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La muerte nunca sentó tan bien

Un altar de difuntos recibe en el Ayuntamiento de Madrid; Cervantes se convierte en zombi y el cementerio de La Almudena invita a recorrerlo y descubrir sus secretos

Pablo León
Altar de muertos en el Ayuntamiento de Madrid.
Altar de muertos en el Ayuntamiento de Madrid.ÁLVARO GARCÍA

Ni muertos, ni santos, ni payasos asesinos… En los primeros días de noviembre se celebraban, en Roma y en la cultura celta, las fiestas relacionadas con el final de la temporada de cosechas; la llegada del otoño. Con el paso del tiempo, y de las religiones, en Europa el cristianismo reconvirtió la fiesta pagana en el Día de Todos los Santos (1 noviembre) y a continuación (el 2) el de Todos los Difuntos. También generó una celebración previa, el 31 de octubre: all hallows' eve(víspera de todos los santos), que derivó en Halloween. Y todo eso se celebra estos días. En Madrid también.

“Échales piedras al jarrón para que no se caiga”, grita una mujer en un cementerio a sus familiares. “Dale bien a las letras, que brillen”, aconseja a una de sus sobrinas mientras limpia una tumba. Como ellas, decenas de mujeres, cargadas de flores, se esmeran en abrillantar las lápidas antes del Día de Todos los Santos en el arranque de Volver, de Pedro Almodóvar.

La tradición en España marca ese día en el calendario cristiano para honrar a los seres queridos que nos han abandonado. Sobria, con toques necrófilos y gótica, la cita invita al recogimiento y a visitar los cementerios. Comprensible que perdiera la batalla frente al desenfreno terrorífico de Halloween. La fiesta de origen celta se globalizó gracias a su éxito en Estados Unidos. En parte por Hollywood y las películas de terror. Icónica La noche de Halloween (1978), de John Carpenter; magistral El resplandor (1980), de Stanley Kubrick. Tanto que esta última se puede ver el 31 de octubre en el cine Palafox (21.00) para calentar la noche en la que los espíritus abandonan la ultratumba para pasear por el mundo.

El altar instalado en el Ayuntamiento de Madrid.
El altar instalado en el Ayuntamiento de Madrid.ÁLVARO GARCÍA

“Hemos querido ampliar la visión e incorporar una tradición muy arraigada en México como es el Día de Muertos”, cuentan desde el área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid. Para ello han instalado un imponente altar de difuntos, realizado por el artista Gustavo Zermeño, en el hall de CentroCentro (plaza de Cibeles, 1). También lo hacen el Museo de América, la librería Juan Rulfo, el Campo de la Cebada y varios restaurantes mexicanos de la capital, organizando una ruta para disfrutar de esta tradición que rinde culto a los que ya no están dejándoles comida, calaveras, velas, alcohol, flores… y todo tipo de objetos de uso cotidiano de los fallecidos. Una costumbre que, según la Unesco, “se debe preservar su dimensión estética e inmaterial amenazada por el creciente número de expresiones de carácter comercial”.

Justamente esa faceta mainstream, pero no menos interesante para los forofos de estas fechas, se puede vivir en bares, fiestas —como la Cha Cha Theatre of Horrors, que se celebra hoy a partir de las 23.00—. También el Parque de Atracciones, donde hasta el 6 de noviembre han instalado seis pasajes del terror, o el parque Warner, que homenajea los horrores cotidianos. En clave madrileña aparece la exposición de calabazas en el Jardín Botánico o la ruta La noche de los espíritus (28 de octubre; 19.00; salida Centro Cultural Conde Duque): un paseo de tres horas centrado en parapsicología, fantasmas y ese Madrid oculto y oscuro.

El teatro también lo celebra, como en la sala Caja de Terror (paseo de la Esperanza, 16-18; 630 26 31 72), dedicada al miedo, y muchos restaurantes ofrecen cenas que parecen sacadas del convite de la película Bitelchus. En clave gastronómica no pueden faltar los buñuelos y los huesos de santo; el año pasado se vendieron 450.000 kilos de ambos productos, según la asociación de pasteleros Asempas. Con propuestas así, como cantaba Mecano, “los muertos aquí lo pasamos muy bien”.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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