La Generalitat vacía un vertedero en Seva tras aparecer baches en la C-17
El Gobierno catalán admite que es una “situación de peligro grave”
La aparición de baches en la C-17 encendió las alarmas hace más de un año. La Generalitat comprobó que, junto a la carretera, la montaña donde se encuentra el vertedero de Sant Antoni, en Seva (Osona), se mueve a un ritmo de dos centímetros cada mes. Ante el riesgo para la seguridad, deberá invertir diez millones de euros para vaciar parcialmente el vertedero, ubicado en una antigua cantera. El Gobierno catalán admite que es una “situación de peligro grave” y apunta, como origen, a un problema de estabilidad de un talud de la carretera. Los vecinos, en cambio, lo atribuyen a las actividades en la cantera.
La Generalitat declaró hace ya un año la “emergencia” para ejecutar las obras, pero se paralizaron por “motivos administrativos” y no se iniciaron hasta la pasada primavera. El proyecto incluye vaciar unos 300.000 metros cúbicos del vertedero.
En esa declaración de emergencia, Territorio explicó que los informes técnicos habían detectado “un movimiento de gran envergadura, de hasta 2,5 millones de metros cúbicos de material movilizado, con una velocidad muy elevada para un proceso geológico de este tipo”. El texto subraya la “situación de peligro grave”, ya que dos centímetros al mes es una velocidad “muy elevada a escala geológica” y “aboca a una situación de profunda alarma”. La resolución fue facilitada a los vecinos, pero no ha sido publicada en la web de Territorio porque, según el departamento, “este tipo de acto administrativo no lo requiere”.
Según los vecinos de las urbanizaciones más cercanas a la cantera —representados por la plataforma Stop Pedreres Osona— y tal y como avanzó el diario El 9 Nou, las obras debían comenzar en agosto. Pero se interrumpieron nada más empezar y no se reiniciaron hasta medio año después. Durante este tiempo, los técnicos hicieron un seguimiento del comportamiento del terreno. La Generalitat, por escrito, se limita a justificar la paralización por “motivos administrativos” y que “en una declaración de emergencia los plazos son una estimación”.
La alcaldesa de Seva, Maria Anna Pineda, se queja de que este aplazamiento de las obras “no es serio” e intuye que se podría deber a que el movimiento se aceleró tras un episodio de lluvias, pero después se estabilizó. Con todo, la edil critica la gestión de la problemática. “Si pasa algo y baja la montaña, los responsables somos nosotros”.
Los problemas en la C-17 no son nuevos para los vecinos ni para la Generalitat. “La carretera se mueve y siempre se ha movido. Antes había una explotación de cal y el terreno es de arcilla, que es una piedra débil”, comenta la alcaldesa. Según la Xarxa C-17, que agrupa a la mayoría de ayuntamientos y empresas de la zona, el Govern ha invertido unos 60 millones en obras de mejora de la seguridad y de descongestión de la vía estos dos últimos años.
El punto más afectado es un tramo de 500 metros —en el kilómetro 43— entre los municipios de Centelles y Seva, justo a la altura del vertedero de Sant Antoni. Según abunda Territorio, los estudios apuntan a que “el origen de las deformaciones pueden ser un problema de estabilidad local del talud de la carretera que, por un fenómeno de rotura que se estaba desencadenando, producía la deformación de la calzada”. El Govern ha encargado estudios geotécnicos para delimitar la magnitud del movimiento, prever su comportamiento futuro e intentar buscar soluciones porque se detectó que el movimiento se producía “a un nivel más profundo de la hipótesis de partida”, admite Territorio. E insiste en que los técnicos “no han encontrado relación causal entre el movimiento y la cantera, pero sí ha determinado que la mejor solución posible es el vaciado de una parte del depósito” de Seva.
De hecho, en mayo de 2018, se paralizaron los trabajos de relleno de esta antigua cantera con escombros de la construcción, y no se han vuelto a reiniciar, según confirma Jordi Cornadó, responsable de Restauraciones Ambientales Catalanas, la empresa encargada del rellenado y restauración de la cantera, que está participada en un 20% por el Ayuntamiento de Seva. Cornadó también asegura que sus estudios “indican que la montaña se está moviendo por debajo del vertedero, pero es toda la montaña la que se mueve y la que está arrastrando el vertedero”.
Bajo investigación
De forma paralela, en marzo se licitó un estudio para buscar alternativas a largo plazo a este tramo de carretera, “que ha presentado gran cantidad de patologías de forma continuada durante los últimos años y especialmente desde 2005”, asegura la memoria de la licitación, con un valor de 780.000 euros. La alcaldesa de Seva apunta que una de las opciones que se baraja es construir una nueva carretera por encima de la actual en el tramo afectado.
Por su parte, los vecinos piden que “las cosas se queden como están” y se quejan de las molestias de ruido y polvo debido al trajín de camiones, que se suman a las que padecieron durante la explotación de la cantera y el rellenado con escombros. Tampoco entienden que, mientras tanto, se mantenga la actividad en la cantera del Fitó, situada a escasos metros. “Casi semanalmente se hacen voladuras y las casas tiemblan”, se quejan.
Hace años que la cantera de Sant Antoni es el foco de polémicas y sospechas. Los vecinos denunciaron ante los Mossos que se estaban almacenando materiales prohibidos, incluido amianto. En 2012, el Ayuntamiento, entonces en manos de una plataforma vecinal, denunció al alcalde anterior, Josep Palmarola (CiU), por presuntas irregularidades durante su gestión, incluyendo el vertedero. La Fiscalía confirma que actualmente los Mossos están investigando “la constitución, gestión y actuaciones derivadas” de dicho depósito.
Polémica tras hallar biogás
El vertedero de Sant Antoni también es foco de la polémica por unos gases en una grieta en el terreno y de un pozo de lixiviados. En noviembre, unos análisis de la Universidad Politécnica, encargados por el Ayuntamiento de Seva, determinaron que las emisiones tenían “un perfil típico de biogás procedente de la descomposición de materia orgánica”. Los vecinos se quejaban del fuerte olor a azufre y aseguran que se han vertido materiales no autorizados, ya que en ocasiones vieron aves que entraban a comer. La Agencia Catalana de Residuos solo explica que en un vertedero de escombros de la construcción “no puede entrar materia orgánica”. Jordi Cornadó, responsable de la empresa gestora del vertedero, defiende que entre los escombros “puede colarse madera, tierra o raíces del derribo de una casa”.
La empresa encargó otro análisis, esta vez a una ingeniería privada, para medir la presencia de metano, un gas peligroso por su alto riesgo de explosión. Las mediciones revelaron que la concentración de metano hallado es “incapaz de formar mezclas inflamables” y que el biogás es “prácticamente inexistente”. Lo que sí detectaron en la grieta es que “se superan las concentraciones de referencia” de terpenos [compuestos orgánicos] e hidrocarburos aromáticos.
Los vecinos aseguran que los estudios no se deben centrar solo en la presencia de metano. “Sabemos que no hay riesgo de explosión, pero también queremos saber qué estamos respirando”.
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