Atrapados en el dique sur
Ocho tripulantes de Sri Lanka confían en volver a sus casas tras la subasta o la venta del C-Star, el navío que impidió el rescate de inmigrantes durante meses
Tras más de un mes sin tocar tierra, el C-Star, el que fue buque insignia de la organización ultraderechista Defend Europe para impedir el rescate de inmigrantes en el Mediterráneo, ha atracado en el Puerto de Barcelona. Sus ocho tripulantes de Sri Lanka siguen sobreviviendo gracias a la ayuda humanitaria. El navío, con bandera de Mongolia, se encuentra semiabandonado por su armador británico y en los próximos meses se concretará si lo adquiere otro armador o sale a subasta para poder pagar los sueldos y la repatriación de la tripulación. Lejos de la ciudad, pasan los días entre el barco y las instalaciones de Stella Maris, asociación que acoge y ayuda a los trabajadores del mar y les proporciona asistencia durante su escala en la capital catalana.
Desde el lunes por la tarde, cuando los marineros del C-Star atracaron en el dique sur, son atendidos por el Comité de Bienestar del Puerto para tener una mayor y más coordinada capacidad de actuación. Se les ha entregado combustible para que puedan mantener la electricidad a bordo, y desde Stella Maris se les asiste en todo lo que necesitan. Se les va a buscar a su punto de atraque, alejado de todo. “Pasan la tarde en nuestro club y por la noche se les devuelve al barco”, asegura el responsable de Stella Maris, Ricardo Rodríguez. “Están muy contentos de haber podido desembarcar y de sentirse atendidos. Sobre todo preguntan por sus salarios”, explica. No obstante, “necesitan cubrir unas necesidades, no tienen nada que hacer, no tienen medios para salir del puerto, están lejos de sus familias y se resisten a irse porque no quieren volver a casa con las manos vacías”, destaca.
Rodríguez sabe que va a ser un proceso largo y lento porque antes ya ha habido otros casos en este puerto y uno de ellos se prolongó dos años. El armador, explica, dijo que una entidad iba a comprar el C-Star, “pero no hay ninguna confirmación de que sea cierto”. Si se adquiriera, todo estaría solucionado, aunque Rodríguez cree que va a acabar subastado. Esto implica que la Federación Internacional de Transporte (ITF, por sus siglas en inglés) será quien asuma en primera instancia el gasto de repatriar a los marineros y dará un plazo al armador para que venda el barco o pague lo que debe.
Si este plazo acaba sin respuesta, el buque, de 40 metros de eslora, construido en 1975 y en estado prácticamente ruinoso, saldrá a subasta y con el dinero que se obtenga se pagarán las repatriaciones y los sueldos, o la parte que se pueda. Mientras se aclara su futuro, la estancia de estos ocho marineros de entre 40 y 50 años se prevé larga, por lo que van a intervenir en su asistencia Cruz Roja y Cáritas. La explicación es que Stella Maris no se puede hacerse cargo de la manutención de tantas personas por un tiempo ilimitado. No es necesario que los tripulantes permanezcan en Barcelona a la espera de la resolución del caso, pero no quieren irse.
Este controvertido buque llegó la noche del 15 de septiembre al litoral de Palamós (Baix Empordà), 20 días después de desembarcar en alta mar, en Malta, a los miembros de Defend Europe. Su presencia enseguida fue detectada por activistas que se manifestaron contra su entrada en el puerto. No se le permitió atracar por xenófobo y porque no disponía de consignatario, la persona que gestiona los trámites y los pagos en primera instancia con el puerto. Cruz Roja les suministró víveres y ropa en dos ocasiones y el 27 de septiembre, ante la imposibilidad de pisar tierra firme, navegó rumbó a Barcelona. Allí también se le prohibió la entrada y permaneció fondeado a cinco millas al este del puerto, vigilado por el remolcador de Salvamento Marítimo Punta Mayor hasta el lunes.
Expediente sancionador
Finalmente la dirección general de la Marina Mercante emitió una resolución, a través de Capitanía, en la que pidió al Puerto de Barcelona que les dejara atracar. A las seis y media de ese día atracó en el dique sur. En aplicación del Memorando de Entendimiento de París, un sistema de inspección de buques que llegan a los puertos europeos y que está vigente desde 2011, desde Capitanía Marítima se inspeccionó el buque, se localizaron deficiencias y se inició un expediente sancionador contra el armador, que se tramitará al margen de la venta o la subasta.
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