Condenado el ladrón del ‘Códice’ a 190 años por robar cartas a sus vecinos
El cumplimiento efectivo de la condena será de tres años, el triple de la correspondiente al delito más grave. La juez considera que cometió 190 delitos contra la intimidad
Si llevarse el Códice, documentación sensible y 2,4 millones de la catedral de Santiago le costó al electricista del templo 10 años de prisión, el robo continuado, a lo largo de un lustro, de correspondencia de sus vecinos de Milladoiro le ha supuesto una condena de 190. La titular del Penal número 2 de Santiago, Elena Fernández Currás, lo considera autor de 190 delitos contra la intimidad (correspondientes a la sustracción de 190 cartas de los buzones del portal) y le impone el castigo de un año de por cada uno de ellos. La magistrada ha optado por la pena mínima porque “no consta que utilizase” la información que contenían las cartas y porque estas no podían suscitar ningún “escándalo, vergüenza o desprestigio”, ya que eran misivas propias de las “relaciones normalizadas de cualquier ciudadano medio”.
José Manuel Fernández Castiñeiras las almacenó hasta que se descubrieron en los registros de su piso y un trastero por el simple afán de acumular. Varias de estas cartas ni siquiera llegaron a ser abiertas hasta que las recuperó la policía nacional, que investigaba el asunto del Códice Calixtino. Pero su fijación le llevó a robar 28, 43 o 55 cartas de un solo buzón. En total, son 21 los vecinos afectados, y la juez le condena a indemnizar a cada uno con 500 euros, salvo a esos tres residentes que tantas veces encontraban su cajetín vacío. A estos deberá resarcirlos con 1.000 por “la perturbación moral que cada uno de los destinatarios hubo de sufrir”.
No obstante, Castiñeiras, que además deberá pagar una multa de 410.400 euros, no echará tantos años entre rejas por su irrefrenable “ánimo de conocer aspectos de la vida privada” de otros. El Tribunal Superior ha aclarado que, según el artículo 76 del Código Penal, el cumplimiento efectivo de la condena no podrá superar el triple de la pena más grave que se le imponga. Es decir, el electricista retirado no tendrá que pasar más de tres años en prisión por acumular pilas de cartas con datos de otras familias, una información médica del Sergas o notificaciones bancarias (alguna con la clave de la firma electrónica y la libreta) cuya ausencia pudo complicar la vida de personas con las que compartía edificio en la travesía de Milladoiro (Ames).
Manuel Fernández Castiñeiras deberá pagar una multa de 410.400 euros
En su haber, Castiñeiras tenía también borradores de la declaración, facturas, alguna nómina y alguna notificación para el inminente pago de impuestos, avisos del Ayuntamiento, de la Seguridad Social o de aseguradoras, y hasta un carné de conducir. También algo tan inocuo como publicidad que se enviaba a las casas en sobre cerrado. Para juzgar esta desmedida afición a los papeles ajenos la magistrada no ha tenido en cuenta la atenuante de alteración psíquica, que la abogada del electricista pretendía demostrar con el mismo informe de un psicólogo privado que presentó en el juicio del Códice y con testimonios de personas que aseguraron que su padre padecía un trastorno acumulador similar.
La nueva multa se suma a la anterior por blanqueo (270.000 euros) y a la obligación de devolver el dinero robado en la basílica. Las sucesivas sentencias dejan supuestamente en una situación ruinosa al hombre que pasaba las horas en un cuarto secreto apilando y contando fajos.
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