_
_
_
_
TRIBUNA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Se podía haber evitado

La autora culpa a la Concejalía de Urbanismo y a la Comunidad de Madrid de haber permitido el derribo parcial del convento protegido de las Damas Apostólicas

Estado de demolición este jueves del convento neomudéjar de las Damas Apostólicas.
Estado de demolición este jueves del convento neomudéjar de las Damas Apostólicas.KIKE PARA

Comenzó el verano y Madrid asistió a una de las mayores aberraciones contra el patrimonio de los últimos años. Desde el amanecer y sin apenas molestias, las máquinas derribaron una buena parte del convento neomudéjar de las Damas Apostólicas, situado en el paseo de la Habana 198 y protegido por la Ley de Patrimonio de la Comunidad de Madrid desde 2013.

A pesar de que los vecinos dieron la voz de alarma, nadie hizo nada por evitarlo. Tanto el Ayuntamiento como la Comunidad de Madrid conocían desde hace tiempo las advertencias de peligro de demolición planteadas, reiteradas por las asociaciones y los grupos políticos, pero permanecieron impasibles durante unas horas cruciales.

El derribo del convento es la crónica de una muerte anunciada que comienza en 2006, cuando el gobierno municipal del PP aprobó- con el voto negativo del PSOE- un estudio de detalle que contemplaba la demolición total. Por fortuna, la entrada en vigor de la Ley autonómica de Patrimonio Histórico paralizó, en ese momento, el desastre.

Hace un año, los vecinos –a veces más guardianes del patrimonio que los responsables públicos- reclamaron a la Junta de Chamartín su protección para el Convento de las Apostólicas. La respuesta del área, dirigida por José Manuel Calvo, fue acorde con la desidia que muestra frecuentemente hacia el patrimonio de la ciudad y absolutamente desoladora: el convento no está protegido (falso, era BIP por Ley) y la protección de un inmueble puede generar derechos indemnizatorios (razonamiento por el cual, en Madrid nunca se hubiera protegido nada).

Hay más ejemplos de la desidia del Ayuntamiento en la tutela de este edificio, ejemplos que los socialistas, los arquitectos y los vecinos hemos denunciado públicamente para evitar lo que tristemente se consumó el 21 de junio. Todos estábamos alerta. Todos, menos los que debían evitarlo.

Esta absoluta dejación de funciones es un símbolo de la política urbanística de Ahora Madrid. Es una muestra clara, triste e irreversible de lo que no hay que hacer. Se pudo parar y no se hizo. Aún ignoro si no se quiso hacer, pero no tengo ninguna duda de que una función irrenunciable de cualquier gobierno municipal es proteger el patrimonio histórico y cultural y velar por el interés general frente a los intereses particulares de unos pocos.

Es falso que la protección del patrimonio dificulta la actividad económica, lo que dificulta, en todo caso, es la especulación inmobiliaria. El patrimonio histórico y cultural de nuestra ciudad debe ser su principal atractivo turístico y acabar con él no sólo significa fulminar el pasado y la memoria de la ciudad, sino comprometer negativamente su futuro.

Una semana después, la Comunidad de Madrid anuncia que declarará el convento Bien de Interés Patrimonial y ordena su reconstrucción. El Ayuntamiento, anuncia sanciones para el arquitecto y los promotores. Ambas administraciones eluden su responsabilidad en un desastre que podían haber evitado.

Madrid, una vez más, se ha quedado sin un pedazo de su historia. Mientras otras ciudades protegen e impulsan sus señas de identidad, Madrid las destruye. Es para estar muy triste.

Mercedes González es portavoz de Urbanismo del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Madrid

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_