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Puigdemont promete revertir los recortes sin explicar cómo

La CUP aplaude que el Gobierno rechace los ajustes pero avisa que mplica desobedecer al Estado

Rueda de prensa del presidente de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont sobre los 100 dias de Gobierno.
Rueda de prensa del presidente de la Generalitat de Catalunya Carles Puigdemont sobre los 100 dias de Gobierno.Massimiliano Minocri (EL PAÍS)

Carles Puigdemont celebró ayer los cien días de su Gobierno presentando un plan para lo que queda de legislatura (de duración incierta) y con un objetivo grandilocuente: “Revertir los recortes, revertir sus efectos, y situar Cataluña a las puertas de un Estado propio”. Las intenciones del presidente de la Generalitat van acompañadas de muchas medidas concretas (hasta 45 leyes prevé aprobar el Ejecutivo) pero pocas destinadas a su principal objetivo: revertir los recortes. La Generalitat presentará en mayo sus cuentas para los que deberá hacer un encaje de bolillos: el reto es evitar el tijeretazo y convencer a la Candidatura d'Unitat Popular (CUP) de que en las circunstancias actuales no hay otra política económica posible.

El plan del president: 45 leyes y 750 medidas

Puigdemont hizo ayer su balance de 100 días de mandato con un plan de acción de su Gobierno bajo el brazo. Su objetivo es "revertir los recortes" y dejar Cataluña a punto para proclamar la independencia. Tras un inicio con gestos y pocos medidas concretas, Puigdemont promete una retahíla de medidas, entre las que destacan las asociadas al plan de choque contra la pobreza y la creación de estructuras de Estado: en total, 45 leyes y 750 medidas concretas, según la leyenda del Gobierno catalán. La mayoría relativa a asuntos sociales, con objetivos relacionados con la secesión como el desarrollo de Exteriores (pese al veto del Constitucional) y de la Hacienda catalana. Las principales leyes para la ruptura se están redactando en el Parlament.

El presidente se esforzó en vender su plan de Gobierno como la receta necesaria para combinar los dos objetivos: priorizar las políticas sociales y trabajar para la independencia. Para lograrlo, planteó una batería de medidas (hasta 750, según el documento presentado) que afectan a todos los departamentos: incluye desde propuestas incluidas en el plan de choque como el paro de los desahucios o la renta garantizada hasta las estructuras de Estado. Todo, supeditado a un solo gesto: el voto de la CUP a unos Presupuestos que, de momento, son una incógnita. La Generalitat promete revertir los recortes pero para recuperar los dos puntos de déficit que le exige el Gobierno debe hacer ajustes adicionales por valor de 3.400 millones de euros.

La CUP comparte el objetivo de aumentar el gasto social y trabajar para la secesión, pero en la concreción de cómo se consiguen es donde se enmarañan Junts pel Sí y los anticapitalistas. Puigdemont avisó la CUP de que sin cuentas el plan de Gobierno quedará seriamente mermado: “La herramienta de los Presupuestos es la muleta indispensable para que todo vaya con turbo y no al ralentí. El vehículo es el Gobierno y un plan ambicioso y los Presupuestos la gasolina”, ilustró Puigdemont.

Pese a las turbulencias que los socios parlamentarios han vivido desde que pactaron, Puigdemont ve el vaso medio lleno: “Soy de los optimistas, de los que cree en las bondades del acuerdo de estabilidad”. El presidente se remitió al pleno sobre la pobreza (donde la CUP y Junts pel Sí acordaron, no sin empeño, varias resoluciones) para argumentar que logrará su objetivo: “Debemos hacer esfuerzos, nosotros no pedimos ningún cheque en blanco a la CUP”. El plan de Puigdemont y de su vicepresidente, Oriol Junqueras, pasa por presentar las cuentas en mayo y tenerlas a punto en julio. “Hay interés por las dos partes de trabajar a fondo las cuentas”, apuntó el dirigente.

La CUP celebró las propuestas de Puigdemont al considerar que responden a las demandas de la mayoría independentista del Parlament, pero le lanzó un aviso: “Si el Gobierno se compromete a hacer unos Presupuestos que reviertan los recortes, decimos que de acuerdo pero que implicará desobedecer en el marco del Estado”, advirtió el diputado Albert Botran, en alusión a las exigencias del Ministerio de Hacienda.

Solo Catalunya Sí que Es Pot dio el beneficio de la duda al plan presentado por Puigdemont. El portavoz de la confluencia de izquierdas, Lluís Rabell, confió en que el presidente “demuestre” en las cuentas el compromiso social que promete. A la espera, Rabell celebró “el giro en la retórica y el discurso” de Puigdemont con relación a su antecesor, Artur Mas. Eva Granados, del PSC, opinó lo contrario: aseguró que el Ejecutivo actual representa “la continuidad” del de Mas y por ello, concluyó, el plan “no es creíble”. Los más duros fueron PP y Ciudadanos. Fernando de Páramo, portavoz de la formación naranja, tildó la acción del Ejecutivo de “cien días perdidos por el desgobierno”. Enric Millo, del PP, aseveró que Puigdemont utiliza “el sufrimiento de la gente” para el independentismo.

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