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El estrés de controlar 3.500 vuelos al día

El centro de gestión del tránsito de aviones del Mediterráneo español afronta un agosto de actividad récord con más de 3.500 vuelos diarios

Sala de control del Centro de gestión aérea de la región este de España, en Gavà (Barcelona).
Sala de control del Centro de gestión aérea de la región este de España, en Gavà (Barcelona).Albert Garcia
Cristian Segura

Poco más de 150 pequeños cuadrados de colores, cada uno representando un avión, se desplazan a la una del mediodía del miércoles por un mapa digital que reproduce la mitad de España, de La Junquera a Málaga. 3.500 de estos cuadrados cruzarán por la pantalla al finalizar el día. Frente a los monitores, en una nave identificada como área crítica de seguridad, se sientan los controladores del Centro de control aéreo de la Región Este, en Gavà (Barcelona). De fondo se repiten voces enlatadas de los pilotos. El ambiente en la nave es de una tensión contenida. “La gente se imagina gritos y estrés, pero el trabajo de los controladores no es así, aunque por supuesto hay momentos de presión”, explica Alejandro Muñiz, portavoz del departamento de comunicación de ENAIRE, la empresa pública que gestiona la navegación aérea en España.

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El cuartel general de ENAIRE en Gavà quiere transmitir una calma zen. Rodeado de los campos agrícolas del Llobregat y de jardines para desconectar, el edificio es diáfano y rebosante de luz solar, excepto en la sala de operaciones de los controladores: esta se encuentra en una media penumbra, con una iluminación indirecta milimétricamente estudiada para que no haya reflejos en los monitores.

No hay gritos ni carreras contra reloj como en las películas, pero en las paredes del centro de Gavà cuelgan carteles que recomiendan llamar a un número de teléfono de asistencia en caso de “incidente crítico de estrés”. Frente al espacio de trabajo de los controladores están las “salas de relax”: por ley, los controladores deben descansar treinta minutos cada dos horas. Gavà supervisó en 2018 casi la mitad de los 2,09 millones de aviones que operaron en territorio español, tanto los que aterrizaron o despegaron de los aeropuertos bajo su supervisión —El Prat es el principal foco de actividad— como los que sobrevolaron su espacio aéreo, incluyendo los que están en ruta entre países terceros —el 21% del total. ENAIRE cuenta con 21 torres de control aeroportuarias y cinco centros de control de navegación —el mayor es el de Torrejón de Ardoz, en Madrid.

La actividad aérea de la Región Este aumentó en 2018 un 4,2%. Este verano será de máximos, apunta la directora del centro, Laura Garcés. El 20 de julio se produjo el récord de aviones que operaron en España en un solo día: 7.441. De estos, 3.847 fueron monitorizados por el centro de Gavà. Garcés cree que a principios de agosto puede caer un nuevo récord. La plantilla activa en estos meses de verano es un 30% superior a la de los meses de invierno. La situación incide también a nivel medioambiental: la Comisión Europea ha abierto un expediente sancionador por la contaminación atmosférica en el área metropolitana de Barcelona, causada por el tráfico de automóviles, pero también por la actividad aeronáutica en El Prat.

Un mapa de la sala de control de Gavà.
Un mapa de la sala de control de Gavà.Albert Garcia
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Helena Moreno, jefa de los controladores de la Región Este, explica que Eurocontrol, la organización para la seguridad de la navegación aérea en Europa, estudia cómo replantear el mapa aéreo europeo para evitar su saturación. Una primera consecuencia de ello es que el espacio aéreo español acoge este año 160 vuelos diarios internacionales extra para descongestionar otras rutas europeas. ENAIRE ha activado en 2019 el plan Barcelona A Punt, que ha introducido mejoras tecnológicas. También se ha continuado con el incremento de plantilla, presionado por una amenaza de huelga que se produjo en verano de 2018: en 2017, en Cataluña había 392 controladores, cifra que pasó un año más tarde a 450. Según el plan para 2019-2020 de la compañía, en la actual temporada de verano se alcanzarían los 490 controladores en la Región Este.

La incorporación de personal se visualiza en el área de formación de centro de Gavà, una sala que simula la nave de control de operaciones. Doce nuevos controladores realizaban el miércoles ejercicios para adaptarse a las especificidades de la Región Este. Los controladores trabajan en pareja —uno es el ejecutor de las acciones y el otro, el planificador— y se responsabilizan, o bien de la aproximación de las aeronaves a los aeropuertos —sea la salida o aterrizaje—, o bien de su vuelo en ruta. En los aviones en ruta, cada pareja se encarga de uno de los sectores en los que se divide el territorio. “Solo en un vuelo entre Barcelona y Madrid intervienen 16 controladores”, dice Muñiz.

Las recientes huelgas de personal de tierra en El Prat no afectan a su trabajo, asegura Garcés: hay un límite de aviones que pueden estar en un sector por hora. Si hay riesgo de superar el límite, Eurocontrol restringirá la entrada de nuevos vuelos.

Una tormenta excepcional

Laura Garcés, directora de control aéreo de la Región Este, asegura que el Mediterráneo en Cataluña supone para la navegación aérea más dificultades de lo que la gente se imagina. Además de las condiciones atmosféricas cambiantes en una geografía montañosa, las tormentas de verano son un campo minado que obliga a recurrentes cambios de rutas de los aviones, a mantener a estos en espera en el aire si tienen que aterrizar en El Prat, o incluso a desviarlos a otros aeropuertos. La normativa prohíbe que un vuelo cruce una tormenta eléctrica. La tempestad que afectó a Barcelona el 27 de julio es una de las pocas ocasiones en las que el aeropuerto barcelonés tuvo que cerrarse al tráfico. Esto sucede una o dos veces al año, según Helena Moreno, máxima responsable de los controladores de la Región Este. El centro de Gavà ha incorporado desde este julio a cuatro meteorólogos que ofrecen asesoramiento presencial las 24 horas. Es el primer centro de control aéreo de ENAIRE que cuenta con expertos en meteorología en su equipo.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario 'Avui' en Berlín y en Pekín. Desde 2022 cubre la guerra en Ucrania como enviado especial. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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