El teatro como herramienta de resolución de conflictos
El barrio bilbaíno de Otxarkoaga pone en marcha una iniciativa que explora las artes escénicas para favorecer la convivencia vecinal
En pleno centro del barrio bilbaíno de Otxarkoaga, una veintena de personas caminan descalzas en círculo. Por orden, dan un paso al centro y se presentan con movimientos y sonidos. A Zesar Martínez, profesor de Sociología de la UPV/EHU, le gusta leer y mueve páginas de un libro imaginario, a la vez que silva con cada página. Acaba de comenzar, la primera escuela de Teatro del Oprimido de Euskadi con el objetivo de aplicar “herramientas artísticas a la solución de conflictos de la vida diaria”. Y algo de emoción se respira en la aula del centro de innovación escénica de Bilbao, Harrobia, que junto con Gerninka Gogoratuz y el Museo de la Paz de Gernika, impulsa la iniciativa.
Ahora Zesar da un paso atrás y deja que sea Aurori Alonso quien se presente: abre los brazos y los vuelve a cerrar en forma de almohada. A ella le gusta, dormir y soñar. Lleva seis años participando en el único grupo de teatro comunitario del Estado, “Aullidos de Otxarkoaga”, conformado por más de 35 vecinos desde los 10 a los 70 años. “Tenemos que lavar de nuevo la imagen del barrio. Los nuevos casos de delincuencia han tapado todas las iniciativas sociales que hay en marcha”, explica ilusionada con incorporar estas técnicas a la convivencia vecinal.
Con 17 alumnos llegados de todo el Estado
En total son 17 alumnos, procedentes de diferentes puntos del Estado y de diferentes ámbitos del mundo social, académico y artístico. Los hay también que han llegado desde Alemania tan solo para el curso y quienes buscan sencillamente conocer gente nueva.
La activista, pedagoga y fundadora del Teatro del Oprimido en Austria, Birgit Fritz (Klagenfurt, Austria, 1966), es la encargada de dar el primer módulo. Durante todo este fin de semana, introducirá en la herramienta, transmitirá las principales técnicas y compartirá su experiencia con comunidades campesinas de India, con mujeres agricultoras de Viena y movimientos sin tierra de Brasil. “Nací en una región de Austria donde la guerra generó un silencio incómodo. Cuando vine por primera vez a Euskadi entendí mucho sobre ese silencio. Y ahora me emociona compartir lo aprendido sobre el teatro popular que ayuda a utilizar el cuerpo donde no llega la palabra”.
Los organizadores esperan aterrizar el proyecto a temáticas concretas de Euskadi, de Bilbao, de Otxarkoaga. Pero son conscientes de que necesitarán un tiempo. “Queremos que haya un primera generación de profesionales de diferentes ámbitos con el arte como medio para la paz”, explica la directora del Museo de la Paz de Gernika, Iratxe Momotio.
En el año 2000 exploraron por primera vez cómo el arte puede estar al servicio de la resolución de conflictos. E invitaron a Birgit a Gernika. Durante cuatro días, acompañada por otro colega israelí que había creado con éxito una compañía de teatro con palestinos e israelíes. Impactados, volvieron a invitarla con motivo de la Capitalidad Cultura de San Sebastián 2016 bajo la iniciativa La embarcada Artivista para impartir diferentes talleres. Y ahí decidieron crear una escuela permanente en Euskadi.
El teatro y la convivencia vecinal
El Centro de Innovación Artística Harrobia de Otxarkoaga aceptó la misión y comenzó explorar la posibilidad. “Nunca hemos querido ser una isla dentro del barrio sino enriquecernos mutuamente”, explica Amaia Ibáñez gerente del Centro. Por eso, consideran una buena manera de enriquecer la actividad habitual con esta iniciativa. “Quién sabe qué saldrá de aquí, pero no tenemos dudas de que todo será bueno, con compromiso social y al servicio de la resolución de conflictos”, añaden. El pasado jueves 8 de febrero arrancó el primer curso que a través de tres módulos impartidos en tres meses diferentes dará vida a la Escuela.
Aurori camina de nuevo en círculo. Sonríe y ya hierven en su cabeza nuevas temáticas que tratar en su grupo vecinal de teatro. La actriz Eider Saiz de la Maza será la encargada de mantener unido al grupo entre módulo y módulo. Y de proponer intervenciones concretas a los alumnos. También sonríe. “Llevo más de 10 años dedicándome al teatro social y me emociona regresar a Bilbao con esta iniciativa. Nos sobran temas que explorar”, anuncia.
Afuera, Otxarkoaga sigue su actividad habitual todavía impactado por el asesinato de un matrimonio de 80 años en su propia casa, presuntamente por tres menores del barrio. A las asociaciones vecinales se le suma ahora un nuevo motor de cambio, la primera escuela de Teatro del Oprimido de Euskadi.
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