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Memoria de Al Ándalus, a salvo

La Academia de Bellas Artes expone dibujos pioneros de La Alhambra y enclaves islámicos

Dibujo de un jarrón nazarí de Diego Sánchez Sarabia.
Dibujo de un jarrón nazarí de Diego Sánchez Sarabia.

La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando quiere homenajear a los precursores europeos de la conservación documental del patrimonio artístico. Para hacerlo, no ha tenido que acudir muy lejos. En sus propios fondos y archivos figura la gesta realizada por tres arquitectos ilustrados españoles, pioneros en tal cometido: José de Hermosilla, Juan de Villanueva y Juan Pedro Arnal, cuyas obras gráficas la institución académica hace aflorar ahora en la exposición El legado de Al Ándalus. Las antigüedades árabes en los dibujos de la Academia.

En pleno siglo XVIII, la visión de futuro de los académicos españoles se convirtió en la primera manifestación explícita en Europa del propósito de preservar para la posteridad, también documentalmente, la herencia del arte arabo-islámico que España atesoraba en La Alhambra de Granada y en otros enclaves de la región. Fue allí, durante el viaje cortesano de Felipe V a Andalucía, entre 1729 y 1733, donde el futuro Carlos VII de Nápoles y Carlos III de España, de tradición coleccionista familiar, entraría en contacto con el universo arqueológico. Y ello antes de fascinarse en Italia con Pompeya y Herculano, las joyas arqueológicas mundiales descubiertas en 1738 por el ingeniero aragonés Roque Joaquín Alcubierre.

Alerta

Una vez recibida la alerta de que algunos de los magnos escenarios monumentales andalusíes peligraban –como el salón de Reyes de la ciudadela granadina—, la Academia decidió en un primer momento, en febrero de 1756, reproducir las pinturas de la regia bóveda, que se hallaban en grave riesgo de desaparición. La encomienda de aquella tarea recayó en el pintor granadino Diego Sánchez Sarabia, que inició el trabajo. Pero, al poco, dada la extensión y entidad de la riqueza patrimonial amenazada, el ámbito de la actuación se amplió a la arquitectura y a la ornamentación de La Alhambra en su conjunto.

Hasta allí viajaron los tres arquitectos. Y lo hicieron con la intención de plasmar gráficamente, durante seis meses, algunos de los principales enclaves del arte andalusí. El desafío era enorme, ya que a la sazón se desconocían por completo la iconografía islámica y las técnicas de construcción y decorativas de los árabes. Pero José de Hermosilla (Llerena, 1715-Madrid, 1776), jefe del equipo, no se arredró. Sobre el terreno, él y sus compañeros trazaron dibujos, planos, alzados y plantas, que representaron con una precisión y expresividad casi inconcebibles para su época, sesgada por limitaciones técnicas colosales que solo su ingenio les permitió superar. “Aún hoy es difícil concebir cómo Hermosilla, arquitecto e ingeniero topógrafo militar, jefe de la expedición, fue capaz de diseñar la Planta General de la Fortaleza de La Alhambra, que aquí mostramos”, explica Antonio Almagro Gorbea, comisario de la exposición, arquitecto y miembro de una saga familiar de arqueólogos. Él mismo ha realizado una superposición fotogramétrica encima de la planta original de Hermosilla. “La exactitud de sus cálculos es aún hoy extraordinaria, a base de plancheta y cámara oscura, dos metodologías empleadas allí innovadoramente”, subraya.

Tesoro documental

Para interpretar aquel tesoro documental, la Academia recurrió a un monje sirio, Miguel Casiri, cristiano maronita; editó un libro de estampas y dibujos, con textos latinos traducidos al castellano por el clérigo que explicaban las inscripciones. Un arabista, Pablo Lozano, corregiría años después al maronita y perfeccionaría aquel primer texto, Antigüedades árabes de España, que vio la luz entre 1787 y 1804.

La muestra amplía su estela gráfica al siglo XIX, con dibujos y planos de construcciones de Toledo y Córdoba de Jerónimo de la Gándara, Ricardo Arredondo, José Picón o Francisco Contreras y grabadores como Lamberto Iranzo o Domingo Martínez. Capiteles, atauriques, mocárabes, surgen cincelados por las pinceladas de una deslumbrante cromática a base de panes de oro, tintas y temples, que han servido para preservar las representaciones monumentales y ornamentales andalusíes. El visitante percibe los principales hitos de aquel proceso académico de representación versado hacia la conservación patrimonial, que preludió posteriores desarrollos de orientalistas e hispanistas de toda condición.Todo ello, con miras al día en que la inclemente usura del tiempo nos arrebate herencia tan fascinante.

“El legado de Al Ándalus”. Hasta el 8 de diciembre. Martes a sábado, de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00. Festivos: 10.00 a 14.00. Lunes cerrado. Academia de Bellas Artes de San Fernando. Alcalá, 13.

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