“Hay que dar más licencias: los turistas no dejarán de venir”
Nakul Sharma, el consejero delegado de la empresa de gestión de apartamentos turísticos Hostmaker, prevé administrar 1.400 pisos entre Madrid y Barcelona en 2019
"Barcelona quería turistas, y aquí los tiene, ahora la pregunta tiene que ser qué tipo de turismo quiere que venga". Así reflexiona Nakul Sharma, el fundador y consejero delegado de Hostmaker, una empresa británica que se dedica a profesionalizar los pisos de particulares anunciados en Airbnb y otras plataformas, con los que asegura sacar un rendimiento un 12% superior. Lejos de la idea de la economía colaborativa en la que al principio se basaba la actividad de empresas como Airbnb, Hostmaker apuesta por dar al usuario todas las herramientas para que el piso particular se convierta en lo más parecido a un hotel. Los trabajadores de Hostmaker reciben al cliente, limpian el piso y gestionan los problemas que surjan durante la estancia sin que el anunciante se tenga que implicar en nada.
Hostmaker, que opera en Barcelona desde 2015 con 100 empleados, factura 4 millones al año en esta ciudad, y 40 millones en Europa. La compañía gestiona 1.800 pisos, 200 en Barcelona. Después de entrar en el mercado de Madrid, la empresa prevé administrar 1.400 apartamentos turísticos entre las dos ciudades en 2019. Sharma considera que su empresa ayuda a mejorar el perfil del turista, y aunque se muestra dispuesto a hablar con las administraciones sobre la regulación, critica la actitud de bloqueo de Barcelona y Madrid, en las que hay moratorias de licencias. Cree que la solución es repartir mejor las licencias por la ciudad, y hacer pagar por ellas precios distintos según la zona.
Pregunta: ¿Qué aporta Hostmaker a la actividad de los pisos turísticos en Barcelona?
Respuesta: Nuestra función es la de ofrecer un servicio completo de gestión para los anfitriones. En este sentido, no pensamos solo en pisos turísticos, ya que podemos gestionar desde tres días a 300 días. Empecé esta compañía porque vimos tendencias muy importantes en cómo viajaba la gente y cómo la gente hacía dinero e interactuaba con sus casas. Después de la crisis, se empezó a ver la residencia no solo como el lugar personal en el que vives, sino también como una manera de hacer dinero. En el lado de los viajeros, también a raíz de la crisis, cada vez se busca más flexibilidad, y la habitación de hotel no es el producto adecuado, y de ahí nacieron los pisos de vacaciones compartidos. Y la tercera tendencia es que, gracias a la tecnología, los planes cambian según avanzan. Nuestro servicio recoge estas tendencias: es un servicio completo en el que las casas están diseñadas, amuebladas... y nuestra experiencia y el servicio premium permiten tener más rentabilidad a los anfitriones.
P.: Si el objetivo de su empresa es profesionalizar la llamada economía colaborativa, ¿no va en contra del origen de esta actividad? ¿Qué diferencia hay entre empresa y su los apartamentos turísticos profesionales que ya existen?
R.: Lo que hay es una evolución en la economía colaborativa. Empezó con los vecinos que tenían una habitación de sobras, pero muchas cosas han cambiado en la última década. La más importante es que ha crecido la inversión en el sector inmobiliario, especialmente en las ciudades, una tendencia apoyada por los Gobiernos que dan permisos de residencia a quien compre casas por encima de un determinado valor. Con esta inversión, lo que queda son muchos pisos comprados por inversores extranjeros en los que no vive nadie. Nuestra solución abre estas casas. Además, cuanto más crezca el turismo en España, más necesario será encontrar un sitio en el que acogerlo.
P.: ¿Qué solución propone ante el malestar de los vecinos por los pisos turísticos y por el aumento de los precios del alquiler?
R.: La ciudad tiene que escoger qué tipo de viajero quiere atraer. El mercado ha respondido: ¿Querías más turistas? ya los tienes. Ahora lo que hay que ver qué tipo de turista, si quieres segmentar el mercado e ir a por un turista más premium, etc. Venecia, Florencia y otras ciudades están ante el mismo reto. Nuestra respuesta, como Hostmaker, es que, como nos hacemos responsables del apartamento, somos responsables ante el vecindario y ante los problemas que puedan surgir. Además, la media de las estancias es de siete noches o más, con un precio de 150 o 200 euros por noche. Así que no se trata de turistas de fin de semana que vienen a hacer la fiesta, sino un turista más sostenible que está dispuesto a pagar más dinero por la calidad de los servicios y los pisos que gestionamos. Con solo esto ya estamos proporcionamos algunas de las soluciones para evitar que vengan los turistas menos deseables.
P.: Pero el gran problema son los pisos sin licencia. ¿Qué opina de que Airbnb comparta los datos de sus anunciantes con el Ayuntamiento?
R.: Estamos muy a favor de trabajar con el Ayuntamiento. Algo muy positivo para las ciudades es que pueden decidir y gestionar el número de licencias, para modular el turismo que viene. No creo que solo las 10.000 licencias que tiene Barcelona sea el número ideal: cuando Ada Colau llegó al Gobierno paro las licencias. Pero los turistas no pararán de venir, así que la solución tendría que ser buscar una solución para atraer otro tipo de turismo. Dejar de dar licencias solo hará que la gente busque la manera de seguir viniendo, porque el mercado lo pide. Si se distribuyen las licencias de una manera correcta, por ejemplo no en el centro pero si en otros barrios, se podría llegar a una solución productiva.
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