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Gálvez regresa de Pensacola

El español que luchó en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos pone su nombre a un avión transoceánico

Julio Núñez
El presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo, durante el bautismo del avión Bernardo de Gálvez.
El presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo, durante el bautismo del avión Bernardo de Gálvez.EFE

Hace más de dos siglos, el militar malagueño Bernardo de Gálvez (Macharaviaya, Málaga, 1746-México, 1786) cruzó el Atlántico para luchar, primero contra los apaches en Luisiana y luego en el bando de George Washington en la Guerra de Independencia de Estados Unidos. Ahora, 236 años después de su famosa victoria en la batalla de Pensacola, en Florida, De Gálvez volverá a cruzar el océano, pero está vez surcando los cielos en un avión que ayer bautizó con su nombre la compañía Air Europa.

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“Gálvez fue un gran español que tuvo por encima de todo el interés de su patria y de su rey, Carlos III”, señaló el historiador Manuel Olmedo durante el bautismo de la aeronave. El renombre de De Gálvez se debe a su arriesgada intervención en la toma de la fortaleza de Pensacola (Luisiana), el 18 de marzo de 1781. En plena Guerra de Independencia de Estados Unidos, la Armada Española estaba varada a las puertas de dicha ciudad marítima, sin decidirse a penetrar en la bahía y atacar al ejército inglés, equipado con fuertes baterías de artillería. A mediodía, el comandante al cargo de los navíos, Calvo de Irazábal, recibió una bala de cañón con una nota que decía: “Esta es una de las balas que reparte el fuerte de la entrada. El que tenga honor y valor, que me siga. Yo voy por delante para quitarle el miedo”. Ese mensaje lo firmaba el comandante Bernardo de Gálvez.

“De esa frase le viene su famoso lema: ¡Yo solo!, que nunca pronunció y que aparece en el blasón que Carlos III le concedió por sus triunfos bélicos”, explicó Olmedo. Subido en un bergantín inglés con el nombre de Galveztown, y seguido de otras tres pequeñas embarcaciones, cruzó el estrecho bajo fuego inglés y dejó en evidencia la pasividad de la Armada, que días más tarde se sumó a su iniciativa y tomó la fortaleza. El éxito militar del malagueño fue fundamental para que las tropas del general George Washington obtuvieran la victoria en la batalla de Yorktown, decisiva para conseguir la independencia.

Gálvez era un personaje bien relacionado en el ejército estadounidense. Durante la contienda tuvo correspondencia directa con Thomas Jefferson, el capitán George Gibson y Oliver Pollock, primero en expresar el deseo de que un retrato de Gálvez figurara en el Congreso. A su paso por tierras americanas, De Gálvez fundó las ciudades de Galveston, Nueva Iberia, St. Bernard Parish, Valenzuela y Baral. Además, en un parque de Washington DC se levanta una estatua ecuestre del intrépido malagueño.

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No obstante, EE UU tardó 229 años en reconocer su gesta. En 2001 apareció en los archivos nacionales de ese país un documento firmado por los padres fundadores de EE UU donde solicitaban que se instalase su retrato en el edificio del Capitolio de Washington. El Gobierno de Barack Obama instaló el cuadro 13 años más tarde y reconoció su participación en la revolución. A día de hoy, Gálvez es el único español en tener un retrato en dicho edificio y en ostentar el título de ciudadano honorífico de EE UU.

“Gálvez es un símbolo que refuerza las relaciones entre España y Estados Unidos y que reivindica la antigüedad de los lazos de ambas naciones”, destacó el presidente de la Diputación de Málaga, Elías Bendodo. En el fuselaje de un Airbus 330, la inscripción Bernardo de Gálvez Málaga recorrerá la ruta entre Madrid y Nueva York como homenaje al militar. “Con este bautismo cumplimos con la obligación de devolver al teniente general Gálvez todo aquello por lo que luchó y entregó”, subrayó el presidente de la Asociación Bernardo de Gálvez y Gallardo, Miguel Angel Gálvez Toro.

Aunque De Gálvez fue un militar de tierra, su hazaña más reconocida fue sobre un barco. Ahora, además, su nombre surcará los cielos por primera vez y lo hará, como dijo antes de la batalla de Pensacola, él solo.

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