Ribó propone regular las actividades extraescolares para evitar la segregación educativa
El Síndic dice que el coste de algunas tareas genera desigualdades
Los costes para acceder a las actividades complementarias de la escuela (excursiones, comedor, etc) ponen en peligro la igualdad de oportunidades de las familias a la hora de elegir los centros de escolarización. Tras constatar que se ha consolidado la segregación escolar en Cataluña —-los colegios con más del 50% de alumnos extranjeros se duplican desde 2006—, el Síndic de Greuges, Rafael Ribó, advirtió ayer que “el coste de determinadas actividades contribuye a generar desigualdades” entre los centros.
A raíz de “varias decenas” de quejas recibidas, el defensor del pueblo catalán han podido confirmar “prácticas segregadoras” por parte de los centros. Por ejemplo, que en algunos centros concertados se excluye de las actividades complementarias a los alumnos que no han pagado las cuotas o “no se garantiza el carácter voluntario y no lectivo” de estas actividades. Ribó también ha constatado que en los centros concertados, el precio del comendor escolar suele sobrepasar el precio máximo establecido por los centros públicos.
El caso más paradigmático, no obstante, es el que refiere las situaciones vividas por alumnado asignado de oficio a estos centros. Según el Síndic, se han detectado que, a alumnos con necesidades educativas específicas que fueron ubicados en estos centros concertados también se les exige pagar esta cuota por las actividades complementarias.
Ribó alertó ayer de que todas estas prácticas pueden favorecer la segregación escolar y apostó por “regular las actividades complementarias y también las ayudas para fomentar el acceso”. El Síndic también advirtió la necesidad de velar para que ningún niño con dificultades para sufragar estas actividades se quede excluido de estas tareas.
Innovación "sistémica"
Otro elemento segregador, advirtió el defensor del pueblo catalán, puede llegar a ser la singularidad de los proyectos educativos. Aunque la innovación pedagógica y la autonomía de los centros a la hora de decidir su proyecto educativo son positivas, la singularización de los programas docentes de cada colegio “puede consolidar desequilibrios”.
Los colegios tienen autonomía para configurar y determinar su propio proyecto educativo. Pero el Síndic señala que "no siempre tienen suficiente en cuenta la dimensión pública y comunitaria de la educación y la necesidad de preservar la igualdad de oportunidades". Esto es, que en plena era de la innovación pedagógica —más de 1.500 centros en Cataluña participan en algún proyecto o actividad de este tipo, según Enseñanza—, algunos colegios orientan sus proyectos educativos y pedagógicos hacia un tipo de alumno. Según Ribó, estos centros pueden favorecer la segregación escolar porque, al estar dirigidos y pensados hacia un perfil de familias muy concretas, son "poco inclusivos" con la diversidad social del entorno.
El Síndic apostó por convertir la innovación educativa en "sistémica" y coordinada desde el Departamento de Enseñanza, garante de la equidad en el acceso. "La autonomía en la definición de los proyectos educativos es positiva pero se ha de modular para que no entre en conflicto con las necesidades del sistema". En este sentido, Ribó recordó que "el carácter propio o singular de sus proyectos no puede ser un argumento para no promover planteamientos inclusivos". Así, el defensor del pueblo catalán ha insistido en poner el acento en los centros de alta complejidad "y consolidar los proyectos educativos innovadores también donde hay menos demanda para que no haya desigualdades en función de estar en un centro o en otro".
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