El “mejor escultor del siglo XX” también dibujaba
Las obras de Juli González que conserva el IVAM, protagonistas de la primera exposición de la temporada de la Fundación Vila Casas
Si hay una obra que representa el horror de la guerra (además del Guernica de Picasso) es la Cabeza de Montserrat gritandocreada por Juli González Pellicer (Barcelona, 1876-Arcueil, París, 1942); una mujer que lanza un quejido mudo, pero ensordecedor, ante el desastre la injusticia y la barbarie que representa cualquier conflicto armado. Picasso y González estuvieron presentes en París con sus trabajos en el Pabellón de la República de 1936 para denunciar el drama del conflicto civil español. El primero siempre ha sido uno de los artistas más reconocidos. Al segundo le ha costado más encontrar su sitio en el universo artístico, quizá porque su carácter sereno y discreto le mantuvo lejos de la bohemia que frecuentaron otros y porque su mundo era, sobre todo, su estudio.
Sin embargo, el profesor e historiador de arte José Francisco Ivars no duda en calificarlo como “el mejor escultor del siglo XX”; con permiso de otros grandes como Brancusi, Giacometti y Gargallo. Ivars es el comisario de la muestra Julio González. Dibujos, papeles y figuras de la colección del IVAM, que le dedican los Espais Volart de la Fundación Vila Casas (hasta el 30 de diciembre)y en la que se muestran cuatro de estos trabajos escultóricos de aire etéreo y frágil, como en L’encaputxat y Gran personaje de pie (las dos de 1935) y L’home cactus II (1940), representantes de su época más prolífica y de madurez de este “maestro del hierro”, como también se le ha calificado. Pero las esculturas son minoría en esta muestra, en la que pueden verse unos 70 dibujos, que demuestran que González también era un gran dibujante.
Las piezas proceden del IVAM de Valencia (centro del que fue director Ivars entre 1993 y 1995 y que ahora conmemora los 30 años de su inauguración), que conserva más de 400 obras del artista, formada a partir de 1985 tras las adquisiciones y las donaciones de sus herederas, Carmen Martínez y Viviane Grimminger. Los dibujos permiten observar como González disecciona la realidad y la prepara para representarla en tres dimensiones. “Son unas obras imprescindibles para entender a este complicado artista, que todavía no se ha revelado del todo”, explica Ivars, que lamenta que González no cuente todavía con una monografía completa, ya que “no es un artista de culto”.
Tres muestras de una vez
De la luz al mundo es, tras la de Juli González, la segunda exposición inaugurada recientemente en los Espais Volart como arranque de la temporada. Está dedicada a Manuel Duque (1919-1998), fallecido en Sabadell hace 20 años. Comisariada por Imma Prieto, la exposición muestra la evolución de este creador, que creía que la pintura como un ser vivo y por lo tanto defendía la renovación pictórica, pero que tras su muerte quedó casi olvidado.
La tercera muestra, comisariada por Natàlia Chocarro y Alicia Ventura, presenta 36 obras de artistas de la colección de la Fundación Vila Casas que dialogan, por sus afinidades artísticas y no cronológicas, con las piezas reunidas por DKV, fundación creada hace 15 años con la finalidad de vincular el arte a la salud, centrada en arte español, sobre todo de artistas emergentes. Entre los artistas representados: Jordi Bernadó, Susana Solano, Anna Talens, Vicenç Viaplana y Joan Ponç.
Entre los dibujos “ligeramente inéditos” porque, al ser obras sobre papel, son frágiles y salen poco de los almacenes del IVAM, están presentes los temas recurrentes de González: las maternidades, las mujeres gritando con los brazos al aire, alguna escena de desnudos y bañistas, rostros de vírgenes y máscaras de inspiración africana. Entre las obras: Cabeza de los ángulos nítidos (1936), Personaje espada (1937), Hombre cactus bailando (1939) o Cabeza con pinchos (1939); unas piezas que “hablan del mejor Juli González, un artista que supo buscar y encontrar nuevos caminos para plasmar el desgarro y el atrevimiento de una época”, destaca Ivars, experto que resalta cómo el artista no renunció nunca a “las maneras artesanales características de la menestralía catalana de la que provenía”.
La muestra presenta a su vez una serie de documentos, que también conserva el IVAM, como la correspondencia con artistas como Picasso (de los pocos amigos que asistió a su entierro después de fallecer de un ataque al corazón en 1942) y la documentación de citas tan importantes para la revalorización de González, como la exposición que le organizó el MoMA de Nueva York en 1952 (en la que se incluyó la pieza Gran personaje de pie que puede verse en Barcelona) y que le lanzó, por fin, a la fama y el reconocimiento internacional.
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