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Los comunes afrontan el 28-A en pleno desgarro

El partido de Colau arrancará la próxima semana las primarias sumido en una crisis tras la marcha de Alamany y la duda del futuro de Nuet

Àngels Piñol
La dipudata Elisenda Alamany sentada en su nueva ubicacion junto a los diputados de la CU.
La dipudata Elisenda Alamany sentada en su nueva ubicacion junto a los diputados de la CU.Albert Garcia

Catalunya en Comú encara este ciclo electoral en pleno desgarro tras la marcha de Elisenda Alamany, que ha pasado a ser diputada no adscrita y se sienta ahora en el hemiciclo junto a la CUP, y, sobre todo, con la duda de si Joan Josep Nuet, líder de EUiA, acabará siguiendo sus pasos. ERC ya ha revelado que negocia con ambos su posible incorporación a su candidatura. Dos días después de dejar el escaño, Alamany registró el partido Sobiranistes, nacido de la corriente comuns sobiranistes—la marca será Nova—, que aspira a traer a los electores del espacio más escorado hacia postulados secesionistas. La crisis, larvada desde hace tiempo y mal sellada en octubre, estalló justo después de la convocatoria del 28 de abril.

El sector independentista de los comunes siempre ha sido minoritario —las encuestas lo sitúan en una proporción de siete a tres— pero Catalunya en Comú se arriesga a perderlo. Las malas noticias se le acumulan: si la CUP decide el próximo domingo concurrir por primera vez a las generales también podrían dejar de sumar ese voto alternativo que hasta ahora iba a parar a su formación, a ERC o a la abstención. El Consejo Nacional de Catalunya en Comú acordó ayer el calendario de primarias, que se celebrarán entre el 12 y el 14 de marzo. Los candidatos a cabeza de lista, que se conocerán como muy tarde el jueves, basculan entre los tenientes de alcalde de Barcelona Jaume Asens (el preferido de Pablo Iglesias y muy activo en defensa de los líderes independentistas) y Gerardo Pisarello (con pocas opciones de ser elegido eurodiputado) o Joan Mena, de EUiA, y portavoz de los comunes.

Tras ganar de la mano de Xavier Domènech las dos últimas generales celebradas en 2015 y 2016, los comunes asumen en privado la imposibilidad de revalidar esa victoria. Pese a que se fundó en 2017 como una formación destinada a ser mayoría de Gobierno, el partido ha ido perdiendo oxígeno. El 21-D fracasó —ocho diputados frente a 11— y en poco más de un año se ha quedado sin Domènech y Alamany, el tándem que les dirigió. Salvo sorpresas, ninguno de los cabezas de lista que se barajan ahora reúne el perfil de Domènech, capaz tanto de atraer a independentistas como federalistas. El referéndum, a diferencia de entonces, ya no es su principal bandera y el partido ha acabado casi en tierra de nadie en medio de un electorado cada vez más polarizado entre constitucionalistas e independentistas. La dirección invierte ahora su principal energía en la alcaldía de Barcelona y jugar la baza de Colau.

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Alamany no tenía ya futuro en el grupo parlamentario desde que acusó a BComú y a Iniciativa de lastrar el proyecto, de traicionar sus principios y empequeñecerlo al estar prisionero de los aparatos de partido (en alusión a ICV). Su marcha se daba, por tanto, por hecha. Pero el mayor desgarro reside en si se va Nuet. La crisis es tan aguda que éste reveló que su partido se negó a financiar su asistencia jurídica. El diputado será juzgado junto al resto de miembros de la Mesa del Parlament en el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña por desobediencia. “Siempre dijo que haría lo que hiciera Elisenda”, recuerda uno de sus críticos. La realidad es que Comunistes, el partido de Nuet, uno de los tres socios de EUiA, está explorando coaligarse con ERC. El comité central lo debatirá el sábado. Izquierda Unida rechaza esa idea, y una treintena de cargos de EUiA han firmado un artículo pidiendo a Nuet que deseche su plan o que dimita.

Bajo la corrosiva pugna, se enfrentan dos estrategias ideológicas: la que reivindica un soberanismo “desacomplejado” que defendió desde el principio el compromiso con el 1 de Octubre —Nuet ha participado con naturalidad en mítines con independentistas y con la CUP— y la que se resistió hasta el final a participar en el 1-O aunque ahora lo elogie. Los comunes navegaron en esa ambigüedad hasta el final pero el choque entre las dos visiones era latente ya en la penúltima legislatura entre los ecosocialistas y los diputados de Podem.

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La fractura ideológica se ha extendido. Más allá de Barcelona, diversos socios de los comunes están pactando listas alternativas con vistas a las municipales en Badalona, Girona, Terrassa o Cerdanyola.

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