Un Junqueras diluido busca protagonismo en la recta final del 21-D
ERC hará este martes un mitin en la puerta de la prisión de Estremera
La figura de Oriol Junqueras ha tenido un papel discreto en la campaña de Esquerra Republicana. No solo porque materialmente no esté —se encuentra en prisión preventiva— sino porque la imagen electoral de los republicanos es coral, alejada del personalismo extremo de la lista del expresident Carles Puigdemont. Pero entre tantas voces, el peso de Junqueras se ha difuminado y ERC busca rehabilitarlo. Hoy el partido celebrará un acto a las puertas de la prisión de Estremera.
El líder de ERC dio ayer un salto cualitativo en su presencia en la campaña electoral al llamar al programa matinal de RAC-1, el más escuchado de Cataluña. “Hemos demostrado que damos la cara, yo estoy aquí porque no me escondo de lo que hago. Soy consecuente con mis actos, decisiones, pensamientos, sentimientos y voluntad”, dijo Junqueras, señalando veladamente a Carles Puigdemont.
El líder de ERC también afirmó que de las urnas surgirá un Govern. “Estoy seguro de que lo formaremos. Estoy seguro de que yo mismo, si el Parlament lo decide, tendré la oportunidad de presidirlo”, agregó el exvicepresident, recluido en la prisión Estremera por orden de la Audiencia Nacional. Instituciones Penitenciarias sopesa sancionarlo porque considera que ha desobedecido el régimen interno.
La irrupción de Junqueras en campaña es llamativa no sólo por lo que dice sino porque su papel había estado muy diluido hasta ahora. Marta Rovira, la número dos del partido y previsible candidata a la Generalitat, recuerda a Junqueras en cada una de sus intervenciones. También lo hacen el resto de los candidatos en los mítines. Una silla, con un gran lazo amarillo, está siempre vacía en la primera fila de los actos electorales para recordarlo. Los republicanos han intentado hacer de la ausencia de su líder uno de sus principales argumentos de campaña.
Pero el planteamiento hiperpersonalista de Junts per Catalunya, la lista de Puigdemont, ha hecho mella en el plan republicano. El comité de campaña de Esquerra ya había apostado con antelación por que el último acto antes de las elecciones se hiciera en Sant Vicenç dels Horts, la población del cinturón industrial barcelonés de la que fue alcalde Junqueras. Un cierre con una fuerte carga emocional.
Pero las incesantes conexiones con Bruselas que hace la campaña del expresident han creado un elemento distorsionador que desde ERC denuncian día a día: además de la “injusticia” de la prisión de su candidato, la desigualdad de medios a la hora de hacer campaña. Puigdemont está presente; Junqueras, no. Ahora buscan que lo esté.
Acto en Estremera
Los republicanos se trasladarán hoy a las puertas la cárcel de Estrem[/TEX]era (Madrid). Allí celebrarán un acto inédito en una campaña electoral catalana. Un movimiento con el que quieren denunciar la prisión de Junqueras pero, al mismo tiempo y en el mejor de los sentidos, exprimir su situación para apuntalar una victoria aún incierta.
En los mítines de ERC, curiosamente, casi nunca se grita “Junqueras, president”. Los asistentes sí lo hacen pidiendo “libertad”. Los inputs demoscópicos también muestran problemas. Incluso los votantes de ERC prefieren a Puigdemont al frente de la Generalitat. Fuentes del partido creen que si su líder pudiera participar, otro gallo cantaría y las encuestas seguirían mostrando una victoria cómoda. Junqueras pidió al juez, sin éxito, salir de prisión para poder hacer campaña.
La rehabilitación de la imagen del líder para la campaña electoral comenzó el pasado sábado, en el mitin central en Barcelona. Los asistentes pudieron escuchar, por primera vez desde que comenzó la contienda electoral, un audio del candidato. La foto del exvicepresident presidió el escenario en una gran pantalla que sirvió de marco para la imagen del resto de candidatos. Los diputados en el Congreso Joan Tardà y Gabriel Rufián leyeron una carta de Junqueras enviada desde Estremera.
El líder de ERC se ha prodigado en entrevistas en los medios esritos en los últimos días, además de la publicación de varias misivas. Pero la campaña epistolar no puede competir con las dos o tres sesiones diarias de telepuigdemont desde Bruselas, como lo llaman algunos de la campaña republicana.
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