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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No solo tienen razón, tienen derecho

Llevamos años diciéndoles que hay que reciclar, que hay que ahorrar en recursos, que hay que consumir mejor… Ahora ellas nos lo devuelven exigiéndonos un compromiso mayor

Greta Thunberg en una manifestación ante el parlamento sueco el pasado 8 de marzo.
Greta Thunberg en una manifestación ante el parlamento sueco el pasado 8 de marzo. ILZE FILKS (REUTERS)

Hace 27 años de Río. En la Cumbre de 1992, una niña de 12 años, la canadiense Severn Suzuki, dejó helado al mundo ante la contundencia con la que explicó la necesidad de afrontar el mayor reto que tenemos como especie: el cambio climático. Hoy es otra niña, Greta Thunberg, la que encabeza un nuevo aldabonazo a nuestras conciencias con las movilizaciones de Fridays for Future.

Para los que tenemos responsabilidades hoy es una potente llamada de atención para los problemas de mañana. Tenemos que dejar de buscar excusas y dejar de echarle la responsabilidad a los demás. Cada uno y cada una debemos ver qué estamos dispuestos a comprometer para evitar que otra niña dentro de diez años – cada vez tenemos menos tiempo -, nos vuelva a recordar que no tenemos futuro si seguimos por ese camino.

En Madrid hemos iniciado esa senda, independientemente de la incomodidad que pueda generar o de los ciclos electorales. La respuesta de los madrileños y madrileñas ha sido sobresaliente, lo que evidencia que los miedos tampoco tienen base.

En este sentido, las ciudades estamos trabajando con una importante agenda climática. Estamos además, articulando espacios transversales de encuentro en un nuevo modelo urbano en el que ya no somos meros centros de consumo de energía y recursos. Somos nuevos espacios en los que afrontamos los problemas del presente, con las luces largas necesarias para albergar un futuro con salud ambiental, igualitario, inclusivo que cumple compromisos nos sólo legales sino con las generaciones futuras.

Un buen ejemplo de este planteamiento es Madrid Central. No es que sea innovador (y menos en una capital europea) establecer una Zona de Bajas Emisiones. Es la plasmación de cómo se compromete una comunidad consciente del reto al que se enfrenta. El éxito de Madrid Central, en su reducción de emisiones, en su impacto en la mejora de la movilidad, en su mejor convivencia en el espacio público es de los madrileños y madrileñas que, de manera general, se han comprometido para conseguir una ciudad saludable, sostenible y justa.

Lo que evidencia Madrid Central es que, a pesar de las renuncias que tengamos que hacer, -y no nos engañemos, tenemos que hacerlas-, los beneficios son tan grandes y tan colectivos que nos animan a todos a seguir en ese camino. Los que llevamos décadas en esto, vemos con mucha esperanza los frutos de una educación ambiental que no siempre ha sido valorada en su justa medida. Llevamos años diciéndoles que hay que reciclar, que hay que ahorrar en recursos, que hay que consumir mejor… Ahora ellas nos lo devuelven exigiéndonos un compromiso mayor. Y no sólo tienen razón, tienen derecho.

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Cada acción, por pequeña que sea, merece la pena. Se lo debemos a todas las Servern y a todas las Gretas del mundo, a los que ya están aquí y a los que vendrán. Como Thunberg ha dicho: “Sólo después de la acción, viene la esperanza”.

Inés Sabanés es delegada de Medio Ambiente y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid.

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