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Los vecinos claman contra la aglomeración de autobuses en la ronda Universitat

El Ayuntamiento asume las quejas pero lanza la pelota a los entes supramunicipales

Alfonso L. Congostrina
Aglomeración de autobuses en la ronda Universitat de Barcelona
Aglomeración de autobuses en la ronda Universitat de BarcelonaAlbert Garcia

Los vecinos de la ronda Universitat, una de las arterias más concurridas de Barcelona, están hartos de los autocares. El vecindario asegura que su calle se ha convertido en la “estación de autobuses central de Barcelona”, por el medio centenar de paradas que hay en los 350 metros de acera. A las críticas por el mal reparto de las paradas se suman las denuncias de contaminación acústica y la polución de los motores a ralentí. El Ayuntamiento asume las quejas pero lanza la pelota a los entes supramunicipales porque, asegura, excede sus competencias.

Los vecinos de la ronda Universitat aseguran que, al menos, hay 51 paradas de líneas en los 350 metros de aceras de la Ronda. En ese tramo se paran autobuses escolares y turísticos y también están las paradas de inicio y fin de trayecto de las líneas que conectan el centro de la ciudad con otros municipios del área metropolitana, pero también del Baix Llobregat, Garraf, Maresme o Bages. Los pocos vecinos que viven en unos pisos donde predominan oficinas y despachos aseguran que la situación es cada vez peor y mantienen que son víctimas de los excesos de la contaminación acústica y de emisiones contaminantes.

“No es fácil, el humo se transforma en polvo y ensucia. Es un continuo ir y venir de autobuses”, lamenta el portero del número 35 de la ronda Universitat, que se afana en mantener impecable el rellano de la finca. José Luis Bou es uno de los residentes del inmueble. “Siempre ha habido autobuses en esta zona, pero desde hace cinco años la calle se ha convertido en la estación central de autobuses de Barcelona”, lamenta.

En la capital catalana existen dos grandes estaciones de autobuses, la de Sants y la del Nord. Después existen otras más pequeñas como la de Sant Andreu Arenal. Ronda Universitat no es una estación pero la acumulación de paradas ordinarias y discrecionales complica la convivencia entre vecinos, tráfico de pasajeros y de mercancías.

“Los autobuses llevan más de 20 años en nuestra calle, pero últimamente la situación ha degenerado. Hay más de medio centenar de líneas, a lo que hay que sumar el cambio que experimenta la calle cuando se hace de noche y los supermercados y restaurantes reponen sus existencias. Hay camiones, carritos con ruedas haciendo carga y descarga. Es un panorama desolador que impide el descanso de los vecinos”, asegura Marius Armengol, uno de los fundadores del colectivo SOS Ronda Universitat.

Bou mantiene, además, que los conductores en ocasiones actúan con desprecio hacia los vecinos. “La mayoría dejan el motor en marcha cuando desencochan pasajeros, generando polución y ruido”, denuncia. “El pasado domingo, un autocar descargó a las tres de la tarde a unas decenas de turistas y estuvo aquí parado hasta las seis. Actúan con total impunidad, sabiendo que nadie les dice nada. Esta calle no debería ser un aparcamiento de autobuses”, agrega Armengol.

Paradas suprimidas

Los vecinos admiten que el Consistorio no se ha cerrado al diálogo, pero denuncian la falta de contundencia. El Ayuntamiento defiende que llevan meses trabajando en el Pacto para la Movilidad para “elaborar una reordenación de autobuses supramunicipales en toda la ciudad”. El Consistorio sostiene que, gracias a ese trabajo, se han suprimido las paradas del bus turístico que había en la calle Balmes, entre Ronda Universitat y la calle Pelai, pero admite que no es suficiente.

Una portavoz municipal asegura que continúan las conversaciones con “la Generalitat y el Área Metropolitana de Barcelona para detectar qué servicios de autobús supramunicipales se pueden desplazar a otra ubicación”. Las tres administraciones están de acuerdo en abordar el tema y saben que deben hacerlo con “las compañías que operan en la zona”. La estrategia del Consistorio pasa por limitar las operaciones de servicios de autobuses en el centro de la ciudad mediante la configuración de áreas intermodales.

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