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Los cuestionables argumentos en contra de Madrid Central

Las inexactitudes que nutren las críticas a la zona de bajas emisiones de la capital

Pablo León
Logo de Madrid Central en una calle de Madrid.
Logo de Madrid Central en una calle de Madrid. Álvaro García

Es un fracaso. Tanto el PP como sus socios Ciudadanos y Vox han criticado duramente Madrid Central (MC) aunque, después de las elecciones, Cs ha rebajado el tono. Los conservadores han descrito la medida como “ineficiente para disminuir el tráfico privado así como para reducir la contaminación”. Los datos evidencian lo contrario. Desde la implantación de la ZBE, el pasado 30 de noviembre, la contaminación ha descendido. El mes pasado, 14 de las 24 estaciones de medición de la polución de la capital presentaron los niveles más bajos de la última década. Si se analiza el primer trimestre de 2019 —que ha presentado alta estabilidad meteorológica, que agrava los problemas—, es cierto que la contaminación ha aumentado. Pero mientras en la capital subió un 19%; en la Comunidad aumentó un 29%. Además, no ha habido efecto frontera; es decir, que la contaminación no ha aumentado en los barrios aledaños a Madrid Central.

Provoca más atascos. El aumento de la congestión ha sido otro repetido argumento en contra de MC. En Gran Vía los vehículos descendieron un 25% en días laborables — un descenso del 34% en fines de semana—, según datos municipales. En general en todo el perímetro ha disminuido la congestión. Una bajada ha llegado hasta la M-30: un 0,54% menos en días laborables y un 6,2% en festivos. Además, los viajeros de transporte público aumentaron: 25.000 viajes más al día en EMT en la zona; 50.000 en toda la red.

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In English: The end of Madrid’s low-emissions zone?

Comerciantes arruinados. Los comercios del centro perdieron un 15% de sus ventas las primeras navidades que se restringió el trafico en Gran Vía, entre diciembre de 2016 y enero de 2017. También dijeron que perdieron otro 15% cuando se instauró MC. Más allá de los datos, por ahora no se han aportado balances económicos. En el último informe de Tráfico Peatonal y CCP de las calles comerciales europeas, elaborado por TC Group y presentado el mes pasado, Gran Vía se consolida como la tercera calle más transitada de Europa, con un flujo medio diario que roza las 17.000 personas (16.741). Además, un informe de la consultora inmobiliaria CBRE concluye que la restricción del tráfico en el centro de Madrid tiene efectos positivos sobre el comercio y sobre la vivienda.

Por otro lado, mientras se ha hablado —y mucho— del impacto de MC en el comercio, se ha comentado mucho menos cómo ha afectado el cierre de las estaciones de Metro de Gran Vía y Sol. La primera —por la que pasan más de 44.000 viajeros diarios— lleva más de un año cerrada. La segunda es un punto clave de la movilidad madrileña: es la estación más usada del suburbano; el año pasado circularon por ella más de 24 millones de personas, según la memoria de Metro. Sol ha estado un mes cerrada debido a un incidente en las obras del complejo de lujo Canalejas, que afectó a toda la circulación de la línea 2.

Improvisación e ideología. Para el nuevo ejecutivo municipal, MC se aprobó sin estudios técnicos ni análisis. Esta tajante afirmación se tambalea: hay un estudio de la Universidad Politécnica al respecto. Además, las primeras Áreas de Prioridad Residencial —donde solo se permitía entrar a residentes, transporte público, emergencias y carga y descarga— se aprobaron en 2005, con Alberto Ruiz Gallardón (PP) al frente de Cibeles. Su sucesora, la también conservadora Ana Botella, continuó esa labor y esbozó un cierre del centro, semejante a MC. Las APR se podrían considerar zonas de bajas emisiones; de hecho, el mecanismo de funcionamiento es muy semejante.

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Por otro lado, en Europa, 280 ciudades —gobernadas por partidos de derechas, de izquierdas o liberales— tienen ZBE instauradas desde hace años y en algunos casos, décadas. Mientras Madrid Central ocupa 4,6 kilómetros cuadrados y afecta a 3,1 millones de personas; la Low Emission Zone de Londres supera los 1.500 kilómetros cuadrados y atañe a más de 13 millones de personas. Berlín, con poco más de tres millones de habitantes, restringe la circulación en el interior de una de sus circunvalaciones (semejante a la M-30) lo que representa 88 kilómetros cuadrados de su territorio.

Excluyente y elitista. La Plataforma de Afectados por Madrid Central —que también ha rebajado las críticas a MC después de las elecciones municipales— utilizó este argumento. Su eslogan era: “Soy pobre, pero digno”. Desde las derechas lo definieron como “el búnker de Carmena”. Ese supuesto aislamiento es una falacia. Por el centro de la capital pasan 70 líneas de autobús; seis líneas de metro; 4 estaciones de Cercanías (con paradas en Sol, Atocha, Embajadores y Recoletos); y funcionan 57 estaciones del servicio público de bicicletas BiciMad. Además, en la capital operan varias compañías de carsharing (coche eléctrico compartido como Car2Go, Zity o Emov), así como de motorsharing (eCooltra; Muving). También hay taxis (existen 27 paradas en la zona afectada) o empresas de VTC (como Uber y Cabify).

Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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