respondido aunque ha manifestado una querencia por Romance de la luna, luna, con el que empieza “y que me transporta a cuando de niña lo recitaba sin saber aún quién era Federico”. La velada finaliza con un poema de Poeta en Nueva York, el dramático Grito hacia Roma, (“Pero el hombre vestido de blanco/ ignora el misterio de la espiga”), “que denuncia cosas que hacían sentirse tan desgraciado a Federico y acaban de dar una imagen de él”.

“No hay que tener miedo a los cambios”

Espert ha dicho que es consciente de estar en un día muy especial, el martes, en el que "toda España está aguantando el aliento, y Cataluña también, naturalmente", por ver "cómo podemos volver a convivir en paz". Ha añadido que la situación política la tiene "sin respirar como a todo el mundo" pero ha llamado a no tener miedo a los cambios, que "son necesarios". La actriz que se declaró "orgullosa de estos 84 años", apuntó que se niega a pensar en más poyectos mientras le queden tantas funciones del Romancero por delante (más de medio centenar).

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Sobre la firma

Jacinto Antón
Redactor de Cultura, colabora con la Cadena Ser y es autor de dos libros que reúnen sus crónicas. Licenciado en Periodismo por la Autónoma de Barcelona y en Interpretación por el Institut del Teatre, trabajó en el Teatre Lliure. Primer Premio Nacional de Periodismo Cultural, protagonizó la serie de documentales de TVE 'El reportero de la historia'.

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