En busca del subidón perdido de los 90
Hace dos décadas los clubes eran una familia y el 'techno', otra cosa. Nostálgicos y recién llegados reivindican y recuperan ese espíritu en las fiestas 'remember'
Que la segunda década del tercer milenio parece consagrada a un revival de los años 90 salta a la vista en cosas tangibles como la moda, pero no resulta tan claro en lo referente a los hábitos. Por ejemplo, los nocturnos. Aunque aquí también se vuelve a esa época: en la programación de muchas discotecas actuales se hace un hueco para las llamadas fiestas remember. Eventos que rememoran los orígenes de una forma de divertirse en torno a un sonido, el techno, que a principios de aquella década marcó a una generación desde la estética al estilo de vida. Últimamente se multiplican en el calendario, hasta el punto de que una de las principales salas de Madrid, Maxime, ya dedica su sesión de los sábados, Mondino, a invocar la llamada "época dorada de la fiesta".
Una de las más señaladas tuvo lugar hace pocas semanas en Family Club, en Sonseca (Toledo), con dos nombres míticos de aquellos inicios de tralla, sudor y baile infinitos, los DJs Pepo y Cristian Varela. Hablamos con ellos y husmeamos a fondo en el local para descubrir si el remember es cosa de nostálgicos atrapados en un subidón de hace 25 años o, por el contrario, se trata de un fenómeno para los fiesteros cansados de noches que no van más allá de ligar, lucir modelito o emborracharse.
Cristian Varela se muestra poco melancólico al explicar qué tiene de peculiar una fiesta remember. "Viene gente mayor que no sale porque tiene hijos y aprovecha una noche como hoy para recordar viejos tiempos, pero creo que, si los jóvenes comienzan a buscar cosas más experimentales, en el futuro también podrán decir que su época fue brutal". Pepo defiende con más firmeza la era que le encumbró y compara las remember con "ir a un cumpleaños, una ocasión especial donde además se puede hablar de música". Ambos pincharon en los templos más emblemáticos de la escena madrileña de finales de los ochenta y principios de los 90, como Attica, Van Vas o Epsilon; y junto a otros nombres como Oscar Mulero se convirtieron en gurús de un nuevo concepto de noche.
El ambiente en la remember de Family se parece al de un concierto. La atención de los 4.000 asistentes está puesta en la cabina, en el DJ. "Venimos a pegarnos una fiesta de verdad, en la que lo que importa es la música", grita una chica que no llega a los 30 años. Otros culpan a lo que se escucha en la mayoría de garitos: reggaeton y el EDM del David Guetta de turno. Su motivación es huir de la música comercial, pero en estas décadas la electrónica ha evolucionado a un montón de géneros, y con ello han surgido centenares de clubs y festivales como Creamfields o Sónar. Además, a principios de los 90 también había música dance comercial. Pepo o Cristian Varela representaron el underground de entonces, pero los devotos de la llamada "música antigua" no parecen dispuestos a buscar su equivalente actual.
Puede que la clave sea ese sonido en concreto, que nació de la influencia de grupos como Kraftwerk o Front 242. Sin embargo, cuesta creer que el cien por cien de los asistentes a Family sean puristas del techno que distinguen el número de BPM (beats por minuto) con el que pinchan Pepo o Cristian. Fer Maeso, administrador de un grupo de fans del remember en Facebook con más de 5.000 seguidores, revela lo que para él hizo de aquello algo irrepetible: "El ambiente, todo era camaradería". Es decir, el "espíritu remember". Música, amistad, cierres emocionantes y cierto punto de inocencia, esencia de la buena fiesta que, con los años y el postureo, se habría corrompido. Cristian Varela apunta más hacia la novedad. "Aquella generación descubrió un sonido en un momento donde las estrellas de las discotecas eran los relaciones públicas y no los DJs. Cuando vives algo desde su nacimiento, lo haces de un modo mágico". Pepo va más allá, al momento histórico: "Lo que se vivió fue un cambio político. En los ochenta llegó el color. Entraron grupos musicales y absorbimos todo aquello. Esa movida ya no existe. Ahora mismo hay avances sobre lo conquistado anteriormente, pero no hay revolución. Ni siquiera simbiosis. Antes había un continuo intercambio. Se vio el futuro, la vanguardia, las ganas de experimentar. Era un intercambio continuo".
Un factor más que confluye con el momento actual, de mucho movimiento sociopolítico. A Pepo vuelve a entrarle la morriña. "Manuela Carmena me recuerda a Tierno Galván, que para mí fue y será el mejor del mundo; ojalá ella también se acuerde de los artistas de la noche". Pero, a continuación, reconoce que es casi imposible revivir aquello en una fiesta por muy remember que sea, y más aún que vuelva como tendencia. "Se podría hacer, pero ahora mismo todo es a base de pasta y sin autenticidad. La gente de ahora es más conservadora, más garrula. Tendría que aparecer un empresario que abriese en las grandes ciudades los Attica, Saratoga o Público de hoy. La gente está harta, necesita algo nuevo hecho con la pasión de antes". Varela, que advierte que la proliferación de las remember "puede hacer que pierdan el encanto", coincide con Pepo. "La clave para un auténtico revival es que triunfe lo que hoy es experimental. Un nuevo tipo de club, con un público muy seleccionado, y en un sitio que pueda tener un sonido similar al que tenía por ejemplo Attica. Y que, cuando se consolide, nadie venga a cerrarlo".
"Ahora mismo todo es a base de pasta y sin autenticidad. La gente de ahora es más conservadora, más garrula"
En resumen, apuestan por empezar algo sin la etiqueta remember que se aproxime a aquellos "fies- tones", para ellos palabras mayores. Pepo se viene arriba desempolvando recuerdos: "Se reproducen sensaciones pero el instante es irrepetible. Tengo algunos recuerdos de Attica... En los que sentí el rock [deja de hablar durante unos segundos en los que parece revivir el instante]. Hablo de sentir que podía morir completamente feliz en ese momento". Varela, que se declara a la última en tecnología para pinchar, destaca por encima de todo el sonido. "No he escuchado algo así jamás. Las cajoneras con los discos reventaban de la presión, pero te ibas a la barra y podías hablar tranquilamente. Los cierres de Attica fueron algo irrepetible. Bajarme a la pista a bailar con la gente, ver a algunos llorando, abrazándose, poner el New England de Billy Bragg y temas así de guitarreo tan bonitos...".
Sin embargo, Pepo confiesa algo que podría contradecirle: asegura que lo esencial en una fiesta es la conexión entre el DJ y el público. "Conectar ese Bluetooth que llevamos en el cerebro con el de la gente. Es algo espiritual, sucede y la pista empieza a funcionar". Cuesta creer que esa simbiosis sea exclusiva de su época o de las fiestas remember, pero el publico de aquella noche en Family parecía tener algo en común: para todos ellos cualquier temazo pasado fue mejor.
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