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LA CIUDAD ILUSTRADA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Tragedias coloniales

La placa situada en la esquina de las calles de Teniente Flomesta y Canalejas de Sants, que pagaron los artilleros acuartelados en Cataluña, conmemora una de las sangrías de Annual

La placa de 1927 que recuerda a Diego Flomesta, que murió en las guerras de Marruecos a comienzos del siglo XX.
La placa de 1927 que recuerda a Diego Flomesta, que murió en las guerras de Marruecos a comienzos del siglo XX. consuelo bautista

Esta es una placa que pagaron los artilleros acuartelados en Cataluña, como homenaje a uno de sus compañeros caídos en batalla. Es una pieza de hierro situada a la altura de un primer piso, en la confluencia de las calles de Teniente Flomesta y Canalejas del barrio de Sants, con la inscripción: “El excelentísimo ayuntamiento de Barcelona dio esta calle al teniente de artillería D. Diego Flomesta Moya, que murió de hambre y sed antes que enseñar el manejo de los cañones al enemigo”.

Las guerras en Marruecos fueron una sangría de la que apenas se obtuvo beneficio, fruto de las necesidades de un ejército que había perdido un imperio durante el siglo XIX, y en el que muchos oficiales necesitaban hacer méritos y ascender en el escalafón. La suerte del teniente Flomesta de la inscripción nos lleva al año 1921, cuando se produjo el Desastre de Annual. Como en tantas ocasiones, el motivo de esta tragedia hay que buscarlo en la competencia entre dos mandos. Todo empezó cuando el alto comisario Dámaso Berenguer, máxima autoridad española en el protectorado marroquí, tomó la población de Tazarut. Su inmediato subordinado, el comandante general de Melilla, Manuel Fernández Silvestre, “un militar temerario y fanfarrón que afirmaba tener tres cojones, decidió lanzar las tropas de Melilla sobre Alhucemas a toda velocidad”. Lo contaban Gustau Nerin y Alfred Bosch en su libro La guerra que vino de África, donde buscaban en aquel añejo conflicto las bases de la posterior Guerra Civil española.

El avance de Silvestre se inició sin encontrar excesiva resistencia. Confiado por ello, sus tropas avanzaron hasta penetrar 130 kilómetros en el interior del Rif. Pero cuando sus líneas de abastecimiento comenzaban a forzarse, la situación dio un vuelco y las tropas indígenas se pasaron de bando. En mayo, el ejército estaba en el campamento de Annual. Allí, Silvestre supo que los rifeños habían tomado la posición de Abarrán, donde habían muerto 179 de sus 250 defensores. Entre los prisioneros en esta operación se encontraba el teniente Diego Flomesta, nacido en Bullas (Murcia), que acababa de incorporarse a la Primera Batería de Annual. En una de sus salidas, su unidad fue sitiada, y él resultó herido en la cabeza y el brazo. Muertos sus jefes, asumió el mando. Agotadas las municiones, inutilizó las piezas artilleras antes de ser capturado. Los rifeños le curaron e intentaron convencerle para que les instruyera en el manejo de los cañones, a lo cual se negó, muriendo poco después al negarse a ser curado y alimentado por el enemigo. Semanas después se sucedió la caída de Igueriben, Silvestre tuvo que reconocer lo desesperado de su situación en Annual, sin municiones ni agua. La evacuación fue una carnicería, y los rifeños hicieron muchas bajas. En ese combate murió Silvestre, no se sabe si tiroteado o suicidado. Los pocos supervivientes llegaron al campamento de Monte Arruit, donde se produjo una matanza todavía peor.

Esta contundente derrota en batalla conmocionó al país, ante lo cual el gobierno tuvo que encargar el llamado Expediente Picasso, que destapó la incompetencia y la corrupción del contingente colonial, con duras acusaciones a los generales Silvestre y Berenguer. Para las izquierdas el informe fue tibio en sus conclusiones, a pesar que apuntaban al propio rey. Para los militares africanistas fue poco menos que una ofensa, que les cohesionó como grupo. Para impedir que el proceso siguiese adelante, en 1923 el general Miguel Primo de Rivera dio un Golpe de Estado.

Cuando en 1928 se puso esta placa, Sants recibía mucha inmigración murciana, así que la dedicatoria tuvo aspecto de guiño hacia ellos. El dos de mayo se levantó una tribuna que ocuparon las autoridades, el capitán general, el gobernador civil, el presidente de la Diputación y el alcalde, que se dirigieron al numeroso público asistente. Viendo las dimensiones de la calle, apenas debía caber ni un alfiler. El Desastre de Annual dejó su huella aquí y en otras calles de Barcelona, como la dedicada a Fernando Primo de Rivera o al Capitán Arenas, ambos muertos en Monte Arruit; la del defensor de Igueriben, el Comandante Benítez; o la calle Rafael Valenzuela (jefe de la Legión muerto en 1922 y sustituido por el joven comandante Francisco Franco), que en 2013 fue rebautizada como calle John Maynard Keynes.

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