“Un incendio en la Plaza Mayor sacó del ostracismo al Cristo de Medinaceli”
Enrique Guevara recupera la historia de la Archicofradía en un libro con datos y fotografías inéditas
Una enorme hilera de personas serpentea por el barrio de las Letras. La imagen se repite el primer viernes de cada marzo, cuando se celebra el tradicional besapiés del Cristo de Medinaceli, conocido como el Señor de Madrid. Es una de las tallas que más devoción despierta en la capital, donde llegó a finales del siglo XVII. La cofradía se fundó en 1710. Ahora la integran más de 5.000 hermanos y procesiona el Viernes Santo. El economista Enrique Guevara (Madrid, 40 años) lo sabe todo de ella. Ha recuperado su historia en El Cristo de Medinaceli y su Archicofradía, donde incluye datos y fotografías inéditas.
¿Qué aporta su libro?
Se ha escrito mucho sobre el Cristo de Medinaceli. Se han usado datos veraces, pero inconexos. Los que aporto son inéditos y para eso utilizo las actas de la hermandad. Me he limitado a transcribir la historia.
Por ejemplo…
Incluyo las actas fundacionales de la Archicofradía. Gracias a ellas conocemos cómo se estructuraba en sus inicios.
¿Alguna novedad?
Las actas demuestran cómo la institución permitía inscribirse a las mujeres, algo poco común en el siglo XVIII. También se pone en valor el origen aristócrata con la Casa de Medinaceli.
¿Cómo llegó la imagen a la capital?
Los capuchinos la llevaron a La Mamora, al norte de África, donde vivían españoles. La ciudad cae en 1681. Son esclavizados y sus pertenencias, vendidas. Los trinitarios viajan para rescatar cristianos y la compran. Llegó aquí un año después envuelto de leyendas milagrosas.
¿Cuál es su anécdota favorita?
A mediados del siglo XVIII se suprimieron varias procesiones, entre ellas la del Cristo de Medinaceli. Estuvo sin salir 40 años. En 1790 se produce un gran incendio en la Plaza Mayor que conmociona al pueblo. El Gobierno pidió procesionar la imagen y se mitigaron las llamas. Como agradecimiento, se le concedió el permiso para volver a salir. Sin aquella pragmática quizás no hubiese procesionado nunca más.
¿Qué significa el Cristo de Medinaceli para Madrid?
Es el alfa y el omega de un sentir devocional. Un baluarte al que se le piden favores y se dan las gracias.
¿Dónde nació su fervor?
Me ha gustado la Semana Santa desde la adolescencia. He estudiado su historia. El Cristo de Medinaceli es especial. Por algo tiene réplicas en todo el mundo.
¿Por qué la capital no es una referencia estos días?
Por las dimensiones de la urbe y el trasiego laboral. Ocurre con otras fiestas. El carnaval, por ejemplo, pasa desapercibido para quienes no viven en el centro. Los madrileños proceden de distintos lugares y cuando llega Semana Santa vuelven a sus raíces.
¿Qué característica tiene?
Nuestra Semana Santa es singular por su eclecticismo. Tiene siglos de historia, pero se fragua a partir de la posguerra. Hay que reinventarla. Quienes llegan traen sus devociones e implantan una forma de ver la fiesta.
¿Hacia dónde camina?
La evolución en toda España es hacia el estilo sevillano. Triunfa porque es el más espectacular, el más llamativo. Madrid tiene imaginería de renombre, pero ha desatendido otras cosas, como los pasos, las prendas o los símbolos.
¿Teme que se pierda la tradición?
No, porque trasciende lo religioso. También existen elementos culturales, artísticos y antropológicos. Lejos de desaparecer, creo que vive su particular Siglo de Oro. Hay un boom en las últimas tres décadas favorecido por Internet y las comunicaciones.
¿Qué es una Archicofradía?
Una cofradía de cofradías. Esta fue la primera en dar culto a la imagen de un Jesús cautivo y a raíz de ella han surgido otras.
¿Qué distingue al Cristo de Medinaceli?
Hay muchas imágenes de categoría, pero esta gana en raigambre. Es el Cristo del padre de nuestros padres y de los hijos de nuestros hijos.
¿Esta es una cofradía elitista?
La fundan 142 nobles, pero no era necesario serlo para formar parte. El duque de Medinaceli fue su primer Hermano Mayor y las raíces nunca se pierden. Ha estado muy vinculada históricamente a la clase política y la aristocracia. En los últimos siglos la Corte ha estado en Madrid y ese apego de la Familia Real se mantiene.
¿Hay crisis de fe?
Existe una sociedad acomodada que a veces se distrae de aquello de lo que solo nos acordamos cuando lo necesitamos. Una sociedad obnubilada por el consumismo que ha transformado sus valores. La fe sigue latente.
¿Cómo se puede acercar a la gente?
Siempre ha habido preocupación por llegar al público. Hay que ser fieles al mensaje de Cristo. Disfrazar eso sería engañar al que se acerca.
Salvado por los republicanos
El Cristo de Medinaceli estuvo en la actual basílica (plaza de Jesús, 2) hasta la Guerra Civil, aunque era otro edificio. Al estallar el conflicto los frailes abandonaron el convento y guardaron la talla en una caja de madera en el sótano. El 17 de octubre de 1936 toma el templo un batallón republicano liderado por Margarita Nelken, que encuentra la figura, como demuestra una fotografía inédita que Guevara incluye en el libro. Los milicianos informan a las autoridades republicanas y estas deciden enviar el Cristo a Ginebra junto a los cuadros del Museo del Prado.
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