Croquetas hechas con sobras para alimentar al Congreso
La cocinera Ada Parellada pide cambiar la ley para que las escuelas aprovechen los restos de comida
Las ha metido en una caja y ha cogido el avión rumbo a Madrid. La cocinera del restaurante barcelonés Semproniana, Ada Parellada, ha convertido el pollo que ha sobrado de un colegio de Barcelona en un centenar de croquetas que esta mañana ha repartido a las puertas del Congreso de los Diputados. Objetivo: reclamar un cambio en la legislación alimentaria para evitar el desperdicio de alimentos. Con Parellada ha viajado Cristina Romero, una madre que ha conseguido 225.000 firmas por esta causa, y un experto en seguridad alimentaria. La cocinera ha trasladado su petición a la presidenta del Congreso, Ana Pastor, y a representantes de los grupos parlamentarios del PP, PSOE y Podemos.
Todo aquel que se pasaba por el Congreso pasadas las 11 de la mañana podido probar una croqueta. Han servido para abrir el apetito y un debate. "La ley es restrictiva, no favorece el aprovechamiento de la comida, y queremos que lo promueva", ha manifestado Parellada tras la entrega de firmas. Es la escuela, según la cocinera, el "espacio educativo por excelencia", donde se debe luchar contra un modelo que transmite que "los alimentos no valen nada".
Romero descubrió durante una reunión en la escuela de su hijo, en Empuriabrava (Girona), que en el comedor del centro se programaban de igual manera las raciones para niños de 3 a 12 años y que se tiraba la comida que los más pequeños no consumían, siguiendo las directrices del Ministerio de Sanidad. A raíz de esto, esta madre pidió ayuda a Parellada, que anualmente promueve un menú preparado con alimentos rechazados en el circuito comercial, y hoy la campaña ha llegado al Congreso.
Incentivar a las escuelas que sepan aprovechar la comida y penalizar o alertar a las que tiran grandes cantidades de alimentos son algunas de las propuestas de modificaciones a la Ley de Seguridad Alimentaria que proponen los impulsores de esta campaña. "Aprovechar es más caro que tirar", asegura Parellada, ya que el trabajo de las personas es mucho más costoso que los alimentos.
Parellada argumenta que la falta de tiempo en los hogares hace que las compras de productos frescos no se planifiquen correctamente. "Compramos productos frescos que acabamos tirando, con toda tranquilidad porque nos han salido baratos", asegura y, según ella, esta actitud fomenta una "superproducción alimentaria" con efectos medioambientales devastadores.
Por su parte, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha puesto en marcha una web para pedir una ley en España que incentive la donación de alimentos frente al desperdicio, como ya han hecho países como Francia o Italia. Según la OCU, el mayor volumen de alimentos se desecha en los hogares (42%), seguidos de la industria alimentaria (39%), los restaurantes (14%) y la distribución (5%).
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