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La Universidad Rey Juan Carlos intenta reflotar su caótica clínica

Una auditoría duda que esta fundación, cuyo director ganaba 300.000 euros, pueda sobrevivir sin una inyección económica

Elisa Silió
La Clínica Universitaria-Universidad Rey Juan Carlos, en Alcorcón.
La Clínica Universitaria-Universidad Rey Juan Carlos, en Alcorcón. CARLOS ROSILLO

 En 2014 la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid (URJC) creó una fundación sin ánimo de lucro (no paga IVA) para externalizar las prácticas de su grado en odontología. De paso, la entidad ofertaría títulos de toda índole sanitaria y un servicio de dentistas en el que los estudiantes arreglarían bocas —bajo supervisión— a clientes dispuestos a pagar poco dinero. Muchos en su comunidad universitaria criticaron esta externalización, pues en su opinión se primaba la estrategia empresarial frente a la didáctica. Ahora, la última auditoría a la clínica, firmada el pasado junio, duda de su viabilidad económica tras tres años de pérdidas. En este escenario la universidad ha decidido menguar en 595.000 euros el canon que le paga el centro médico. El sueldo de su director, Luis Vázquez, suponía un gran gasto: 300.000 euros anuales.

La auditora cree que hay una “incertidumbre material” que genera “dudas significativas sobre la capacidad de la clínica para continuar en funcionamiento". Llega a esta conclusión porque el centro ha incurrido en unas pérdidas netas de 684.700 euros en 2017 y ese año su pasivo corriente excedía a los activos corrientes en 92.000 euros.

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En 2015 la fundación pagó a la universidad un canon de 150.000 euros por la cesión de la clínica, los suministros y la prestación de servicios. Al año siguiente, la factura fue de 700.00 euros, el pasado de 715.000 y este de apenas 120.000. Un portavoz de la URJC afirma que este sustancial recorte en el canon es obra de la “anterior gerente”, en alusión a Teresa Sánchez Magdaleno, mano derecha del anterior rector (Fernando Suárez), a quien el campus tiene abierto un expediente por el caso Cifuentes. Este diario no ha logrado hablar con la ex gerente.

La clínica, explica el portavoz, está trazando un plan de viabilidad a tres años y se establecerá un nuevo canon. Al campus, según esta fuente, no le preocupa la fundación porque “no es un negocio, tiene precios sociales, atiende por ejemplo a saharauis de forma altruista…”.

La clínica no cubre gastos con los pagos de los 41.000 pacientes (2,6 millones) —que incluyen ahora también consultas de fisioterapia o psicología— y las 1.000 matrículas de los 35 posgrados y cursos de expertos (2,4 millones). Porque el centro hospitalario no recibe subvenciones públicas y apenas consiguió en 2017 223.000 euros de aportaciones privadas.

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“Las estimaciones contables continúan constituyendo una fuerte debilidad para el área de administración, pues el registro contable se guía por el criterio de caja y al cierre de ejercicio no dotan de provisiones”, aprecia la auditora. La firma, según explica en el informe, ha alertado a la dirección de la clínica sobre la falta de un registro de ingresos y gastos riguroso en 2017, sobre el descontrol del mobiliario y de los sistemas informáticos, o sobre que en su registro contable no aparecía el utillaje cedido por la URJC, que ni siquiera había sido tasado.

Aunque la clínica ha puesto en marcha estrategias para remontar el déficit patrimonial a corto plazo, la auditora sigue pensando que el negocio no va a ser rentable. Entre otras medidas, se pretende animar a los alumnos y profesores de la URJC a que utilicen sus servicios clínicos. Además, la intención es contratar a personal a tiempo completo, en vez de a tiempo parcial. El año pasado había 260 personas con una nómina por “prestación de servicios”. Y el centro se ha propuesto celebrar concursos más transparente de proveedores (procedimiento armonizado de contratación)

Para paliar el déficit contable, la entidad también ha decidido sustituir a los cargos con “sueldos elevados, por otros más acordes a la situación económica de la fundación”. El primer afectado ha sido Vázquez, quien como director de la clínica ganaba 102.000 euros, más un extra de 62.000 como “otras remuneraciones”, según las cuentas de la clínica. Aunque el rector actual, Javier Ramos, asegura que con otros conceptos alcanzó los 300.000 euros anuales.

En el consejo de gobierno del pasado mayo Ramos dijo que tras conocer su sueldo “de inmediato” quiso echar a Vázquez, quien presentó por sorpresa una cláusula de indemnización (111.000 euros) firmada por su Suárez. Según Ramos, se llegó a un acuerdo extrajudicial y se abonó al exdirector una cantidad menor. La URJC no precisa cuánto.

A Vázquez le ha sustituido como director Daniel Álvarez Cabo. Este doctor dimitió en febrero de 2017 como portavoz de Sanidad de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid “por motivos personales”. Aunque la prensa le situó de vuelta en su puesto en la sanidad pública, el político se convirtió dos meses después en el gerente de la clínica, con un sueldo de 62.000 euros, y desde mayo es su director.

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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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