Buch elige a un comisario con un perfil técnico para dirigir a los Mossos
La reestructuración del cuerpo, todavía pendiente, revelará si Interior resta poder a los mandos policiales
El consejero del Interior, Miquel Buch, ha elegido a un comisario con perfil técnico, Miquel Esquius, como nuevo jefe del cuerpo. Esquius fue integrado en la jefatura por Ferran López durante la aplicación del 155. Hasta entonces, dirigía la División de Tráfico. La opción de Esquius supone un distanciamiento de un mando personalista como el que ejerció el mayor Josep Lluis Trapero. Fuentes policiales atribuyen el nombramiento a la voluntad de la nueva cúpula política de tener más poder en Interior.
El puesto de comisario jefe de los Mossos ha pasado 26 días vacante, desde que el pasado 14 de junio Buch apartase al comisario Ferran López, que dio por terminada su etapa como jefe elegido por el Ministerio del Interior con la aplicación del artículo 155 de la Constitución. La actual dirección política, formada por un consejero con una inequívoca convicción independentista y un secretario general férreo, Brauli Duart, tenía claro desde el principio su voluntad de reforzar el mando político. Y así se lo manifestaron a la cúpula policial, lo que provocó preocupación entre algunos mandos.
Durante diversas semanas, Buch mantuvo en el aire la elección del nuevo jefe. Fuentes de Interior aseguran que se barajaron tres nombres hasta el último momento. A mediodía, se optó finalmente por Esquius. “Acepto el cargo porque entiendo que no puede ser de otra manera”, agradeció escueto Esquius, de 55 años y diplomado en Ciencias Religiosas, en la breve rueda de prensa sobre su nombramiento. El comisario se definió discípulo de diversos mandos, entre los que citó a Trapero y López, ambos apartados de la estructura.
Fuentes policiales atribuyen a Esquius unas “convicciones claras” y “líneas rojas” que no cruzaría de ninguna manera. “No es un títere”, aseguran. Otras fuentes consultadas ven con más escepticismo la capacidad del nuevo responsable policial para mantener de forma sólida su criterio policial ante los actuales vaivenes políticos. De la segunda promoción de Mossos, el comisario jefe lleva 32 años en el cuerpo.
Su antecesor en el cargo, el mayor Trapero, heredó la jefatura de Mossos de manos del comisario Josep Milán, a la que imprimió un sello propio y un estilo personal, aplicando un mayor control. Hasta entonces, Mossos había sufrido algunos episodios de desorden, con el caso de Esther Quintana —la mujer que perdió un ojo por un pelotazo de Mossos—, como máximo exponente. Se llegaron a dar media docena de versiones de lo sucedido. Trapero acabó con esa situación ejerciendo un control estricto, algo que fue criticado por algunos mandos. Incluso recuperó el rango de mayor, que ya no se usaba. En algunos momentos, como durante los atentados yihadistas del 17 de agosto, su figura tuvo mayor preponderancia que la de los cargos políticos.
El perfil del comisario Esquius es opuesto al de Trapero, según fuentes policiales. “Tendrá mucha menos exposición pública, tan poco pública como la que tuvo López”, indican otras fuentes del cuerpo. Y entienden que, más que la elección del jefe, será clave para el futuro de Mossos la reestructuración del actual organigrama, que consideran obsoleto.
En ese cambio, será determinante si Interior refuerza las atribuciones del director de la policía, Andreu Martínez, un cargo político, en detrimento de Esquius y la jefatura piramidal que hasta ahora tenía Mossos, a la que reportan la mayor parte de los comisarios. Interior todavía no se ha puesto fecha para la reestructuración, ni tampoco para la designación del nuevo puesto que deberá ocupar Ferran López, que sigue sin destino.
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