Las ciudades apuran obras para burlar el veto electoral a inaugurar
Los alcaldes autorizan trabajos nocturnos, aceleran licitaciones y visitan zanjas
Obras por la noche, empujones de última hora a licitaciones atrasadas, visitas a proyectos en marcha y vallas, muchas vallas y cortes de tráfico. Este es el panorama en el que los gobiernos locales han sumido las ciudades gallegas en los meses previos a la cita electoral del 24 de mayo. Los alcaldes que aspiran a la reelección se apuran en convencer a los electores condicionados por una restricción legal que se estrenó en los comicios de 2011: la prohibición de inaugurar obras desde el momento en que se convocan las elecciones. Los regidores tienen de plazo hasta el 31 de marzo.
Es la primera vez en democracia que el PP gobierna en A Coruña y su alcalde, Carlos Negreira, no escatima en dinero público y medios por dejar huella de su primer mandato: un costoso túnel de apenas un kilómetro que se empeñó en construir para enterrar el tráfico en la fachada marítima que compone la postal típica de la ciudad. Es el Puerto el que lo ejecuta, encargándolo a la constructora Copasa que tiene el contiguo aparcamiento subterráneo con el que conectará el túnel. Pero es el Ayuntamiento, recurriendo a un crédito, el que paga en solitario el grueso de la factura: 8,8 de los 10,8 millones.
El equipo de Negreira acaba de autorizar horario nocturno para acelerar las obras tanto en superficie como bajo tierra. Retrasadas por las lluvias del invierno, no estarán listas como se pretendía antes de la prohibición de inaugurar sino, según previsiones del Puerto, para el 30 de abril, antes de la campaña. Evitar la foto de ver completamente levantado y perforado uno de los puntos con mayor nivel patrimonial y turístico es crucial para Negreira.
De lo que no se han privado ni el alcalde coruñés ni la ministra de Fomento, Ana Pastor, es de celebrar la apertura del último y retrasado tramo de la Tercera Ronda, una segunda vía de entrada y salida para una ciudad peninsular asfixiada por el tráfico. Proyectada hace 15 años y funcionando solo parcialmente desde hace tres, quedan pendientes varios enlaces con barrios periféricos de A Coruña, pero ayer las autoridades posaron para la posteridad dando por abierto su último tramo, el que permitirá recorrer en un tiempo récord el trayecto entre Riazor y la A-6.
En Santiago las sucesivas crisis institucionales del actual mandato no han dejado al popular Agustín Hernández muchas posibilidades de inaugurar actuaciones. En las últimas semanas ha lanzado un plan de asfaltado y eliminación de baches por toda la ciudad y ha intentado rentabilizar el esfuerzo que otras Administraciones populares vienen haciendo con la capital gallega desde que él la gobierna. El gran parque que la Xunta ultima en el monte Gaiás no estará terminado hasta abril, así que Hernández y Feijóo plantaron sus ejemplares para publicitar el proyecto la semana pasada. Igualmente, Hernández se sumó a la colocación de las primeras piedras de la ampliación de la AP-9 y de un túnel que acomete Fomento, actuaciones que apenas han avanzado desde ese acto propagandístico.
En Vigo se han incrementado los arreglos de calles, uno de los grandes pilares del mandato del socialista Abel Caballero. Entre los más de 80 viales que se renuevan los hay céntricos, como García Barbón o Rosalía de Castro, y de tráfico abundante, como Aragón o Gregorio Espino. Pero la zona cero de las obras se ubica en el entorno de la Porta do Sol, donde se plantan nuevos árboles, se renueva el pavimento y se ultiman las escaleras mecánicas que acercan el centro y el Ayuntamiento.
El alcalde ha inaugurado en las últimas semanas el inicio de la renovación de Balaídos, en las que colaboran el Celta y la Diputación. Pero los dos principales proyectos en el entorno de la ciudad no son municipales. Uno es la estación del AVE, a punto de estrenarse. La otra, la ampliación del puente de Rande, de la que la ministra Ana Pastor puso recientemente la primera piedra.
En Ferrol, la maquinaria electoral del Gobierno de José Manuel Rey (PP) trabaja a toda mecha por la reelección arrastrando la maquinaria pesada. Las vallas de obra y señales para desviar el tráfico se cuentan por docenas. La actuación que tiene en jaque a la ciudadanía es la construcción de los colectores para el saneamiento de la ría, que bloquea la avenida Irmandiños. Aunque compete al Ministerio de Medio Ambiente, subleva a los vecinos porque deben abonar 77 euros anuales por un servicio que aún no disfrutan. El gobierno local apuró en las últimas semanas la adjudicación de cantidad de obras: pequeñas —reposición de parques infantiles, asfaltado de viales rurales—, medianas —centro cívico y calles de Canido— y más ambiciosas como la reforma de la plaza de Armas. Rey Varela también le ha dado esta semana un empujón al interminable convenio con Defensa para la cesión de nueve propiedades del Estado.
En Lugo, la Diputación apura para concluir antes del 31 de marzo el Centro de Recría de Ganado Vacuno Gayoso Castro, en Castro de Rei, el primer centro público de España de estas características. “No es una cuestión electoral es simplemente que se concluyen esas obras”, ataja el presidente, José Ramón Gómez Besteiro. También se anuncia que para los próximos días quedarán rematadas las residencias y centros de día públicos de A Fonsagrada y Castroverde. En el Ayuntamiento de Lugo no se prevé concluir ninguna infraestructura antes de ese día, aunque sí se acelerarán las visitas a obras ya iniciadas.
Cortes de cinta en edificios que están sin acabar
En Ourense, algunas de las recurrentes promesas electorales ya han sido inauguradas, varias sin estar rematadas. El mercado de A Ponte, una pequeña plaza de abastos, fue bendecido a finales de enero por una treintena de políticos, entre ellos, la ministra de Fomento, Ana Pastor. Dos meses después sigue cerrado y sin actividad alguna. En febrero también fue inaugurado el nuevo palacio de justicia de la ciudad. Entonces estaba totalmente vacío. Y es que hasta el mes de mayo no se rematará la mudanza e instalación del mobiliario.
Otras grandes obras en marcha en Ourense como la reforma de calles, un centro de salud o la ampliación del hospital, a pesar de los apurones para lucir en las visitas de políticos de las últimas semanas, no podrán ser rematadas antes del veto inaugural que impone el calendario de las elecciones de mayo.
En Pontevedra la discusión por las obras no es por las prisas sino por los retrasos. El gobierno de coalición entre BNG y PSOE y la oposición del PP llevan años enzarzados en la demora en infraestructuras como el edificio judicial y un instituto cuya construcción correspondería a la Xunta pero que esta no acomete por supuestos incumplimientos burocráticos del Ayuntamiento. En sentido contrario, el nuevo hospital con cargo a financiación privada que prometió el PP cuenta con el rechazo local, aunque desde Santiago tampoco se hayan destinado fondos.
Una de las últimas obras anunciadas, un parque junto al otro hospital, quedará ya para la próxima legislatura, al igual que la ronda urbana y el nuevo ramal de la autovía A-57, a cargo de Fomento. El desdoblamiento de la entrada a la ciudad por el sur, una obra de calado que también financia el Estado, avanza a buen ritmo pero no estará terminada hasta después del verano.
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