Mercerías 1-Casas de apuestas 0
Varios vecinos se han levantado contra una epidemia silenciosa que ya está causando estragos
Fajas, sujetadores, bragas de todas las tallas y combinaciones, esa especie de falda que se usaba para que lo que llevabas encima no se transparentara. La lencería era diferente antes, no cabe duda. La vendían en las mercerías, esos espacios femeninos y plurales, donde también podían encontrarse prendas para bebés, diademas, horquillas, automáticos, hilo, lana o botones. Eran como un batiburrillo formidable ordenado al milímetro. Se trata de unos de los últimos estertores de una era que está a punto de fenecer, en la que buena parte de las mujeres bordaban, cosían y arreglaban su propia ropa.
Era un tiempo en el que las personas tenían tiempo, de modo que llegaban al local buscaban, hallaban y se quedaban a conversar. En mi zona recuerdo tres, dos de ellas están cerradas ahora y tienen el cartel de se alquila o se traspasa en una puerta que ya no lleva a nada.
Los momentos se quedan coagulados en nuestra infancia, pero los días avanzan y la adaptación es fundamental para no morir de hambre o extraviada en las memorias. Ahora, los negocios que funcionan son los que tienen que ver con esta vida que no es tal: los de fisioterapia para aliviarnos las espaldas contracturadas; los de ponerse uñas y pestañas; las inmobiliarias que atestan sus vitrinas de alquileres altos pero algo más humanos que en la capital; las farmacias, necesarias en los vecindarios que han cumplido años... Mención aparte merecen los locales de apuestas, que dan trabajo a unos cuantos pero cuya proliferación desmesurada está condenando a muchas familias humildes a algo más grave y peligroso que la humildad.
Julián Mompradé. de la asociación Vida sin Juego, situada en Alcorcón, habla de la importancia de regular para evitar que caigan más jóvenes en la ludopatía, ya que, en la actualidad, es el rango poblacional más afectado por lo que la OMS ya considera una enfermedad. Muy cerca del local en el que colabora como voluntario, hay una casa de apuestas y a unos pasos más, dos colegios, un instituto y la escuela municipal de idiomas. Posibles víctimas. El problema es que la adicción no deja de crecer. Recientemente les llamaron de un centro educativo de Madrid para que fueran a dar charlas porque se dieron cuenta de que los chicos, puesto que son sobre todo chicos, llegaban cansados cada mañana por haberse quedado jugando toda la noche y eso estaba afectando su rendimiento académico.
Las madres y los padres comienzan a darse cuenta al ver que sus hijos manejan dinero y que, de repente desaparecen objetos, como el móvil o la consola, que aseguran haber perdido o prestado. Pero cuando lo ven, puede ser tarde. "Somos grandes actores, de Oscar. Te crees tus propias mentiras", comenta Mompradé, quien lleva nueve años de abstinencia y admite que nunca te puedes curar, "rehabilitarte, sí y celebrar cada día en el que no has caído". Precisamente por eso, varios vecinos se han levantado contra una epidemia silenciosa que ya está causando estragos. En el Parque de los Castillos nuestro escudo alfarero fue cubierto con una tela que lleva un mensaje claro: “Fuera casas de apuestas de nuestro barrio”.
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