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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Modelo, a la luz del ‘procés’

La exposición en la cárcel barcelonesa es tendenciosa y grotesca. Es una Cataluña sin molestos obreros, epígonos de anarquistas y comunistas

Francesc Valls
Represaliados por el franquismo, en la exposición de la Modelo.
Represaliados por el franquismo, en la exposición de la Modelo.Albert Garcia

El procés está generando escuela historiográfica. En ella se contraponen las virtudes de una Cataluña en armonía frente a los vicios del conflicto. En este imaginario catalán, la nación es la gran síntesis superadora de tensiones sociales. Como ejemplo ahí está la exposición La Model ens parla. 113 anys, 13 històries, que se puede visitar previa cita hasta el 26 de noviembre en la vieja penitenciaria de Barcelona. Pues bien, recorriendo las 13 historias que propone el Departamento de Justicia de la Generalitat, se ve claramente que el anarquismo y la CNT fueron apenas un accidente y que la II República y el PSUC —que no es mencionado ni una sola vez en la muestra— no existieron.

Hace unos días, entidades de represaliados por el franquismo visitaron la exposición. Los viejos inquilinos de esas instalaciones desplegaron ante el panóptico del viejo centro penitenciario fotografías de Miquel Núñez, Numen Mestre, Joan García-Oliver, Joaquim Puig Pidemunt, Luis Andrés Edo, los hermanos Rafael y Salvador Gómez Talón… comunistas y anarquistas con el denominador común de ser los grandes ausentes de la muestra. Y es que la doctrina procesista ha arrojado a las tinieblas exteriores a quienes defendieron con tesón los derechos de los trabajadores y lucharon contra el franquismo. Los ex presos de la dictadura militar leyeron en el panóptico una carta enviada por el dirigente comunista Alfonso Carlos Comín a su familia, con motivo del séptimo cumpleaños de su hija mayor. Comín estaba preso en La Modelo. También se hicieron eco del olvido en que cae la exposición sobre su etapa como prisión de mujeres (1955-1965), cuando las monjas carceleras decidieron vender los terrenos de la vieja prisión de Les Corts.

Y es que la exposición es un cúmulo de despropósitos. Así, en la celda número 1 Ramon Albó es protagonista: no por inquilino, sino por su contribución a poner en pie La Modelo. Este gran catalán y gran católico, que cuando estalló la sublevación franquista se pasó con armas y bagajes al régimen de Burgos, había sido destituido de sus cargos por la ministra Victoria Kent al negarse a aplicar la reforma penitenciaria republicana. Albó fue de los impulsores de la doctrina de redención de penas por el trabajo que se aplicó con fervor mariano durante el franquismo. Además, ocupó la vicepresidencia del Patronato de Protección de la Mujer, que presidía doña Carmen Polo de Franco. Este organismo velaba por la moralidad femenina e imponía multas a las que se atrevían a vestir desafiando la moral y las buenas costumbres. En fin, durante los años cuarenta el prócer catalán también presidió el Tribunal Tutelar de Menores, siendo pues corresponsable de la desaparición y deportación de niños, hijos de republicanos, en los primeros años de la posguerra. Pero todo su historial se silencia en favor de su servicio penitenciario a Cataluña.

Hay otra celda estelar: la dedicada al Complot de Garraf, en el que miembros de Estat Català intentaron matar a Alfonso XIII en Barcelona. He ahí el tuétano de la historiografía procesista: lucha armada contra el Borbón. “La oposición a la dictadura [de Primo de Rivera] fue encabezada por grupos independentistas, republicanos y anarcosindicalistas”, reza la exposición que recuerda a Jaume Compte y Marcel·lí Perelló, integrantes de La Bandera Negra de Estat Català. Un no atentado que, al parecer, supuso un gran hito en la historia de Cataluña.

Sigue el recorrido y entre los represaliados y los más de 1.700 fusilados por los franquistas en el Camp de la Bota, la figura es Josep Fortuny, militante de Esquerra Republicana y alcalde de Mollet del Vallès hasta el fin de la Guerra Civil. Otro peldaño nacional.

Los libertarios de la exposición llegan de la mano de Francesc Ferrer i Guàrdia, fusilado en Montjuïc y designado chivo expiatorio de la Semana Trágica de 1909 por las autoridades españolas con la aquiescencia de grandes prebostes de la Lliga (lo que se silencia). Salvador Seguí, el Noi del Sucre, también se halla presente en la muestra gracias a que su abogado fue Lluís Companys. Una celda, tipo museo de cera de madame Marie Tussaud, muestra una mesa de café (debe ser el Tostadero Americano de la plaza de la Universitat, camino del que fue asesinado por los pistoleros de la patronal) y recuerda que ambos eran amigos desde la infancia y de Tornabous (Urgell). Salvador Puig Antich, último ejecutado al garrote vil, cierra el cupo libertario. Anarquistas, pues, a granel y muy escogidos.

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Globalmente el relato es grotesco, tendencioso y lamentable. Es una Cataluña sin molestos obreros, epígonos de anarquistas y comunistas. En fin, si se dan prisa podrán recibir un curso de inmersión en corrientes historiográficas procesistas hasta el 26 de noviembre.

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