Las cerezas de Plensa
El escultor inaugura exposición en el Museo de Arte Moderno de Céret con tres instalaciones y cinco cabezas monumentales de bronce y basalto
Las figuras oníricas, ensimismadas y pensativas del escultor Jaume Plensa (Barcelona, 1955) no dejan de conquistar nuevas plazas. La última, tras cruzar los Pirineos, es la localidad francesa de Céret, donde ha instalado en el Museo de Arte Moderno cinco cabezas monumentales realizadas en bronce y basalto y tres instalaciones en las que repasa algunos de los lenguajes que el artista ha cultivado en los últimos años con los que ha conquistado medio mundo; entre ellas sus siluetas metálicas creadas a partir de letras creadas en diferentes alfabetos que forman elementos sobre las que se sientan o arrodillan siluetas figuras humanas. También sus conocidas instalaciones luminosas en las que las figuras parecen comunicarse con sus cambios pausados de color más allá de las palabras.
La escultura de 52 metros en el Espigón del gas de Barcelona sigue en el aire
Uno de los proyectos que han quedado en el aire tras las salida de Xavier Trias de la alcaldía de Barcelona es la enorme escultura que el alcalde encargó a Plensa en 2013, cuando realizó el cartel para la Mercè. La idea es que fuera una pieza icónica "que se viera desde el aire y que identificara la ciudad", explicó Plensa.
Y seguro que se vería. Según el proyecto, la escultura que se instalará en el Espigón del gas, el dique que separa la playa del Somorrostro y la de la Barceloneta, tendrá 52 metros de altura, cinco menos que el Monumento de Colón. La obra, una de las cabezas femeninas con ojos cerrados, estará realizada con láminas de acero que forman una malla y se instalada dentro del mar, junto a la playa.
El problema es la financiación, aunque al parecer, ya hay algún mecenas dispuesto a sufragar parte del gasto. Sí se han hecho estudios para ver el impacto del viento y el oleaje en la estructura y el efecto que su alargada sombra podría causar en los bañistas. Ayer, Plensa, preguntado por el proyecto se limitó a decir: "No comment, hoy toca Céret".
Es el caso de Air, Water, Void, obra creada en 2014 que cierra el recorrido de la exposición El silencio del pensamiento, con la que el escultor ha querido hacer un guiño y buscar la complicidad con esta pequeña localidad situada a los pies de la cordillera: Las tres enormes figuras "ni hombres ni mujeres, sino ángeles", aseguró ayer el artista durante una visita a la muestra,están sentadas con las piernas encogidas sobre una enorme alfombra formada por 120.000 apetitosas cerezas de plástico fabricadas en China; una fruta que da fama y renombre a esta localidad eminentemente agrícola y turística que organiza desde hace 20 años una fiesta de la cereza cada mes de mayo. “La calma de este encuentro es una invitación a comprender el lenguaje mudo y sus misterios. La cereza es la fruta más barroca que existe, por eso las cree para la obra que presenté el año pasado en la alemana Galerie Scheffel, y que ahora he querido mostrar en Céret”, comenta Plensa ante las figuras, mientras coge alguna de estas artísticas frutas.
Lou es la obra que recibe al visitante, una escultura inédita y las más reciente de la exposición. Se trata de un retrato monumental creado este mismo año de una niña real, la hija de un amigo suyo, que hoy sábado acudirá con su padre a la inauguración. “Mis retratos son siempre de niñas reales de entre 8 y 14 años, aunque he hecho dos obras que representan mujeres y otra a una niña de cinco años, que expresan la idea de memoria y de futuro, que con los ojos cerrados reflejan un mundo interior”. Lou está realizada en basalto, una dura piedra (que el artista adquiere en China o Brasil) y que Plensa pule en su lado frontal de donde obtiene sus impactantes rostros, mientras que deja virgen la parte posterior. “Son obras para ver por todos los lados; no para tocarlas, sino para acariciarlas”.
Plensa disfruta compartiendo sus obras e invita a deambular entre ellas para acabar formando parte de su universo. Es lo que ocurre con Silhouettes, 16 figuras recortadas de acero suspendidas en el aire, colgadas del techo por banderolas en las que se pueden leer poemas o frases de pensadores o escritores como William Blake, Elias Canetti, Gandhi o José Ángel Valente, como “Y tú, ¿de qué lado de mi cuerpo estabas, alma, que no me socorrías?”. Las figuras y sus frases se confunden con los visitantes que pasean y hacen que oscilen levemente. “Cada persona puede ser muchas personas”, explicó el artista que, junto con la francesa cuenta con exposiciones en curso en Venecia, Amsterdam y Nashville (Estados Unidos), mientras prepara otras para París, San Francisco, Suecia, Virginia y Filadelfia, además de tener un buen número esculturas en espacios públicos de todo el mundo.
Tras dos bronces con caras comprimidas, "como si fueran las efigies que aparecen en las monedas”, la exposición muestra la instalación Talking continents, de 2013, formada por 19 elementos a partir con letras de ocho alfabetos, soldadas entre sí y que crean una especie de rocas transparentes sobre las que se sientan siluetas humanas. “Las sombras que proyectan son tan importantes como las figuras”, hace notar el artista, uno de los más galardonados del panorama español reciente. Las diferentes piezas, también suspendidas del techo y móviles, entablan un diálogo mudo entre planetas, universos y humanos, otra vez sin sexo determinado, que parecen entrar en contacto por medio de las diferentes letras soldadas entre sí.
Sanna’s Dream son dos imponentes obra de bronce con acabado encerado creadas a partir del molde de dos obras realizadas en basalto. “Es un homenaje a Brancusi”, asegura Plensa. En realidad demuestran el continuo juego con los materiales de este virtuoso de la escultura que lo mismo trabaja el acero, como la resina, el bronce, el basalto, la madera, el cristal, además del hierro fundido, “estoy volviendo cada vez más a este material de mis principios”.
El barcelonés de renombre universal, prudente y comedido en sus declaraciones, se pone serio cuando reconoce que algunas de las exposiciones previstas en su ciudad, en el Macba, y en Madrid, Reina Sofía, se hacen esperar: “Cuando expones en casa todo es más complicado, porque hay mucha memoria compartida. Lo que tenga que ser será”, remacha.
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