Una Virgen gótica con final feliz
Una escultura quemada y desaparecida durante la Guerra Civil volverá a su lugar de origen tras ser localizada en un anticuario que la ha donado al arzobispado de Tarragona
No todo lo relacionado con las obras de arte religiosas está relacionado con pleitos y conflictos por hacerse con su propiedad como ocurre con los bienes del monasterio de Sijena. Por suerte, también hay ganas de llegar a acuerdos y voluntad de que bienes que han tenido una historia convulsa en la que no faltan incendios y robos, acaben siendo, otra vez, patrimonio de todos. Es lo que ha pasado con una Virgen gótica del siglo XIV perteneciente a la iglesia de Valldossera, en el término de Querol (Tarragona), que durante ochenta años ha estado en paradero desconocido, pero que ahora, por la pericia y visión de la historiadora del arte Francesca Español que la ha localizado y la generosidad del anticuario Albert Martí, que la ha donado para que vuelva a su lugar de origen, podrá, ser disfrutada por todos.
Pero el encaje de las piezas de este puzle ha sido largo y laborioso. Todo comenzó hace unos años cuando la historiadora del arte vio en un brocanter de Barcelona una imagen de una Virgen deteriorada y tuneada que tras haber sufrido los efectos de un incendio que habían alterado su superficie y el alabastro con la que estaba hecha había sido restaurada enmascarando su valor y edad original. El dueño de la tienda, que aseguró que la había comprado en Els Encants, le dijo que era falsa, pero en la retina de Español, acostumbrada en la identificación de esculturas góticas, quedó grabada la idea de que la imagen le era familiar. Todo se desencadenó cuando meses después, una nueva casualidad, o no, hizo que Español localizara en una librería de viejo de Girona una postal de la misma Virgen en su estado original antes de haber sufrido los efectos iconoclastas de comienzos del conflicto de 1936. Ya no había duda. La imagen que se vendía en Barcelona era auténtica y correspondía con la de la Virgen de algo más de un metro perteneciente a la pequeña iglesia de Valldossera a la que se le había perdido la pista desde entonces. Español, efectivamente, ya la había visto en una pequeña fotografía realizada por el excursionista Francesc Blasi para su publicación sobre iglesias y santuarios de la diócesis de Tarragona de los años treinta que ella había utilizado para una publicación. Todo comenzaba a encajar.
“Volví a la tienda pero la pieza ya no estaba. La había comprado un anticuario”, explica Español. Al poco tiempo localizó al segundo dueño de la pieza, Albert Martí i Palau (Palau Antiguitats), avezado experto que no dudó en ningún momento en que la escultura era auténtica y excepcional pese a lo camuflada que estaba, y por eso la compró. Cuando Martí supo que la Virgen tenía un origen ilícito no dudo, tampoco, en lo que tenía que hacer. “No la había puesto a la venta porque antes tenía que restaurarla, pero cuando supe su origen, yo como historiador del arte lo tuve clarísimo: las cosas robadas siempre están robadas aunque pasen veinte, cincuenta o cien años. Venderla otra vez hubiera sido añadirle más ilegitimidad”, prosigue el anticuario.
De reputado alabastro
El alabastro, utilizado para crear la Virgen de Valldossera está considerado uno de los materiales escultóricos más reputados de la Edad Media en toda la península, escogido por sus cualidades por muchos potentados para crear, sobre todo, sus sepulcros.
Las canteras de Aragón eran famosas por su calidad, pero también las del Sarral (Conca de Barberà) y las gerundenses de Beuda (La Garrotxa) desde el siglo XIV. De las últimas se obtuvo el alabastro para el panteón real de Poblet, pero también imágenes de devoción, retablos y sepulcros creados por toda Cataluña, Aragón, Valencia, Mallorca, sur de Francia, Nápoles y Sevilla, lugares a los que llegaba por tierra, mar o vía fluvial, según ha estudiado Español.
Hace unos días se oficializó el acuerdo de cesión. Fue en el Institut d’Estudis Catalans donde coincidieron Español, que realizaba una conferencia sobre el periplo de esta Virgen viajera, el anticuario Martí y el delegado de patrimonio artístico de la diócesis de Tarragona mosén Antonio Martínez Subías. Antes de volver a casa, la imagen tendrá que pasar por el Centro de Restauración de Bienes Muebles de la Generalitat de Valldoreix para recuperar su aspecto original. “Hasta que no se restaure no se sabrá el estado de conservación de la pieza y no podremos hablar de su valor. Pero es una pieza importante que puede llegar a tener un alto precio”, remacha Martí.
La obra pertenece, según Español, al taller de Rieux, que tuvo su origen en los años treinta del siglo XIV en el Midí francés y se vincula con la capilla funeraria del obispo de Rieux, Jean Tissandier, y de ahí el nombre del taller y de estas esculturas cuya influencia se extienden luego por el sur de Francia a lo largo de todo el siglo XIV. ¿Y qué las hace diferentes? “Suelen ser piezas muy elegantes, con una inclinación de la figura fruto de ser copias de originales en marfil, con cabellos rizados bien trabajos. Nunca llevan coronas, sino que luego se le añaden metálicas a la talla, además de unos característicos pliegues en cascada de los vestidos de las vírgenes que sostienen siempre al Niño Jesús en una postura muy elevada”, explica Español. la experta enumera otras obras influidas por ese taller como la Virgen de la catedral de Barcelona realizada por Pere Sanglada que conoció este taller durante su viaje a Flandes para comprar los robles para hacer la sillería del coro del templo mayor de la ciudad; el Sant Pere de la Seu d’Urgell o la Virgen del Patrocinio de Cardona, que acaba de ser restaurada también, entre otras. “Es una pieza excepcional”, insiste Español que se niega a mostrar la imagen actual de la pieza. “Es mejor hacerlo una vez que haya acabado la restauración, para ver el antes y el después”.
Su investigación se publicará en el próximo número de la revista Lambard donde Español presentó en 1997 un artículo sobre la influencia del taller de Rieux en Cataluña.
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