Una cafetería cultural para salvar la cuesta de Moyano
El Ayuntamiento de Madrid sacará a concurso público la gestión del nuevo espacio, que se abrirá en el tercer trimestre de este año
La cuesta de Moyano, la única calle de Madrid destinada en exclusiva a la venta de libros, sumará a sus 93 años de actividad comercial un nuevo recinto estable con el que el Ayuntamiento de la capital aspira a revitalizar la zona. Los promotores del proyecto lo han denominado cafetería cultural para destacar su afán dinamizador de la lectura y de actividades asociadas a las letras y el intercambio de ideas, un impulso que los libreros vienen reclamando desde hace tiempo como acompañamiento a un negocio de salud frágil que no pasa por su mejor momento.
El espacio resultante verá la luz en el tercer trimestre de este año, según fuentes municipales, y su estructura modular y adaptable a las condiciones meteorológicas albergará un servicio de cafetería, un espacio escénico triangular en el que realizar presentaciones y eventos diversos y una grada semicircular destinada al público que será extensible en los meses de verano. Tal y como muestran los bocetos y planos que acompañan al proyecto, la nueva construcción estará dotada de grandes ventanales en una fachada que permanecerá abierta durante los días cálidos y dejará a la vista las casetas de venta de libros y el trasiego de paseantes.
La inspiración en las tertulias literarias que florecieron el siglo pasado en distintos cenáculos madrileños queda patente en el nombre que lucirá la cafetería: “Ismos”, el sufijo que el escritor Ramón Gómez de la Serna (1888-1963), padre de las greguerías y uno de los miembros más ilustres de aquellos encuentros de intelectuales, convirtió en un libro para catalogar los movimientos de vanguardia que afloraron en el primer tercio del siglo XX [descargar aquí el catálogo que el Museo Reina Sofía dedicó al libro y al autor en 2002].
Esta versión contemporánea y algo más luminosa de los cafés literarios es uno de los primeros frutos del proyecto Territorio Moyano, lanzado en 2016 desde el área municipal de Museos, Archivos y Bibliotecas. Su directora general, Belén Llera, subraya la importancia de “recuperar para el imaginario de la ciudad la cuesta de Moyano como espacio de lectura y literatura”. La aspiración última, añade Llera, es que la combinación del servicio de cafetería con actividades culturales “acerque otra vez al público hacia el libro antiguo y la lectura”.
Los libreros de este entorno trasladaron su malestar al nuevo equipo de gobierno municipal tras las elecciones de 2015. Las tasas, decían, eran elevadas y muy desiguales y la remodelación que en 2007 suprimió el tráfico rodado y cubrió la calle de granito había restado clientela al negocio. El cambio en los hábitos de compra y lectura de libros tampoco ayudaba a remontar. Territorio Moyano puso en marcha una ronda de consultas con los vendedores y el público visitante, pero también con los museos e instituciones culturales del entorno (Jardín Botánico, Reina Sofía, El Prado, El Retiro...) en busca de ideas para preservar la forma de vida del enclave y reanimar su pulso cultural.
El recinto que se levantará en el último trimestre de 2018 es la principal plasmación sobre el terreno de un plan de dinamización al que también está contribuyendo la caseta número uno, de titularidad municipal, con el impulso de distintas actividades los viernes, fines de semana y festivos. El pasado verano, la cuesta sirvió de escenario a Corral Cervantes, un escenario con forma de corral de comedias en el que durante un mes se celebraron actuaciones y representaciones de obras del Siglo de Oro, así como eventos gastronómicos y divulgativos.
A este modelo de cafetería cultural municipal que tendrá su primer exponente en la cuesta de Moyano ya se refirió a principios del año pasado la portavoz, Rita Maestre, quien destacó la voluntad del equipo de Gobierno, liderado por Ahora Madrid, de añadir espacios públicos en los que los madrileños pudieran leer un buen libro con un café o una bebida.
La idea aspira a cuajar en la emblemática cuesta, pero también en otros barrios de la capital necesitados de actividad en los que estos espacios capturen y fomenten el interés del público por la lectura y la conversación. La gestión del establecimiento se realizará en régimen de concesión pública sobre la base de unos pliegos de condiciones que el Ayuntamiento hará públicos próximamente.
La memoria de Gómez de la Serna estará presente en el espíritu del futuro local, pero fue uno de sus compañeros de tertulia en el café de Pombo, el pintor e intelectual José Gutiérrez Solana (1886-1945), quien inmortalizó la cuesta de Moyano en el libro Madrid callejero (1923). En uno de sus pasajes ya lamentaba que el público “pase indiferente ante los puestos de libros viejos y llene los barracones del cóndor de los Andes, el Circo y el teatro del ventrílocuo”. Hoy los competidores son otros, pero el reto de acercar al público a los libros persiste.
Quejas por el granito disuasorio
Si en algo están de acuerdo los libreros que desde hace décadas ofrecen su mercancía en la cuesta de Moyano es en que el entorno podría ser más acogedor para el público. Los testimonios recabados por el propio Ayuntamiento y publicados en la web de Territorio Moyano coinciden en que una zona de encuentro en la que sentarse a leer o tomar algo podría ayudar a crear un entorno más atractivo para el público.
Hablan de un espacio para exposiciones, más sombra, toldos, un lugar de encuentro, poner "color y sonido"... Pero donde hay más consenso es en que el granito del suelo es disuasorio por las altas temperaturas que alcanza en verano y el frío que transmite en invierno, por lo que no invita a permanecer en la zona.
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