El “novio de Venus” reivindica sus ‘performances’ a pelo
El artista catalán Adrián Pino se volverá a desnudar el 22 de mayo en Londres
Vestido de esmoquin y con la mano derecha pintada de rojo, Adrián Pino se presentaba en 2014 como un nuevo artista, como “un hombre occidental, pero cuidado porque este elemento (el esmoquin) es mentira, es una máscara como la que lleváis todos vosotros. La mano, sin embargo, es lo antiguo, lo salvaje, incluso la menstruación, algo que me permite estar en contacto con lo primigenio, con la madre”. Durante estos tres años, el artista catalán ha disparado sus críticas contra la política y otros temas sociales, pero actualmente está centrado en su proyecto V, del que forma parte su última performance el pasado 22 de abril en la que se bañó desnudo en la Fontana di Trevi de Roma.
Pino no se define como un performer, a pesar de que utilice recursos performáticos para comunicar una idea, sino como un comunicador que transmite realidades poéticas, incluso, dice, una escultura viviente capaz de llegar a la mímesis con otras figuras. Pide que no le confundan con los dos turistas que se zambulleron en la Fontana di Trevi en semanas anteriores, ya que para él la obra tiene un aura que no puede atravesar y que interpreta de forma metafórica. “Yo me metí en la Fontana di Trevi porque lo considero un órgano femenino”.
El proyecto V reivindica, asegura, el lado espiritual de la humanidad a través de lo sagrado, donde “la idea base es creer en la veneración de lo sagrado de las vírgenes profanas”, representadas en las obras escultóricas. Su primera incursión con este proyecto se remonta al 22 de abril de 2014 y su desnudo ante El Nacimiento de Venus, de Botticelli, en la Galería de los Uffizi de Florencia, donde la prensa italiana le acuñó el seudónimo de “novio de Venus”. “La policía fue muy amable y tuvo una actitud pacífica. Lo que no comprendo es que la gente se ruborizara al ver un hombre desnudo cuando estábamos rodeados de desnudos pictóricos en la galería, ¿dónde está la diferencia?”. No sería hasta el 22 de marzo de este año cuando retomaría V con otro desnudo en París, frente a la Victoria de Samotracia, en el Museo del Louvre. El artista catalán tiene previsto seguir con estas acciones hasta diciembre de 2018.
El ensalzamiento de lo femenino y, por ende, el derrocamiento de lo masculino se vincula a la infancia de Adrián Pino, en la que la masculinidad agresiva se personificaba en su abuelo, guardia civil durante la época franquista, y el bullying sufrido por chicos en el instituto. Su fuerte interés por la sexualidad y lo erótico, concebido como una forma de liberación, le permitió definir lo femenino como la esperanza del futuro, una evolución natural para la sociedad y de ahí que se oculte los genitales durante sus performances. “Como hombre me siento una criatura frustrada, pero no porque quiera ser mujer, sino porque me parece interesante asumir esa frustración porque para mí el hombre es una criatura inferior”.
Su crítica se extiende a gran parte de la sociedad de consumo. Su opinión la ha plasmado en actuaciones como La rapadeta de Montserrat, realizada el pasado febrero en el Monasterio de Montserrat, donde puso una imagen de Britney Spears sobre la figura de La Moreneta.
El novio de Venus se define a sí mismo como un artista que va consumiendo etapas, pero siempre en busca del eje mediático. “Me gusta estar bajo el ojo del huracán porque hay una ridiculización de lo que yo hago por parte de la mayoría de los medios, y eso da mucha información de cómo funciona este mundo”. Y añade: “Si hay gente que piensa que soy un poeta del siglo XXI que se desnuda me parece maravilloso, y si alguien piensa que soy una petarda me parece fantástico también; las dos lecturas son perfectamente compatibles”.
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