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El precio de vivir en un castillo

Propietarios de fortificaciones dedican sus inmuebles a usos lucrativos para mantener el patrimonio histórico

Carlos Garfella
El castillo de Riudabella, situado en Vimbodí (Tarragona).
El castillo de Riudabella, situado en Vimbodí (Tarragona).

El senescal del castillo de Sant Marçal, vendió, en 1225, el inmueble a Ramon de Peglamans, miembro de uno de las familias más relevantes de la época y de la que son descendientes los actuales propietarios. Situado en Cerdanyola del Vallès, hoy es un espacio dedicado a la celebración de bodas y uno de los 1.580 castillos o edificios amurallados que existen en Cataluña, según datos del Departamento de Cultura de la Generalitat. También un ejemplo de una tendencia en auge: cada vez son más los propietarios de castillos que se ven forzados a dedicar sus inmuebles a fines lucrativos para poder conservarlos. “Quizás sus antepasados eran grandes fortunas, pero la vida ha evolucionado y ahora los descendientes no tienen tanto dinero para acondicionar las viviendas. Los que pueden afrontar los gastos hoy son una minoría. Cada propietario busca su propia solución”, explica Javier Gimeno, presidente de Monumenta, una asociación de propietarios de castillos y edificios catalogados de Cataluña que aglutina 170 inmuebles.

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Las soluciones de los propietarios pasan por desde alquilar los inmuebles para la celebración de bodas hasta el rodaje de películas. Josep Maria Azinzu es el propietario del castillo de Sant Miquel, del siglo XI y situado a 700 metros de altura en Castellterçol (Moianès). Su familia lo compró en 1987. “Estuvimos unos años viviendo en él. Pero el coste para mantenerlo era demasiado alto, por eso decidimos reconvertirlo en un hotel y destinar los ingresos a su conversación. Es una pequeña ayuda, pero todo suma”, dice Azinzu, quien explica que los costes destinados para la rehabilitación del inmueble pueden llegar hasta los 20.000 euros al año. “Cuando se rompe una tubería, al final encuentras otra deficiencias y acabas invirtiendo más y más”, asegura.

La familia de Azinzu no se plantea en un futuro vender el inmueble. “Pese a los costes, nos hace ilusión tenerlo. Es una idea muy romántica”, añade. Otros, como el castillo de Riudabella, en Vimbodí (Conca de Barberà), se alquila para rodajes y celebración de bodas.

La Fundació Castells Culturas de Catalunya es una asociación que promueve el uso turístico de estos inmuebles protegidos. La entidad aglutina a 125 castillos. Su director, Ramon Orpinell, explica que cuando se creó la fundación, hace 25 años, no existía ninguno dedicado a este fin. Los inmuebles que forman parte de ella se abren al público para recibir visitas guiadas. “A grandes rasgos, en Cataluña no se fomenta el uso turístico de nuestro patrimonio. Todo lo contrario, al turismo de playa y de masas. Es una pena, porque en recursos patrimoniales estamos a la cabeza de Europa”, explica Orpinell.

El castillo de Sant Marçal preparado para un evento.
El castillo de Sant Marçal preparado para un evento.
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La solución de Gimeno y Orpinell pasa por importar el modelo de conservación francés a Cataluña. “Mientras que un propietario francés que abre al público su castillo desgrava el 100% de lo que invierte en mantenimiento, en España solo es el 15%. La ayuda para rehabilitarlos, además, es escasa”, explica Gimeno. Según la ley, los inmuebles catalogados como Bien de Interés Cultural deben abrir al público cuatro días al mes. “Montoro aprobó una ley que obliga a pagar el IBI a todas las casas que generan actividad. Como nosotros, que tenemos que abrirlo por ley ciertos días al mes”, explica Gimeno.

Un mercado en auge

“En Europa, hace muchos años que tuvieron claro que el que mejor cuida un castillo es su propietario”, dice Orpinell. Aunque todavía hay muchos propietarios que se niegan a abrir las puertas de sus inmuebles. “Pero cada vez son menos. Hace unos años los propietarios estaban menos por la labor, algunos creían que si abrían su castillo al público les iban a robar”, añade.

También los hay que deciden venderlos. Aldeas Abandonadas es una inmobiliaria especializada en la venta de edificios catalogados en España. Entre su amplia oferta —tienen a la venta nueve fortificaciones en Cataluña— destaca un castillo de gran lujo del siglo XII en la comarca del Lluçanès y donde el rey Alfonso XII se hospedó “en diversas ocasiones”, aseguran. La habitación y la cama donde pernoctó el monarca siguen intactas. El precio asciende a 4,3 millones de euros. “Desde hace cuatro años hemos notado una mayor demanda y más oferta en el mercado. Son propiedades que, por lo general, pertenecen a una misma familia desde hace muchas generaciones”, explica Elvira Fafian, gerente del negocio. “Llega un momento en el que los descendientes no pueden seguir viviendo en ellos y deciden venderlos. Aunque la venta no es fácil. El perfil suele ser alguien extranjero y adinerado. La mayoría es gente que quiere vivir en él o hacer negocio”.

El palacio Mornau, museo del cannabis

El palacio Mornau, construido en el siglo XV y remodelado a principios del XX por el arquitecto Manuel Raspall, es una de las joyas modernista de Barcelona. Después de permanecer durante décadas abandonado, el empresario holandés Ben Dronkers lo compró en 2002. Tras 10 años de reformas, el inmueble reabrió sus puertas en 2012 reconvertido en el Hash Marihuana Cáñamo & Hemp Museum, un centro dedicado a la cultura del cannabis. En él hay expuestas más de 6.500 piezas relacionadas con la planta que recogió su fundador durante 40 años.

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Sobre la firma

Carlos Garfella
Es redactor de la delegación de Barcelona desde 2016. Cubre temas ambientales, con un especial interés en el Mediterráneo y los Pirineos. Es graduado en Derecho por la Universidad de las Islas Baleares, Máster en Periodismo de EL PAÍS y actualmente cursa la carrera de Filosofía por la UNED. Ha colaborado para otros medios como IB3 y Ctxt.

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