Clausurado un taller en el que se preparaba comida ambulante
La Policía Municipal clausura un establecimiento en el distrito de Usera que preparaba alimentos para venderlos en las estaciones de metro
Los vendedores ilegales de comida preparada del distrito de Usera se han quedado sin uno de sus proveedores. Al menos de momento. La Policía Municipal ha acabado esta semana con un obrador que estaba funcionando a pleno rendimiento pese a carecer de la preceptiva licencia municipal de funcionamiento y de las mínimas condiciones de salubridad para cocinar productos alimenticios. Los agentes encargados de la investigación han precintado las instalaciones e inmovilizado los víveres, a la espera de que la Comunidad de Madrid —la competente en la materia— incoe el procedimiento sancionador.
Los agentes de la comisaría de Usera recibieron varias quejas vecinales recogidas a través de la Oficina de Atención al Ciudadano de que en la calle del Olvido había un establecimiento que estaba elaborando de manera ilegal productos alimenticios. El olor que salía del local y el continuo ir y venir de vendedores ambulantes cargados con sus preceptivos carros de la compra levantaron las sospechas de los residentes de la zona.
Los policías de la Unidad de Usera acudieron al lugar en concreto y comprobaron que las denuncias de los vecinos eran ciertas. Cuando inspeccionaron el establecimiento, comprobaron que incumplía varias normativas. La licencia de actividad del local constaba como que era un taller mecánico, por lo que no reunía las condiciones necesarias para elaborar comida.
Las medidas de higiene brillaban por su ausencia. Los alimentos estaban almacenados directamente en el suelo, cuando está prohibido. Los agentes también hallaron cientos de cucarachas muertas por toda la estancia, según fuentes policiales. Todo ello, con el consiguiente riesgo de provocar una infección alimentaria a los consumidores de los productos preparados.
En el local se cocinaban sobre todo salteñas, un tipo de empanada muy popular en Latinoamérica rellena de carne, ají y otros ingredientes. Estas eran distribuidas después en estaciones de metro y en otros centros neurálgicos del distrito. Durante el registro, varios clientes acudieron al local con la intención de adquirir algunos de los productos allí cocinados. El falso taller también disponía de varios arcones frigoríficos, en cuyo interior estaban repletos de productos alimenticios. Todos habían sido elaborados artesanalmente. Carecían de cualquier registro o de control sanitario.
El encargado del local carecía de contrato laboral y de permiso de trabajo, al igual que los tres trabajadores que estaban cocinando en ese momento.
Los policías municipales levantaron un acta de inmovilización cautelar de los productos. En concreto, inmovilizaron ocho lotes de alimentos listos para vender. Todos quedaron depositados y precintados en el propio local a disposición de la autoridad competente, en este caso, la Consejería de Sanidad.
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