Attica por un día
Este sábado se celebra el treinta aniversario de la discoteca, con Pepo como maestro de ceremonias
Todo ocurrió en la madrugada del sábado 3 de junio de 1995. Los dueños de la discoteca Attica, uno de los templos de la música electrónica madrileña, situada en el kilómetro 15 de la carretera de Barcelona, decidían saltarse a las bravas el precinto policial del local, que había sido ordenado en octubre del año anterior, y celebrar una fiesta por todo lo alto. Los flyers que se repartieron decían: Attica por un día. Los agentes de la policía llegaron a dar dos avisos. Pero la fiesta continuó para más de 2.000 personas hasta las tres de la tarde del domingo. Eran otros tiempos.
A partir de esa fecha, el nombre de Attica comenzaría a mitificarse. Todo el mundo hablará de sus increíbles instalaciones —una terraza llamada el cielo, y una pista de baile, con jaula incluida, denominada el infierno—, su potente equipo de sonido —con una presión imposible de igualar— y, como no, de sus maratonianas sesiones, de Pepo y DJ Abel, luego Abel Ramos, a un jovencísimo Cristian Varela, en ese momento DJ Christian.
Este sábado se celebra el treinta aniversario de Attica en la Riviera, con Pepo como maestro de ceremonias. Un set repleto de clásicos y muy del gusto de aquellos que deseen revivir por unas horas aquel ambiente. Pero hay mucho más, por la ciudad pasarán este fin de semana nombres como Omar S y Silent Servant (jueves y sábado respectivamente, en Mondo Disko), Sigha (viernes, en Stardust), o Manara, habitual de sellos como Fade To Mind o Night Slugs (sábado, en Costello). A esto hay que sumar el showcase de la discográfica Kitsune (viernes, en Goya Social Club) y la fiesta de cumpleaños de After Brunch, el cuidado proyecto de Torrione y Luchino, que abre las puertas del Gran Salón de Baile del Círculo de Bellas Artes la tarde del domingo. Madrid no descansa.
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