La ciudad más dinámica
La capital está de moda entre los ejecutivos internacionales, según observa José Carlos Díez, por su calidad de vida. Por faltarle, le falta más emprendimiento
Nací un verano en Palencia y viví mi primer año de vida en Las Palmas pero desde entonces he vivido en Madrid. Como economista observador me encanta viajar por el mundo pero pasado unos días ya añoro volver a Madrid. El siglo XXI vive un renacimiento de las ciudades y Madrid es la ciudad más dinámica de Europa, con crecimientos del empleo que triplican a otras capitales europeas.
¿Cuál es el secreto de su éxito? Un alto ejecutivo de una multinacional del Silicon Valley me lo explicó con sencillez. Madrid tiene un excelente aeropuerto, bien conectado con Europa y el mundo. Hay un metro que te lleva desde el aeropuerto al centro de la ciudad en veinte minutos a cinco euros. El precio del metro cuadrado de alquiler de oficinas cuesta una tercera parte que en Londres. Y los ingenieros españoles tienen muy buena formación y cuestan la mitad que en Londres.
No obstante, hay más ciudades en Europa que ofrecen eso. La clave, me explicó, es la calidad de vida. La multinacional hace encuestas a sus trabajadores en todo el mundo y los que están en España son los más felices. Tienen un programa de rotación de ejecutivos por el mundo y sólo lo incumplen en España. Cuando mandan a uno a Madrid no se quiere volver a ir. Esa empresa tiene previsto triplicar su empleo en España en los próximos años y lo están cumpliendo.
¿Qué le falta a Madrid? Le faltan, principalmente, más empresarios innovadores, como los del Silicon Valley, que puedan desarrollar proyectos empresariales rentables en entornos globales y pagar salarios más altos de los que pagan los actuales. Le falta calidad del aire. Cuando llega el anticiclón de las Azores y sale el sol y no hay viento se pone una boina negra encima de la ciudad y todos los madrileños y los que nos visitan son fumadores pasivos. Le falta vivienda en alquiler. Le falta inversión para renovar su red de transporte público y una regla de gasto mal diseñada se lo impide. Y le falta corregir la elevada y creciente desigualdad para seguir saliendo a pasear de noche por el centro de la ciudad sin temor a que te atraquen.
Madrid debe liderar la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La operación Chamartín debe ser un centro de innovación de las nuevas tecnologías de movilidad que vamos a usar en el futuro próximo. Los madrileños debemos romper la maldición española del que inventen otros. El Estado y el sector privado deben cooperar para que esas nuevas innovaciones se desarrollen en Madrid y en España. Igual que tratamos a los turistas como un madrileño más, los nómadas digitales del mundo y especialmente europeos deben querer venir a Madrid. Da igual donde haya nacido el innovador, lo importante es que viva y cree empleo en Madrid y en sus ciudades satélites que están conectadas por trenes de alta velocidad.
La clave para revertir la desigualdad es la educación pública de calidad que permita la igualdad de oportunidades. Como nos enseñó Olof Palme, el problema no es que haya ricos en Madrid, nuestra preocupación debe ser que no haya pobres. Nuestros niños deben aprender los nuevos lenguajes de las máquinas y la inteligencia artificial, además de todo lo que ya aprenden. Y la calidad en las escuelas públicas, donde van los niños de menor renta que no pueden pagar el complemento escolar de 150 euros al mes, deben tener la misma calidad que en los colegios concertados.
El pasado de Madrid es incierto pero su futuro es ilusionante.
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