Una joya del siglo XIII oculta en un descampado
La ermita de Santa María la Antigua, en Carabanchel, sufre vandalismo, necesita una rehabilitación y carece de indicaciones a pesar de ser Bien de Interés Cultural
“¿Sabe dónde está Santa María la Antigua?”.
La pregunta, realizada a la salida de la parada de metro Eugenia de Montijo, siempre da resultados similares:
— “No me suena”
— “Ni idea”
—“¿Seguro que está aquí?”
Las respuestas de vecinos y personal del metro dan una idea de que pocos en la zona saben que, a menos de 500 metros de la boca del suburbano, se encuentra la ermita de Santa María la Antigua, una auténtica joya mudéjar y la iglesia más antigua de Madrid, que permanece casi olvidada en un descampado y maltratada por basuras y grafitis.
“Es la única iglesia completamente mudéjar conservada en Madrid y la más antigua de la capital, si bien no debemos olvidar que Carabanchel no se incluyó en el término municipal de Madrid hasta 1948”, explica Juan Cortés, autor de Mayrit. Guía ilustrada del Madrid medieval. El historiador destaca la cubierta mudéjar del templo, “que actúa a su vez como pie o soporte, donde se pueden apreciar algunas escenas de San Isidro, así como castillos y leones referidos al reino de Castilla y León”. También reconoce la importancia de la portada “que es una auténtica preciosidad, con ese enorme alfiz tan del estilo mudéjar”.
Un paseo desde el metro hacia el templo atraviesa el parque de Ingenieros, poco cuidado y con restos de basuras, y se adentra luego en la valla del cementerio de Carabanchel Bajo. No hay ningún cartel en todo el recorrido para informar de lo que nos vamos a encontrar, y ni Ayuntamiento —que dice no tener competencias— ni Comunidad tienen previsto ponerlos. Al llegar, junto a una casa construida en mitad del descampado y frente al descampado de lo que fue la antigua cárcel de Carabanchel, llegamos a la ermita. Nos recibe primero el ábside semicircular con bóveda de cuarto de esfera. Pasamos después por su puerta lateral, que tiene una soberbia arquería, y llegamos luego a su magnífica torre de ladrillo. Conserva de arquitectura mudéjar el ábside, la torre, parte del muro sur, la portada y pinturas murales.
“El bellísimo pórtico es el máximo exponente de mudejarismo local de Madrid, con tres arcos abocinados de ladrillo, concéntricos, ondulados y lobulados con enmarcado en alfiz”, explica la Guía de Arquitectura del Colegio de Arquitectos de Madrid. “El ábside, con ventana o hueco central de traza ojival provista de saetera cegada con despiece enjarjado y encuadramiento en rudimentario trance de alfiz, es de traza semicircular con base de mampostería, sucesión superior de paños de mampostería separados por verdugadas de ladrillo y culminación con canecillos de ladrillos en saledizo”, continúa esta guía.
Pero, más allá de su arquitectura, destacan los grafitis que ensucian las paredes, la puerta y varios puntos del templo. El Arzobispado de Madrid, propietario de la ermita, y la Comunidad de Madrid, responsable de su cuidado como bien de interés cultural, se echan la culpa mutuamente de las pintadas que ensucian el monumento. “Es bien de interés cultural, así que tiene que intervenir la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Comunidad para limpiarlos”, dice una portavoz eclesiástica. El Gobierno regional responde que es la diócesis la que debe ejecutar el lavado de las fachadas en sus edificios, incluido este. “Todo lo que tiene que ver con el mantenimiento de los edificios le corresponde a la Iglesia. Es cierto que en ocasiones se dirigen a la Dirección General de Patrimonio para ver cómo hacerlo, pero es labor suya. Si hay grafitis, los debe limpiar la Iglesia”, dice un portavoz del departamento.
Difícil de visitar
Tampoco ayuda a la ermita olvidada que no sea sencillo visitarla. Para entrar en ella hay que ir a misa. Literalmente: el único momento de la semana en el que el templo abre es durante el servicio de los sábados, a las 11 de la mañana. También se puede acudir a la parroquia de San Sebastián Mártir —distan un kilómetro— y pedir al párroco que fije un día para la visita.
“La iglesia más antigua de Madrid requiere más atención. Se encuentra en un camino donde confluían una escombrera de materiales de la cárcel de Carabanchel y lápidas del cementerio”, se queja Juan García Vicente, de Ecologistas en Acción. La asociación ha puesto en marcha un proyecto para recuperar esa vía pecuaria, han limpiado parte de los escombros y han plantado un centenar de árboles —pinos, almendros y encinas— en la zona.
Un templo que esconde un pozo ‘milagroso’
San Isidro, el patrón de Madrid, está muy vinculado con esta ermita. Justo al pasar la puerta del lateral de la torre se accede al lugar en el que está el pozo en el que, supuestamente, realizó uno de sus milagros. Según la leyenda religiosa, mientras San Isidro se encontraba trabajando en el campo, su hijo cayó en el interior de este profundo pozo —de 19 metros de profundidad—. Su mujer, Santa María de la Cabeza, y él, se pusieron a rezar y el nivel del agua comenzó a subir hasta que el niño salió a la superficie, sano y salvo. Este hecho aparece nombrado en el Códice de Juan Diácono, que conserva el Cabildo Catedral y se expone en el Museo. Datado en 1271, en este códice aparecen las primeras noticias sobre el patrón de Madrid.
Tras la canonización de San Isidro, en 1622, la ermita se convierte en un lugar de peregrinación. La tradición desaparece con el paso del tiempo aunque a finales de los años noventa la Congregación del Carmen de Carabanchel la recupera haciendo una romería popular hasta las puertas de la ermita, con reparto de limonada y de las pastas “delicias de la antigua”.
La Comunidad ya restauró completamente la iglesia entre los años 2001 y 2002. Ya han pasado demasiados años. , pero en este tiempo ha sufrido problemas de humedades —que han provocado desconchones en el interior— y de vandalismo. “Hace dos años se hizo un estudio de la estructura general y de cerramiento, y el resultado es que no existe riesgo”, explica un portavoz de Patrimonio de la Comunidad. Ya está previsto realizar una siguiente restauración.
Ya está previsto realizar una nueva restauración, con un presupuesto de casi 100.000 euros. “El proyecto está redactado y se contemplan el atado de vigas de cubierta y varios refuerzos estructurales, pero el convenio está pendiente de ejecución hasta que haya un acuerdo con la diócesis”, señalan desde Patrimonio. En unas semanas, habrá una reunión entre la Comunidad y el Arzobispado para saber cuándo se pondrán en marcha los trabajos. Por ahora no tienen fecha de inicio. Mientras tanto, la ermita, como lleva siglos haciendo, aguanta erguida el paso del tiempo.
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