é-construir la ciudad: conjugando un nuevo futuro perfecto
La Marina de Valencia acoge el mayor festival europeo sobre innovación urbana
Que Valencia haya quedado finalista junto a la ciudad india de Bangalore para disputarse la capitalidad mundial del Diseño en 2022, pocos días antes de acoger el Placemaking Week Europe 2019 —el mayor festival europeo sobre el futuro urbano, con más de 400 acreditados entre arquitectos, urbanistas, sociólogos, economistas, diseñadores, artistas, activistas y hasta políticos, con pasaportes de 50 nacionalidades—, no es casualidad. Así lo explica Ramón Marrades, Director Estratégico de La Marina de Valencia, consorcio organizador, junto a otras entidades, que acoge el evento.
“Llevamos ya tres años metidos de lleno en la tarea de recuperar el espacio público, apostando por el diseño como forma de mejora de una ciudad, muy inspirados en el Project For Public Spaces, un movimiento surgido en Estados Unidos dedicado a reinventar estos espacios”. Y cita el caso de Times Square, en Nueva York, reconfigurado para adaptarse mejor al tráfico peatonal y reducir los impactos negativos del tráfico motorizado, con estrategias comerciales para diversificar la atracción del distrito y nuevas programaciones con actuaciones y mercados. O las políticas para seguir mejorando la movilidad sostenible en ciudades como Ámsterdam. “La idea es que la ciudad la construimos entre todos. Es el espacio público el que construye una ciudad y los expertos en la materia son los propios ciudadanos”. Una forma de entender la metrópoli que remataba el alcalde de Valencia, Joan Ribó, durante la presentación del encuentro: “Sólo tendremos éxito en crear ciudades adaptadas a las necesidades de las personas si son personas las que diseñan su ciudad en conjunto”.
“En ese sentido”, concluye Marrades, “Valencia ya se postula como modelo mundial a nivel de desarrollo urbano inclusivo”. Y todo ello sin necesidad de hacer gala de una gran pompa y boato. “Nos preocupan los casi ocho millones de personas que visitaron La Marina el año pasado”, reflexionaba Vicent Llorens, director general del Consorcio Valencia 2007, el organismo que la gestiona. Así, destacaba “el poder de lo bello y lo poderoso en las pequeñas acciones”, como “una de las claves para el proceso de activación productiva y apropiación ciudadana de La Marina”, protagonista de “una transformación de la línea de costa de referencia internacional”. Véase la recuperación de la antigua pérgola modernista con conciertos de rock y de música de las bandas de Poblats Marítims, o la reciente inauguración de una piscina urbana natural de agua salada que “retoma la vieja costumbre de bañarse en el puerto”.
Solucionar problemas desde la creatividad
Cuatro días que han cobijado a 150 ponentes y han generado 20 clases magistrales y más de tres docenas de talleres, entre La Base y el Tinglado 2, en torno a cinco cuestiones clave: la creación de lugares para la innovación, la burocracia creativa, el intercambio de prácticas para la creación de lugares, el futuro de las ciudades a través de la creación de lugares y los frentes marítimos.
Fred Kent, artífice del placemaking y padre putativo de todo placemaker, defendía que “los mejores lugares tienen la mejor vida social”, reivindicando a los propios ciudadanos como “los expertos reales en el diseño de las ciudades”. “A todos nos atraen los buenos lugares, florecemos en ellos. Y al crear lugares que se llenen de gente, que funcionen, habremos tenido éxito en su diseño”. En ese contexto, Kent destacaba la transformación de La Marina, que “solía ser un desierto y ahora se ha convertido en un lugar fantástico”. De tal modo, elogiaba la apertura del área de baño en el muelle como una iniciativa que fomentará la convivencia: “El placer del agua. Tienes que estar cerca, tienes que tocarla”.
Charles Landry, creador del concepto de “ciudad creativa”, definida por él mismo como “aquella que siempre se hace preguntas tipo, ¿cómo definimos prosperidad?, ¿es dinero u otra cosa?”, desgranaba en un taller la “burocracia creativa”. La necesidad de repensar las reglas y las formas de comunicación en el siglo XXI. Mientras, defendía las ciudades “centradas en el ser humano, en personas con derechos y responsabilidades”. Y exponía la necesidad de “planificar con imaginación”, buscando soluciones a los retos de la urbe del siglo XXI desde la creatividad y la participación. “La Administración ha de ser facilitadora y crear conexiones entre el sector público, el privado y la propia Administración”. Y con ello, “hacer visible lo invisible”. Sobre todo, “el talento y la imaginación”. Un compromiso que trasladaba, de igual modo, a los medios de comunicación: “La prensa también ha de sacar las cosas buenas”, afirmaba.
Semana laboral de cuatro días, una solución “valiente”
El futuro del trabajo también ha tenido su hueco durante estas jornadas. Will Stronge, miembro del think tank Autonomy Institute, explicaba la propuesta de su equipo de aplicar la semana laboral de cuatro días. Una “solución valiente” para disminuir el desempleo y la precariedad laboral, establecer un nuevo modelo de distribución de la riqueza, ganar tiempo para la familia, el ocio y el relax, y promover relaciones igualitarias entre hombres y mujeres. “Menos trabajo y mejor trabajo; la semana laboral de cuatro días es una propuesta para afrontar la crisis de nuestro modelo económico”.
Las conclusiones, como los centenares de corrillos multicolor que han moteado estos días de intercambio de ideas bajo el sol del Mediterráneo, parecen confluir en lo mismo: situar en el centro a las personas, mejorar la comodidad, accesibilidad y belleza del espacio público hasta sentirse en la calle como en casa; darle vida con actividades. El mantra, “el éxito es cuando ves un lugar con gente”.
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