La ría de Arousa se cobra la vida de dos buceadores en tres meses
La crisis los llevó a ambos a ganarse la vida como mariscadores. Con escasa experiencia en el buceo, tal vez no calcularon los riesgos de la inmersión
Fue una fatídica mañana para otro buceador de Cambados, Joaquín Oubiña, de 48 años, cuando este viernes intentaba capturar unas cuentas raciones de navajas en la zona limítrofe con la península de O Grove. Este es el segundo mariscador que en apenas tres meses pierde la vida haciendo una inmersión en aguas poco profundas de la ría de Arousa.
La voz de alarma la dio otro mariscador con el que había iniciado la inmersión en una mañana de sol y mara apacible y no había vuelto a tener noticias de su compañero de embarcación cuando llegó a la lonja. Dos horas después su cuerpo fue localizado por un voluntario que participaba en el operativo de búsqueda.
El hombre (casado y con una hija) se ganaba la vida mariscando en las hondonadas de la ría después de que la crisis le obligara a abandonar su oficio relacionado con la joyería y a echar el cierre al negocio que tenía en Cambados. Así se enroló en la cofradía de su pueblo para aprender a faenar con unos mínimos conocimientos y obtener el carné de mariscador que le permitiera salir adelante. Más tarde se decantó por el marisqueo a flote y se pasó al buceo.
Con una pequeña embarcación que siempre compartía con otro mariscador, ambos salieron temprano y comenzaron la inmersión en aguas someras, a escasos diez metros de profundidad. Pero el buceador que le acompañaba le perdió la pista hasta que pensó que algo iba mal y dio la alerta cuando llegó a puerto.
Enseguida se puso en marcha un operativo de búsqueda en coordinación con varias cofradías, un equipo de Salvamento Marítimo y buzos de la Guardia Civil que incluso alcanzaron los polígonos de bateas en el rastreo del cuerpo, sin que por el momento se conozca la causa de la muerte que determinará el informe del forense.
El 3 de marzo, también se ahogó otro mariscador, Gonzalo Serantes, de Vilanova de Arousa, de 41 años, cuando intentaba rescatar a pulmón el rizón de un barco en el muelle de Carril. El hombre también había recurrido al marisqueo para ganarse la vida después de estar varios años en paro.
Esa tarde trabajaba en torno a los parques de cultivo de almeja que rodean la isla de Cortegada para tratar de localizar una especie de ancla de tres uñas que había quedado en el fondo del puerto por encargo del propietario de uno de los viveros en los que normalmente faenaba.
Se tiró al agua sin equipo de buceo y se sumergió en varias ocasiones intentando recuperar el aparejo hasta que horas después se alertó de su desaparición casi entrada la noche. Su cuerpo no fue recuperado hasta el día siguiente en medio de un enorme despliegue de equipos de salvamento y fue localizado muy cerca de la zona punto donde se había sumergido.
La autopsia determinó que falleció por ahogamiento, y que según algunas las hipótesis de algunos testigos, pudo deberse a que el hombre tal vez quedó enganchado en alguna red hundida u otro aparejo similar que impidió su emersión.
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