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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La nueva cuestión urbana

El 75% de la población vive en ciudades. Los nuevos gobiernos locales tienen la responsabilidad de incorporar los cambios necesarios para superar la crisis sistémica en la que estamos

Los ayuntamientos surgidos de las pasadas elecciones no sólo deberán amortiguar los impactos de la crisis social, sino afrontar también el desafío de una nueva cuestión urbana: la reorganización integral de la ciudad para adecuarla al cambio de época que conlleva la actual crisis, y que tiene a las ciudades como protagonistas. La crisis es más que una crisis financiera y económica, es una crisis sistémica o del modelo de sociedad. Estas crisis se producen por las discordancias entre lo nuevo, que no acaba de emerger, y lo arcaico, que no acaba de desaparecer. Lo nuevo es la sociedad basada en redes de cooperación y complementariedad entre empresas, entidades sociales, grupos de afinidad, etcétera., sustentadas en las tecnologías de la información. Lo arcaico es el modelo de sociedad y globalización neoliberal, reforzado desde 1989, que es discordante, y en gran medida antagónico con la sociedad en red.

La inadecuación entre el desarrollo tecnológico y el modelo de sociedad red, y el marco social institucional neoliberal, ha producido, por un lado, las desigualdades sociales, la pobreza y las relaciones sociales inestables; y por otro la desregulación de los mercados financieros, y el desaprovechamiento de las capacidades productivas de las tecnologías de la información.

La sociedad se organiza en ciudades, en las que vive, interactúa y se relaciona más del 75% de la población europea. Por tanto las ciudades no son sólo el lugar en el que acontecen las contradicciones entre los modelos sociales, sino que de la reorganización de las ciudades en lo social, económico, territorial, ético y gobernanza dependerá en buena medida la superación de esta crisis sistémica.

Por otro lado, los gobiernos locales pueden ser decisivos. De su actuación depende el futuro de la ciudad en décadas, puesto que en ella se dirimen las oportunidades y peligros del cambio de época. Estos son algunos de los elementos que constituyen la nueva cuestión urbana, y sobre los cuales la actuación de los gobiernos locales puede ser decisiva:

1.— Es esencial fortalecer la cohesión social en tiempos de adversidad, para lo cual son prioritarias las políticas sociales. Entre ellas la cobertura de las necesidades básicas, incluida la vivienda, y la mediación en conflictos sociales entre sectores ciudadanos provocados por unos recursos cada vez más escasos en relación a las necesidades sociales.

Hay que ir a un pacto de ciudad sobre la base del humanismo cívico
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2.— Hay que generar un nuevo sistema de bienestar social de base urbana, que amplíe los derechos sociales a través de la cooperación de todos, y en especial de los ayuntamientos, con el despliegue del compromiso social de la ciudadanía.

3.— Para percibir y gestionar bien los nuevos procesos económicos y sociales se precisan nuevos valores. Hay que ir a un pacto de ciudad sobre la base del humanismo cívico, para que la individualización social no se exprese en individualismo moral, sino en compromiso social y colaboración.

4.— Es imperativo agrandar la economía social para sentar las bases de una economía del conocimiento endógena, competitiva, y anti-crisis basada en valores de cooperación y de trabajo en red, para que la ocupación sea más accesible a los grupos vulnerables.

5.— La era info-global se asentará cada vez más en los sistemas internacionales de ciudades, en el que las urbes interactúan con mayor intensidad. Por ello es conveniente insertarse en un sistema macro-regional en que establecer alianzas para el desarrollo de infraestructuras y equipamientos. El eje mediterráneo europeo que va de Algeciras al centro de Europa es un ejemplo de macro-región.

6.— El espacio urbano acogerá flujos mundiales más intensos de personas (turismo), empresas, mercancías, conocimientos y capitales. Se trata de reordenar y ampliar el espacio internacional de la ciudad de la manera más equilibrada posible, de modo que todos los barrios sean ciudad, y compatibilicen la función residencial con las actividades de la ciudad global.

7.— La estructura social cambia. La educación y la cultura son las claves del conocimiento y la convivencia. Es preciso reducir la precariedad en el acceso al capital educativo y cultural, así como aprovechar la heterogeneidad social, cultural y demográfica para promover la creatividad y la innovación socio-cultural.

8.— Emerge una nueva gobernanza pública de la ciudad, la gobernanza en red, que consiste en articular las políticas urbanas acoplando los recursos públicos con los privados y los de la iniciativa social, que es imprescindible para gestionar el cambio urbano.

Los ayuntamientos no son los responsables de la crisis social, pero son buena parte de la solución. Algunos ya están en ello.

Josep Mª Pascual Esteve es economista y sociólogo

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