_
_
_
_

Fallece el periodista Josep Maria Puigjaner, puntal de la Transición

Exjesuita y escritor catalanista, Puigjaner fue un puntal de distintas y simultáneas transiciones: religiosa, española y cultural

Xavier Vidal-Folch

Ha muerto en Barcelona, a los 79 años, Josep Maria Puigjaner i Matas, Puchi. Periodista, exjesuita y escritor catalanista, Puigjaner fue un puntal de distintas y simultáneas transiciones. De la transición religiosa heredera del Concilio Vaticano II que modernizó el catolicismo y le hizo hollar tardíamente el siglo XX; de la transición política española, como amigo y cómplice de los círculos de la resistencia madrileños, del ruizjimenismo a los de Comisiones pasando por los activistas sociales del pozo del tío Raimundo; y de la transición cultural, porque los conectó con las gentes del catalanismo moderado del que siempre bebió, y predicó.

Licenciado en Filosofía y Letras y diplomado en Periodismo, Puchi dejó huella periodística sobre todo como director de Mundo Social entre los años ásperos y apasionantes de 1969 a 1975. Era una revista mensual fundada por la Compañía de Jesús, hermana pequeña de "Cuadernos para el diálogo" --en menor densidad-- y que mes tras mes acumulaba secuestros administrativos gracias a la liberalísima Ley Fraga, y multas capaces de tumbar o desanimar a cualquier institución que no gozase del amparo o la determinación tan características de los jesuitas.

Era Puigjaner un hombre extraordinario, singular, escondido tras su apariencia de discreto heredero de familia industrial algo calvinista. Llegó a doctorarse, junto a Carlos Giner de Grado, en la fragua de equipos jóvenes rebeldes, la práctica del regateo a la censura, la impasibilidad del buen perdedor y la bonhomía de quien jamás pierde la capacidad de ironizar (sutilmente), a veces aderezada de sorprendentes aficiones. Como la del funambulismo callejero en el que tanto destacaba y que tanto nos desconcertaba a los jóvenes periodistas de su equipo: eso sí, sin hacerse notar más de lo debido, aunque a veces en lugares extravagantes para el ejercicio, como las inmediaciones del egipcio-madrileño Templo de Debod.

El cura Puigjaner escribió mucho, y bien. Defendió una Cataluña muy catalana, moderadamente nacionalista y siempre dialogante, en múltiples artículos para distintos periódicos, y en Amada patria o Ser catalán: ¿qué es eso? y otras obras en solitario o en equipo, como integrante del grupo Arnau de Vilanova. Alguna de ellas, en colaboración con la inolvidada Adriana López Garrido, con la que --tras dejar los hábitos--, casó, volvió a Barcelona y fue padre. Luego Adriana murió, joven, entusiasta, malograda. Y él continuó escribiendo retales de su cristianismo reflexivo y liberal: Teilhard de Chardin, el apasionado combate de un evolucionista total. Sin perder jamás su serenidad estoica, luchó siempre contra los molinos de viento, enormes o pequeños, bondadoso y amable. Descansa en paz, Puchi. Bien lo mereces.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_