Una exposición en la torre Iberdrola reflexiona sobre la figura humana
Son obras posteriores a 1968, pero adquiridas por los cinco museos vascos a partir del 2001, según el comisario González de Durana
La torre Iberdrola en Bilbao acoge desde este lunes una exposición que ha logrado aunar, por primera vez, 55 obras de los principales museos de Euskadi, cuyo hilo conductor es la figura humana, su presencia y su ausencia.
El presidente de Iberdrola, Ignacio Galán, ha destacado en la inauguración la importancia de la colaboración entre lo público y lo privado en la promoción y difusión de las artes. "Estamos convencidos del efecto multiplicador de unir esfuerzos en este ámbito en beneficio de la sociedad, y a ello dedicamos importantes recursos”, ha explicado Galán.
Bajo el lema "Figurados, figuraciones, figurantes", la exposición está compuesta por una selección de piezas procedentes de los museos Guggenheim Bilbao, Bellas Artes de Bilbao, Artium de Vitoria, San Telmo (San Sebastián) y Cristóbal Balenciaga (Getaria).
El comisario de la exposición, Javier González de Durana, ha presentado esta muestra, instalada en la planta 25 de la torre Iberdrola, a la que se accede, al salir del ascensor, por un túnel oscuro con una videoinstalación de Bill Viola.
El público en general podrá visitarla durante los meses de mayo y junio
En esta obra se proyectan cabezas de individuos amordazados, con los párpados bajados, que intentan hablar pero solo emiten susurros, unos murmullos que provocan una sensación inquietante al atravesar la cueva negra.
La exposición en sí se divide en tres fases: la primera, dedicada a la figura humana, sin contexto, comienza con cuatro "Apolos" un poco fondones, de Aquerreta.
Entre las obras expuestas están unos retratos fotográficos de John Baldessari que atribuyen a cada cara un color y una personalidad: por ejemplo, a una mujer con mirada turbia le asigna el color rojo y el adjetivo de despiadada.
Destaca en esta zona el cuadro "The Hispanist", de R.B.Kitak, un sereno óleo de una hispanista en el que resalta la habilidad pictórica del autor.
La primera parte concluye con unos "collage" de Carmen Calvo en los que la autora cubre con pelo la cara de una convencional pareja de novios, un pelo que en el arte representa un componente animal, salvaje.
La segunda zona de la exposición está dedicada a lo contrario de la primera, a la arquitectura sin figura. Por ejemplo, un óleo de Juan Manuel Ballester reproduce la escena de "Las Meninas" de Velázquez pero sin ninguna persona, sólo la estancia del palacio real donde se pintó.
Esa reflexión sobre la ausencia está presente también en unas fotografías de vestidos sin cuerpo, de Manuel Outomuro, y en uno de los últimos vestidos que diseñó Balenciaga, para el otoño de 1967, en el que el modisto culminó la depuración absoluta de sus líneas.
La tercera parte de la muestra se centra en las figuras humanas pero con un contexto: Por ejemplo, una litografía de Francis Bacon en la que toro y torero se funden en un cuerpo híbrido; o en una fotografía de docenas de mujeres musulmanas, uniformizadas, obra de Shirin Neshat.
El recorrido finaliza con unas fotos de calaveras con unas velas encendidas, de Manuel Vilariño, un símbolo de que a pesar de la muerte hay luz.
Son todas obras posteriores a 1968, pero adquiridas por los cinco museos vascos a partir del 2001, un momento, como ha recordado el comisario Durana, en el que hubo generosidad en la compra de obras de arte, hasta la llegada de la crisis en 2008.
La muestra estará abierta desde el 30 de marzo hasta el 30 de abril para los accionistas de la compañía y el público en general podrá visitarla durante los meses de mayo y junio.
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