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Un Rasputín de pega para Puigdemont

Víctor Terradellas, investigado por desvío de subvenciones, ‘vendió’ al expresidente apoyo internacional a la independencia

Carles Puigdemont y Víctor Terradellas en Reus en 2017.
Carles Puigdemont y Víctor Terradellas en Reus en 2017.alba mariné

Hay a quien le encanta anotar hasta lo que no debería. Gemma Montull, condenada por saquear el Palau de la Música barcelonés, escribió en una libreta las comisiones de Ferrovial a Convergència (CDC). Josep Maria Jové, cerebro del 1-O, hizo de su Moleskine un dietario del procés... Víctor Terradellas, investigado por el desvío de subvenciones de la Generalitat, es un miembro de honor de la categoría. La Guardia Civil halló en su despacho libretas con todo tipo de notas: sobre el “patriotismo” de los mandos de los Mossos, sobre estrategia política (“Putin”, “unificar bitcoin”, “Estado protector”) e incluso sobre la posibilidad de crear un Ejército con mercenarios norteamericanos.

Pero Terradellas no se conformaba con ser un amanuense. También quiso ejercer como una suerte de Rasputín de pega con Carles Puigdemont. Terradellas asesoró al entonces president sobre relaciones internacionales, le presionó para declarar la independencia, le persiguió con extensos mensajes de WhatsApp cuando ya no le hacía caso y renegó de él tras su huida a Bélgica: “Puigdemont ha sido un fracaso”.

Las conversaciones que Terradellas y Puigdemont mantuvieron entre 2015 y 2017 constan en el sumario de la investigación del supuesto fraude masivo en subvenciones de la Diputación de Barcelona y del Govern. Parte de ese dinero, según sospecha el juez, pudo servir para financiar el procés a través de Catmón, una entidad presidida por Terradellas que promueve “el reconocimiento de la nación catalana” en el exterior.

De Terradellas, nacido en Reus (Tarragona) hace 56 años, se recuerdan sus apariciones en el Parlament, donde aplaudía a rabiar a los suyos y abucheaba y daba pisotones en el suelo cuando intervenían, por ejemplo, los diputados de Cs. En 2011 fue nombrado secretario de Relaciones Internacionales de CDC con Artur Mas, de quien se considera una persona de confianza, al frente de la Generalitat.

En sus whatsapps, el presidente de Catmón da instrucciones (casi órdenes) a Puigdemont; le habla casi como si fuera su jefe o, como dice la Guardia Civil, “desde una posición preeminente”. “Sería bueno hacer un llamamiento a los municipios de Cataluña a que repiquen los campanarios a la hora que el presidente entre en el juzgado”, le escribe en una ocasión. “Hablamos, pero los campanarios son de la Iglesia”, replica Puigdemont.

Terradellas, con experiencia en ONG y en el ámbito internacional —la investigación sospecha, sin embargo, que las ayudas a Catmón están llenas de irregularidades—, alardea de sus contactos. Y los pone al servicio de la secesión. Así se lo hace saber a Puigdemont. En plena preparación del 1-O, le conmina a hablar con Joachim Rücke, diplomático alemán. Puigdemont le pide que lo haga el entonces consejero Raül Romeva para evitar “mistakes lingüísticos” por su mayor nivel de inglés. Pero Terradellas replica: “No, yo creo que tienes que hacerlo tú. Dame tres minutos y te confirmo qué es mejor”.

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Su tarea como supuesto consejero áulico se intensifica antes y después del 1-O. “Os paso informe confidencial”; “mejor hablar por Telegram”; “me gustaría que leas una carta mía”; “si haces un discurso de ruptura recuerda la recomendación que nos hicieron desde Eslovenia”, etcétera. Puigdemont le contesta la mayoría de las veces y hasta se interesa por sus ideas, como cuando le transmite que la periodista Mònica Terribas, de Catalunya Ràdio, “tiene una estrategia buenísima” para el 1-O y le conmina a “escucharla”.

El Rasputín convergente llega a su apogeo el decisivo 26 de octubre, cuando Puigdemont debe decidir entre convocar elecciones o proclamar la independencia. Terradellas quiere verle pues, supuestamente, pueden contar con apoyo de algún emisario del presidente ruso, Vladímir Putin. “Ni nos has escuchado; creo que nos lo merecíamos”, le reprocha Terradellas. El president se excusa: “No tenía ya margen. Y el escenario era devastador para Cataluña”. El consejero sigue a lo suyo: “Nos habían garantizado declaración esta tarde Gorbachov. Dinero por parte chino”. Incluso llega a pedirle que retrase su comparecencia para atenderle. En días posteriores, Terradellas insiste con sus whatsapps. “Ahora toca jugar y ganar la partida de las legitimidades. ¡Contigo siempre!” Pero Puigdemont ya no le escucha: se ha fugado a Bruselas.

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Sobre la firma

Jesús García Bueno
Periodista especializado en información judicial. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona, donde ha cubierto escándalos de corrupción y el procés. Licenciado por la UAB, ha sido profesor universitario. Ha colaborado en el programa 'Salvados' y como investigador en el documental '800 metros' de Netflix, sobre los atentados del 17-A.

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